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Vicisitudes en la construcción de las funciones materna y paterna: repetición o acontecimiento

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Mi padre tenía unos ojos muy azules
me miraba crecer,
Yo sentía su mirada
Sentía que sus ojos hablaban
me faltaban las palabras
Querían quedarse conmigo,
Para acompañarme,
estarían allí para siempre.
Ese color como el cielo
está conmigo cada vez que miro el firmamento.

 

Tanto la maternidad como la paternidad deben ser separadas de las visicitudes biológicas.

 Por el camino de la fertilidad asistida, el espermatozoide que participe en la procreación de sus hijos, puede no ser el propio. El proceso de ser padre es de otro orden. Posiblemente es más ajustado decir, que es del orden de la cultura del deseo. Única que subvierte el mandato natural sin repetirlo en un mandato cultural. Puede ocurrir, que un varón procree hijos y sin embargo, se desentienda de ellos y no ejerza la función paterna. También puede ocurrir, que alguien considere padre a alguien sin que lo una la génesis biológica. Creo que es imprescindible diferenciar la maternidad y/o paternidad biológicas de las funciones materna y paterna.

Hay sistemas de mandatos que las sociedades han ido construyendo para definir qué es un padre o una madre en lo macrocontextual, así como sistemas deseantes en lo interpersonal e individual.

  “  Cuando nació el hijo de Kensaburo Oé, éste llegó a pensar  en matarlo ya que era gravemente discapacitado, pero después de atravesar una grave crisis, de visitar el monumento de Hiroshima, decidió hacer todos los sacrificios necesarios para que su hijo se criara. Estaba dispuesto, a no ejercer su profesión: la escritura  si era necesario, para ocuparse de su hijo.

    Kertèsz tomó una dura decisión: no tener hijos, ya que el sentía que no podía asegurarles que no pasaran por lo que él vivió: un internado muy severo y un campo de concentración a los 14 años. El sostuvo, que no tener hijos, era su forma de rebelarse al orden patriarcal, ya que el pensaba que los campos de concentración son su expresión máxima.

   Creo, que estos dos ejemplos fuertes, nos muestran formas de ser padre muy con-movedoras.

Los viejos fundamentos sobre los que se sostenían ciertos modelos de maternidad y/o paternidad se han licuado. Esto no significa que esos viejos modelos desaparecieron.  Los padres necesitan construir su rol en las familias y en lo social para que la respuesta no sea por ej. el feminicidio u otra forma de violencia. 

 El modelo patriarcal  es una construcción, represora. No una realidad sólida, atemporal. Vivimos en temporalidades agitadas. Y quizás líquidas como sostiene Bauman. Los lugares y las funciones están atravesando un permanente  terremoto.  Los viejos contenedores fueron destrozados por luchas visibles e invisibles El desorden actual está en permanente diálogo con la maraña de factores que intervienen en la construcción de un lugar 'madre' diferente de una 'paridora' o ‘padre’ diferente al “padrone”. Desde esta perspectiva no habría lugares estables y fijos.

  Creemos que la epistemología de la complejidad que nos propone Morin nos permite aproximarnos más acertadamente a este problema ya que están presentes múltiples dificultades, un enmarañamiento de acciones de los padres , de subversión de las madres, de retroacciones de los padres, intentos de volver a establecer un orden , la dificultad de hacerlo porque la situación histórica y socio-económica ha ido trayendo nuevos ingredientes y  cuestionando los antiguos cimientos. No es posible predecir las organizaciones que los humanos nos iremos dando, ya que están en permanente construcción/deconstrucción con un horizonte de incertidumbre.

  Pero los humanos tenemos una necesidad continua de atrapar en la red, de instituir lo que corre como el agua. En este caso, nos referimos a : las funciones materna y paterna. Cada vez que se menciona a un madre, o  a  un padre, surgen expectativas, deseos, fantasías, ideas, pedidos, reproches, mandatos, características esperadas. Ser madre o padre sería un devenir producido por los sujetos deseantes en las tramas vinculares, interpersonales, macrocontextuales.

Estamos capturados por discursos que han cristalizado en instituidos burocratizados. Por lo tanto, les hemos otorgado valor de realidades sólidas. Pero hoy no existe narración o discurso capaz de dar un trazado único, un horizonte de sentido unitario de la experiencia de la vida, de la cultura o la subjetividad. Hay historias. La forma de madre o padre que cada ser humano va construyendo en la singularidad de su historia personal y vincular , se asemeja a una nube movediza  siempre cambiante. Una función ejercida y no meramente declamada. El universal de los instituidos burocratizados ha sido perforado.

Consideramos que las maternidades y paternidades se producen en los vínculos. Existe una bio-lógica. Pero no debemos biologizar lo psíquico, lo social. Un ser humano puede participar activamente en la concepción de un bebé pero eso no es igual a ser padre o madre. Se abre la posibilidad, una condición necesaria pero nunca suficiente. Un padre o una madre son el fruto de la actividad de una comunidad humana. Freud hablaba del progreso en la espiritualidad, en tanto el padre es una inferencia y no un dato de los sentidos. Parir un hijo no es lo mismo que ser la madre y /o el padre.

Se ha consensuado en el imaginario social de una sociedad dada, en un momento histórico particular, que las características que reúne la función que cumple determinado varón en relación a sus hijos corresponde a las que se espera de un padre así como de una mujer se espera el cumplimiento determinada función para considerarla madre. El lenguaje es un vehículo que interviene en nuestra experiencia personal-social, teniendo un peso importante en la conceptualización. Cada comunidad establece sus categorías, que cree universales aunque sean recortes de los que cada comunidad es responsable, inconmensurables unos con otros.

La maternidad y la paternidad han permanecido más transparentes que los mecanismos históricos responsables de la deshistorización y de la eternización. Lo que se ha hecho es transformar la historia en naturaleza y la arbitrariedad cultural en natural”.(Bourdieu 2000).

El otro día, en el ómnibus viajaba en el asiento ‘maternal’, un hombre joven con dos niños chiquitos de dos, tres años, uno en cada pierna. Es una forma nueva de vínculo paterno. Me conmovió ese  padre con los dos niños en las rodillas. Y luego reflexioné, si hubiese sido una mujer, seguramente ni me hubiera fijado. Lo con-movedor era el género, un varón, cumpliendo con su función paterna en un estilo nuevo, de hoy.

No es posible establecer ninguna generalización. En algunos sectores de la sociedad aún no se ha asumido que un padre es tan necesario como una madre. Y que ambos son imprescindibles, cada uno en su especificidad, en su diferencia que hace a la riqueza y suplementación de roles.

En los cursos de pre-parto, que se realizan en los servicios médicos mutuales[3], aquí en Montevideo, se invita tanto a las madres como a los padres. Al terminar el mismo, se les entrega a los padres-varones, el equipo de ropa que deberán usar en la sala de partos. Sería una ‘promoción deseante’ de parte del equipo interdisciplinario que da el curso. Queremos decir que la presencia de los padres, es esperada, que hay un lugar para ellos desde el comienzo, y que se les propone la integración desde el mismo proceso de gestación-nacimiento del hijo.

Estos son mensajes muy diferentes, a los de otras épocas. Parecería, que para los que dan estos mensajes, los nacimientos, dejaron de ser un tema exclusivamente femenino. Los hijos dejaron de ser un territorio exclusivamente de la mujer-madre.

 

 

 En la película “Casi una imagen”, se muestra el vínculo entre un padre y una hija. La hija que estudia canto y desea ser cantante, un padre, escritor, que no mira a su hija, no puede verla, escucharla, participar de su logros. La madre la había abandonado hacía tiempo. Se muestra el sufrimiento de la hija porque ella no siente que cuenta para él.  Ese vínculo la lleva a no confiar en sí misma , a no creer que alguien la pueda querer, ya que su madre se había ido, la había abandonado y su padre tenía dificultades para acompañarla. Sin embargo, las palabras del padre, serán las que le devuelvan el amor, ya que por él, sabrá que el joven que la corteja, la ama a ella. Está con ella por ella misma. No busca algún beneficio del padre de la muchacha. Muestra en definitiva, la importancia que tienen para esa hija, las palabras de su padre. Y como le faltaron esas palabras para el canto...

 

¿Crisis de las funciones materna y paterna...?

   Creo que hoy estamos frente a una  crisis de las funciones materna y paterna. . Entendemos por crisis, la presencia simultánea de la ruptura de un equilibrio, algo que se acaba, al mismo tiempo que surge una oportunidad. Es un momento previo a... Puede ser de re-acomodación o puede significar el final de un proceso, puede ser una catástrofe, que es esencialmente destructiva. La crisis no lo es, puede ser por lo tanto, la apertura a otras formas de parentalidad .

Una época, en la que hay permanentes ajustes en los roles de ambos padres, roles líquidos, en contextos inestables, en los que no es posible encontrar esos puntos fijos que en otros momentos nos acompañaron ilusoriamente. Será el momento de des-canonizar la funciones paterna y materna en el sentido de lo pater, el propietario de la hacienda, de las mujeres, de los hijos, de los esclavos, etc., para que podamos apreciar las formas singulares de ser padre, hoy.  Así como es imprescindible re-pensar la función materna.

Los padres de hoy, pueden producir junto a sus hijos, vínculos afectivos cercanos, en los que participar activamente en la crianza junto a sus esposas, lo que se construirá en cada trama familiar. Así se irá escribiendo la ‘novela de cada familia’,

   Las familias han sufrido transformaciones a lo largo de la historia de la humanidad. En el siglo XX, el divorcio, las uniones libres, las familias monoparentales, las familias ampliadas, las parejas homosexuales,  dan lugar a otro tipo de familias. Por eso podemos discriminar en la actualidad la “familia” de “las familias”.

Al considerar que lo biológico no define el vínculo padre-hijo, será necesario re-pensar los mecanismos de construcción de esa funciones ’materna y paterna’. Estas se jugarán : quizás en la presencia afectiva y efectiva, en el interés y la participación activa en la crianza, en la fijación de límites, de normas, etc. No existiría EL MODO ÚNICO, lo que no quiere decir que no existan los marcadores macrocontextuales siempre. Cada quien irá construyendo su modo singular de ser madre, padre, pero no inventa todo, inventa sobre lo que existe.

 Historias

Juan

    Luis tiene veintitrés años. Su novia quedó embarazada. Este embarazo fue cuidado por los dos como pareja, hicieron los controles prenatales y Diana se preparó para el parto. Cuando llegó el momento del nacimiento, Diana vivía con su padre . Ëste la acompañó al sanatorio y le avisaron a Luis, una vez que el bebé había nacido. Luis no participó del proceso de nacimiento de su hijo. Luego , Diana inscribió a su hijo como hijo de su padre. Y desde ese momento, Luis no participó de la vida de su hijo.

  Abuelo, madre y bebé se mudaron a otra ciudad, dificultando más el contacto entre Luis y su hijo, Antonio.  Lo que ocurrió en el momento del nacimiento de Antonio, fue algo sorpresivo y no previsto por Luis. No entendía lo que había ocurrido. Estaba shockeado, ya que el deseaba ser padre. Se venía preparando para esa función-padre. Diana, y también su padre, le estaban imposibilitando el ejercicio de la paternidad.

    Algunos datos de la trama familiar de Luis.

 Sus padres se separaron, siendo el un niño de siete años. Su padre estuvo poco presente, durante su crianza. Su madre fue siempre una hija muy próxima a su propio padre, que era una figura patriarcal muy fuerte. .   Para que Luis pudiese acceder de un modo estable y adecuado a su hijo, fue necesario llevar adelante un proceso judicial para que el chico pudiese ser inscripto como hijo de Luis y se estableciera un régimen de visitas. Esta tramitación judicial, fue un acontecimiento, familiar, y también social: un padre reclamando su derecho a la paternidad. No  ocurre frecuentemente, que un padre reclame su lugar como padre. Más habitual , es que una madre reclame que el padre atienda a su hijo. Lo novedoso era el rol activo que tomó Luis para acceder a la paternidad.

Elsa

 Juan es el compañero actual de María. María tiene dos hijas, Elsa que acaba de cumplir 18 años e Inés que tiene 13 años. Elsa es hija de la primera pareja de María. Roberto, el padre biológico de Elsa, fue extremadamente violento tanto con María como con Elsa. Tuvo varias internaciones psiquiátricas. En estos días, Elsa, ha presentado una crisis muy grave, con varios intentos de suicidio, con consumo de drogas, y un cuadro de descompensación psíquica que hace pensar en trastornos graves del carácter. En esta situación tan difícil, Juan que no es el padre biológico, ha mostrado ser el padre. Cumple horarios en el sanatorio donde está internada, ha discutido con los médicos, para que le den la atención que esta chica necesita, le ha puesto límites al novio, (en casa de quien ocurrieron tres intentos de suicidio, probablemente con consumo de drogas). Está atento a todos los detalles, para atenderla y brindarle lo mejor.  Este es un ejemplo, de un padre-no biológico que se hace cargo de una situación extremadamente compleja.

 

Víctor

Víctor tiene tres años. Es derivado del jardín preescolar al que concurre ya que no logra participar en  las actividades que propone la maestra. Se pelea con los compañeros y no puede hacer casi nada.

Llega con Raquel, una muchacha de 22 años. Ella tenía 18 años cuando tuvo a Víctor. Es algo que no fue planificado y diría más, no fue deseado. Raquel tuvo una relación con Raúl que no duró mucho, y que no logró constituirse como un vínculo de afecto, no llegaron a producir un proyecto de pareja, no tienen ninguna forma de cotidianeidad y hasta ahora han tenido contacto sexual.

Raquel no trae nada para que Víctor juegue durante la consulta. Y en el tiempo que dura la consulta, (una hora), Víctor 'muestra' lo que pasa entre ellos: hay una situación de caos, de soledad. Cada quien parecería que vino solo y que entre ellos no hay ninguna clase de vínculo. La 'madre' de Víctor parecería que no está. Raquel no parece la madre de Víctor, en el sentido de atender las necesidades del niño. Y se constituye , diría como un obstáculo para generar un buen vínculo con el niño. Ella observa lo que el niño hace, sin intervenir en ningún sentido. Da la impresión de que ese niño le genera una dificultad y es un problema que no pueda hacerlo desaparecer .

De a poco y contestando a algunas preguntas, relata que viven con los padres de Raquel,quienes sostienen a ambos. Ella trabaja en un negocio como vendedora y gana muy poco. La madre de Raquel es la que hace la comida para Víctor , lo lleva a la escuela y lo atiende todo el tiempo que ella no está en la casa. El padre de Raquel ha sido siempre alguien que ha estado ajeno a muchos procesos familiares.

Raquel tiene tres hermanas. Ella tiene mejor y más cercano vínculo con una de ellas, que vive también en la casa paterna y que es lesbiana.

En la primera consulta Víctor rompe la caja de juego, y todo lo que puede. Raquel ve todo, pero no hace nada. No interviene de ningún modo. En la segunda consulta, le damos a Víctor papeles y crayones. El empieza a hacer lo mismo que en la consulta anterior, romper los crayones. Intervine, diciéndoles: “Aquí llegó la bruja, si tu seguís rompiendo crayones, no pintarás en toda la consulta”. El suspende su actividad y se sienta en la falda de Raquel, que también está imperturbable. Cuando termina la consulta, le digo “Víctor, lo que te dije no era para molestarte ni para que te sientas mal, es porque si tu no cuidás tus lápices, crayones, y juguetes no vas a tener nada”. Su respuesta fue un beso en mi mejilla.

Creo que esto que ocurrió es muy significativo de lo que le pasa, me agradeció mi intervención, mi puesta de límites, mi interv para poner un orden en su actividad, cosa que él no conoce y necesita. Lo que ocurrió ese día me llegó mucho, me hizo pensar en su soledad, en que él no cuenta en la vida diaria con nadie que le muestre lo que se puede y no. Sentí que era un niño inteligente y sensible que está pidiendo ayuda a gritos , pero parece que no hay nadie escuchándolo. No hay madre ni padre.

 

 

Gerónimo

 

            Gerónimo había cumplido cinco años. Su familia hacía mucho que no andaba     bien.

            Sus padres estaban separados y el padre  tenía otra pareja y una hija.

            El vivía con su madre y su hermano mayor.

            Se le hacía difícil la vida, las peleas entre sus padres y lo peor que le había pasado          es que el regalo de cumpleaños que su padre le había dado, su madre         lo había           tirado en medio de la calle frente a él.

            Gerónimo no entendió por qué  no podía tener el regalo con él.

            Como su madre estaba muy triste él la acompañaba todas las noches.

            Dormía con ella, y algún mimito le hacía para que se sintiera mejor.

            Pero su vida iba transcurriendo como si no tuviese mamá y papá. Si , le habían   dado la vida, pero luego no eran madre y padre. 

            Muchas veces no tenía ni idea de que hacer, de que no hacer.

            Tenía muchas ganas de sentir esos abrazos que dan los abuelos. ¿O los padres                también?

            Le hacía mimitos a todas las amigas de su hermano, quien decía que él las          'zorreaba'.              Gerónimo lo que hacía era tocarle los pechos, porque le parecía que        les gustaba y el quería que lo quisieran.

            No sabía que hacer para que lo abrazaran.

 

Luisa

 A través de la presentación de este caso clínico y de la intervención terapéutica quisiera dar cuenta de mi experiencia como protagonista de ‘un tratamiento psicoterapéutico cuestionado’. Es un caso de ejercicio de la función paterna cuestionada/able.

 Fui citada a declarar en una audiencia judicial ya que un padre consideró que el proceso terapéutico familiar que estaban realizando su hija y la madre le parecía 'agresivo'.

El proceso terapéutico familiar se inició a pedido de la madre (divorciada del padre) ya que la niña, Luisa de 7 años sufría de enuresis nocturna. Durante las sesiones iniciales de este proceso, la niña contó como era el vínculo con el padre, de las caricias y del contacto físico entre ambos. Hasta que finalmente, se hizo evidente que el padre la masturbaba.

Roberto (38años) e Isela (35 años) eran los padres de Luisa. Hacía ya dos años que estaban separados. Roberto participaba en ciertas formas de corrupción en su trabajo. Isela sentía que ella se ‘había prostituido’ con su tía para que le pagara ropa, colegio para la hija, etc., y que el precio había sido que su pareja no funcionara.

Tanto Isela como Roberto compartían el hecho de haber pertenecido a familias donde el padre había sido una figura ausente o invisible, una función no ejercida en muchos momentos. El padre de Roberto estuvo ausente del país varios años. Y el padre de Isela no fue una figura valorada por la familia. Ocurrió con frecuencia que se paseara en calzoncillos frente a sus hijas. La madre siempre lo desvalorizó frente a sus hijas, y les confiaba datos de la intimidad sexual, también no ejerciendo su función materna.

En el momento de la consulta Isela tenía otra pareja. Fue la nueva pareja de I. que abrió el tema del abuso sexual, ya que Luisa intentó tocarle los genitales. El se escandalizó, y el tema fue traído a la consulta.

Estas sesiones tuvieron un efecto fuerte sobre Roberto (el padre), quien solicitó una entrevista y comenzó una acción judicial en contra del tratamiento.

Se podrían pensar múltiples razones que dispararon esa acción del padre de la niña. Una forma de pensarlo sería:

 El padre sintió el tratamiento familiar como un ataque directo a su persona. Lo que podría tener su sentido, ya que lo que estaba ocurriendo entre él y su hija era del orden de la perversión y no del cuidado paterno-filial. El proceso terapéutico había puesto de manifiesto una situación que hasta ese momento había estado negada por toda la familia (incluida la madre). El tratamiento ponía un tope a su modo de vincularse con su hija. Pero él creía que su hija estaba en riesgo por el tratamiento. No percibía que su hija estaba en riesgo si los vínculos familiares permanecían inalterables. Sintió la acusación. En realidad fue denunciado y acusado , como abusador. No solo él. También la madre. Y el cuestionamiento de los dos padres hacía síntoma en la hija.

 

El contacto físico primario con el cuerpo de los hijos que implica la crianza, produce la caída de represiones en el psiquismo de los padres, que los conduce a sentir placer en el contacto. (Que es lo que ocurrió en este caso). Pero a la vez, el amor por ese hijo, debería haber posibilitado la ligazón de todo esto y el rehusamiento al goce, para poder acceder a la protección del cuerpo de ese niño en términos narcisísticos y amorosos”. Toporosi, 1999. Ninguno de los dos padres podían cuidar de la  hija adecuadamente.

El goce con el cuerpo de los niños, ya sea en la violencia como en el abuso sexual, constituye una forma de ejercicio del sadismo, que es el modo de ejercicio pulsional en el cual la pulsión se apodera del objeto para su propia descarga, sin interesarse por el objeto, sino para el ejercicio de su propia satisfacción. Por eso los padres que no pueden rehusarse al ejercicio pulsional directo, no aman a sus hijos, y los exponen a traumatismos, que muchas veces ocurren en momentos en que el psiquismo de estos niños está en constitución.” Toporosi, 1999.

 

Isela en muchos momentos había pensado: "todo lo que hubiera hecho, si no hubiera tenido a la hija", lo que dejaba al descubierto el rechazo a su hija. Había una complicidad perversa ya que la madre sabía lo que ocurría... Ella había sido víctima de abuso (entendiendo por abuso el exhibicionismo del padre y también las confidencias de la madre acerca de la sexualidad de la pareja) en su infancia. Roberto no contó con su padre por su ausencia. La ley era un ausente transgeneracional.

A raíz del trámite judicial iniciado por el padre, éste fue citado al Juzgado y ante la Jueza él reconoció el abuso sexual de su hija.

La Audiencia

En la Audiencia a la que fui citada estaban presentes: el padre con su abogado, la madre con su abogada, la Fiscal, la Jueza, las profesionales psiquiatra y psicólogas que habíamos intervenido en el caso. Las profesionales de la salud mental, entramos de a una en la medida que nos fueron llamando. En ningún momento estuvimos juntas en la Sala. Salvo el padre y el abogado, todas éramos mujeres. Pero quien tenía una citación especial, era la que escribe, ya que el proceso terapéutico familiar fue el detonante de esta crisis.

Fue un momento muy difícil el instante en que fui llamada a declarar. Las dificultades desde mi punto de vista fueron:

1. El tratamiento familiar era el cuestionado.

2. Estaba en una Audiencia Judicial, y no en un ambiente de profesionales de la salud mental, lo que requería un lenguaje apropiado a ese contexto.

3. Estaban presentes los dos padres con sus abogados en un clima de extrema tensión.

4. Fui relevada por la Jueza del secreto profesional para que hiciera mi declaración. Y debí jurar decir: "la verdad, toda la verdad y sólo la verdad".

5. Cada palabra podía ser tomada en contra del proceso terapéutico. Y en ese momento era la representante de ese proceso que debía cuidar por sobre todas las cosas.

6.Era una oportunidad única de co-laborar con la familia en su conjunto en la búsqueda de nuevas formas de relacionamiento.

7.Estaban en juego la niña y ambos padres.

8. Sentía: rechazo por el abuso de la niña; miedo e incertidumbre por lo que allí podía pasar. No es grato estar en una Audiencia Judicial como parte cuestionada. Más allá de creer que me asistía la razón.

9. Alivio, ya que la jueza conocía la parte más difícil, el abuso, por lo que yo no debía agregar información, sino valerme de ese momento para intervenir terapéuticamente’ en ese contexto tan particular.

 

El padre había ejercido la función pervertizante. La madre oscilaba, pero buscaba ayuda e intentaba ser la madre de su hija. La nueva pareja de la madre, que fue un logro de la terapia familiar, fue un elemento central en todo esto. Los dos (madre y padre), coincidían en la des-valorización del padre y su función.

 En ese contexto, la jueza me interrogó sobre la situación de la niña, del padre, de la familia en su conjunto así como del propio proceso terapéutico.

 Fui construyendo mi respuesta con toda la delicadeza que me exigía la situación. La ética orientaba mi participación. Cuidando cada palabra, pensando en los integrantes de estas familias (pensando en la familia en la que había nacido la niña y la nueva conformada con la nueva pareja de la madre). Di mi opinión en torno a la niña, a la madre, y al padre, expresé claramente mi preocupación porque él pudiera desempeñar su función de padre de la mejor manera. Expliqué a pedido de la jueza como fueron surgiendo los datos de la situación, de la enuresis y de lo que el propio padre había reconocido en la sede Judicial, así como de las dificultades que los dos (madre y padre) habían tenido en el ejercicio de sus funciones. Yo pensaba que esta instancia judicial debía ser de valor terapéutico para esta familia. Es lo que buscaba con mi declaración. De acusada, que era el lugar en el que fui colocada, trabajé para rescatar mi rol terapéutico.

 Creo que así fue. Este momento tan difícil que vivimos todos, la familia y yo como terapeuta, fue un acontecimiento, por lo inesperado y novedoso. Esta instancia, hizo aparecer a lo interno de esta familia, la ley, y desde allí la reorganización de lugares y funciones dio comienzo, lo que luego se fue afianzando en el proceso terapéutico.

Lo ocurrido en la instancia judicial partió el proceso familiar: desde allí hubo un antes y un después.

El padre a partir de esa experiencia y de las medidas que tomó la jueza en torno a sus visitas a la hija, se apoyó en un amigo de su propio padre con el que empezó a construir un modo de ser padre con su hija.

 

La función terapéutica como habilitadora de las funciones materna y paterna.

 Sencillo sería dar como un hecho duro, sólido, que ‘fulano’ “no puede ser papá” o que ‘mengano’ “está inhabilitado para serlo” o que determinada mujer no puede ser madre.

Creo que nos corresponde cuestionar las condiciones vividas en sus tramas familiares e intergeneracionales que pueden llevar a sostener esas ideas, o a tener ciertas imágenes y vivencias en torno a la función materna y/o paterna que los inhabilita. Como si estas afirmaciones fueran definitivas y sólidas.

 Creo que nuestro desafío, es la deconstrucción de este tipo de ideas generadas en lo macrosocial, en las familias y en lo individual, ya que al deconstruirlas, podremos dar lugar a la construcción de otras imágenes y posibilidades del ejercicio de la función materna y/o parental.

Los actos clínicos son operaciones complejas, de investigación, de elaboración teórico-clínica, de invención de estrategias para atender las distintas demandas, de construcción de los encuentros con los otros humanos. Estamos requeridos a interrogar la clínica, el imaginario, la maraña que produce el sufrimiento que trae cada quien así como la posibilidad de potenciar al otro y rescatar lo mejor de cada quien, para que cada encuentro psicoterapéutico sea un ‘acontecimiento’ y no una repetición .

 

Bibliografía

Badinter, Elizabeth (1994): XY, La identidad masculina. Grupo Editorial Norma. Colombia.

Bourdieu, Pierre (2000): La dominación masculina. Ed. Anagrama. Barcelona.

Grande, Alfredo(2002): Psicoanálisis Implicado :La marca social en la clinica actual. Ed. Topía. Bs.As.

                            2004): Psicoanálisis Implicado 3: Del diván al piquete. Ed.  Topía, Bs.As .

Guevara, Ernesto Che (2004): Diarios de motocicleta. Ed. Planeta. Bs.As.

Lewkowicz, Ignacio et al: (2003) Del fragmento a la situación. Notas sobre la Subjetividad contemporánea. Ed. Altamira. Bs.As.

Morin, E () Introducción  a la epistemología de la complejidad.

 Najmanovich, Denise: Clases del Seminario: “La subjetividad a fin de  Milenio”. En Psiconet, Internet.

Toporosi, Susana (1999): Abuso sexual en la Revista Topía, Buenos  Aires.

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La ciencia de la ficción / La ficción de la ciencia

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Los films de ciencia ficción adoptan casi siempre la forma de una anticipación, y la anticipación adopta a su vez la forma de una conjetura, formulada a partir de tendencias reales del mundo real. De ahí que dicha narrativa cinematográfica, sea una narrativa de la hipótesis o la abducción; juego científico por excelencia, ya que toda ciencia funciona mediante abducciones.

A la larga lista de los temas clásicos abordadas por el género, como ser: la supervivencia, el tema del doble, la monstruosidad, el viaje en el tiempo, las alteraciones del cuerpo, las computadoras, la creación de seres artificiales, los extraterrestres, la ciudad opresora, las consecuencias negativas del crecimiento ilimitado de la ciencia, la destrucción del mundo, la conquista del espacio, etc.., habría que agregar, una cuestión relativamente nueva, y que nos ocupa en este artículo: la problemática del sueño y el fin del dormir. Problemática que no es exclusiva de la ciencia ficción, sino que fue abordada en muchos films que pertenecen a géneros diversos, como por ejemplo Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese, Al límite (2010) de Martin Campbell, El maquinista (2004) de Brad Anderson, Insomnia (Noches blancas, en argentina, 2002) de Chistopher Nolan, o

Lost in Translation (Perdidos en Tokio en Argentina, 2003), de Sofía Coppola, entre otros, donde se tematiza sobre los efectos nocivos del no dormir, desde la perspectiva del policial, del thriller psicológico, o la comedia dramática.

Pero volviendo a la ciencia ficción, es más que interesante lo que plantea Jonathan Crary, en el citado libro  24/7 El Capitalismo Tardío y el fin del sueño, donde el autor rastrea a través de varios films, y nos advierte que el próximo paso del capitalismo del siglo XXI, aunque parezca fantástico, es acceder al sueño (ese tiempo “ambiguo” que hasta ahora había resistido todo intento de intromisión, para explorarlo, regirlo, incluso para suprimirlo) para explotarlo y extraerle valor comercial a nivel global. Muchos films de ¿ciencia ficción?, plantearon esta posibilidad: que el sueño puede ser expropiado. Que el sueño deje de ser el guardián del dormir. Su objetivo científico: reducir al máximo la necesidad de dormir. Objetivo que el capitalismo, viene llevando a cabo desde principios del siglo XX, en la que en promedio un adulto dormía diez horas diarias, luego se pasó a ocho horas diarias, y hoy se redujo a seis horas y media.

El poder del capitalismo se ejerce sobre los cuerpos. El dormir y el sueño, serían para el capitalismo una “pérdida de tiempo”. Ya lo había anticipado Marx: el capitalismo es inseparable de la organización del tiempo del trabajo, en tanto forma de producir plusvalía.

En definitiva se trata de extraer rentabilidad de todas las actividades del hombre, que éste permanezca en actividad laboral continua, o sea que consuma las 24 horas del día durante los 7 días de la semana. Y para ello es necesario que se esté unido a los servicios de interconexión, desde el nacimiento hasta la muerte.

No habría momentos de paz o de pausa, pues los ámbitos de trabajo, consumo y entretenimiento, la información y la gestión narcisista de la propia imagen se integran y coaligan entre sí en una misma temporalidad a lo largo de un mirador orbicular. Ya no habría “afueras”. En un mundo así, se alimenta el consumo visual de simulaciones eficaces, que confirman el estado de cosas imperante, y se castigan o desestiman las imágenes que pudieran reorientar la percepción y la vida anímica hacia encuentros y proyectos desligados de la pura autoadministración que no tiene en cuenta al semejante…, comenta Christian Ferrer en el prólogo al libro de Crary.

La hiperkinesia diaria le roba a la vida de los humanos la capacidad para demorase, y sus elementos reflexivos. Hoy vivimos un tiempo atomizado, donde todos los momentos –incluso el dormir- tienden a tornarse iguales, y no se distinguen entre sí, impidiendo que se crean formas divergentes e independientes, ya que este proceso temporal va acompañado de una masificación y homogeneidad cada vez más creciente. Al consumo ininterrumpido, le sigue aislamiento social e impotencia política.

 

El soldado insomne: como en el caso de Internet, que en sus orígenes empezó siendo explorada y utilizada con fines militares, y después se introdujo en los distintos ámbitos civiles, expandiéndose hacia usos industriales y comerciales, las investigaciones destinadas al “fin del dormir”, inicialmente formaban parte de la creación de un soldado insomne, incluyendo el desarrollo de una droga contra el miedo. Al decir de Crary, lo que se busca a corto plazo, es desarrollar métodos para permitir que un combatiente se mantenga, como mínimo, siete días sin dormir y, a largo plazo, tal vez el doble de ese tiempo, preservando, a su vez, un alto rendimiento físico y mental…..el soldado insomne resultará el precursor del trabajador o el consumidor insomne.

Ya en el año 1992, el director Roland Emmerich, llevó al cine con gran éxito de taquilla, Soldado universal (va por la cuarta entrega), protagonizada por Jean-Claude Van Damme y Dolph Lundgren. Dos soldados que mueren en la guerra de Vietnam, son resucitados como “súper soldados” (los “UniSol) en un proyecto secreto del ejército de E.E.U.U. Estos soldados son transformados en eficaces máquinas de matar, no duermen y casi no tienen necesidades humanas, salvo las drogas que les permiten no tener miedo, no sentir dolor y en especial no recordar.

 

La luz del día durante toda la noche: desde una perspectiva más cuasi-religiosa y psicológica que científica, Andrei Tarkovski, en Solaris (1972), basada en la novela homónima  del polaco Stanislaw Lem, nos propone la visión de supuestos “visitantes-fantasmas” de unos enloquecidos astronautas. Su singularidad proviene de la recreación de las culpas y complejos, como proyecciones mentales de los propios ocupantes de la estación espacial Prometheus, que pueden pasar de la ternura a agresiones viscerales. Y no del contacto con inteligencia extraterrestre, proveniente del océano del misterioso e incomprensible planeta Solaris. Incluso casi la totalidad de la tripulación de la base se han suicidado.

La advertencia anticipatoria del film, consiste en que la investigación llevada a cabo por el protagonista, el psiquiatra Kelvin, da como resultado  que las causas de las apariciones y las muertes, son producto del confinamiento prolongado en un espacio iluminado artificialmente, sin noche ni día, más la consecuente  privación del sueño, y no de intervenciones alienígenas. En este genial film de Tarkovski, el insomnio es crónico, el resultado: alucinaciones y pérdida del dominio cognitivo.

El empobrecimiento sensorial del entorno de la estación y la falta de un tiempo diurno debilitan la integridad psíquica que se aferra a un presente estable y da lugar al sueño, en cuanto portador de la memoria que se reubica en la vida de la vigilia. Para Tarkovski, esta proximidad entre lo espectral y la fuerza viva de la memoria es lo que vuelve tolerable la continua exposición y la falta de sueño, comenta a propósito, Jonathan Crary.

 

Imperativos de consumo: Equilibrium (2002) es un film de Kurt Wimmer, protagonizado por Christian Bale y Emily Watson, situado en un futuro distópico (utopía negativa) después de una guerra mundial. Donde las emociones han quedado proscriptas por el gobierno, como causa de la supuesta “decadencia humana”. Éstas, junto a los sueños son controladas mediante una droga sintética llamada PROZIUM. Todo aquel que se niegue a consumirla en forma continua, y elija tener emociones, es calificado como “ofensor de sentidos”, y condenado por “crimen sensorial” a la pena de muerte.

Muchos son los paralelismos con las geniales novelas Un mundo feliz, de Aldous Huxley, donde una sociedad se ofrece como utópica, gracias al sacrificio de los sentimientos. También con la novela 1984, de George Orwell (llevada al cine por Michael Radford), en cuanto a la absoluta opresión del estado, y su propaganda invasiva. Estos films, advierten y señalan la ruptura de los lazos sociales entre los individuos, y éstos con sus sentimientos y emociones personales, incompatibles con las demandas del capitalismo. Cuyos requisitos y objetivos de consumismo acelerado e ilimitado, es volverlos compatibles.

 

Todos los animales son más vulnerables cuando duermen, incluso el hombre: para finalizar, me gustaría sugerir para los que no las vieron todavía, tres films emblemáticos sobre las problemáticas planteadas: La jeteé (1962) de Chris Marker, Minority Report (2002) de Steven Spilberg (basada en un relato del año 1956 de Philip Dick, y El Origen (Incepción, 2010) de Christopher Nolan.

La Jeteé, es un film francés de 28’ filmado en blanco y negro, en realidad una fotonovela, con una breve secuencia de imágenes en movimiento. Terry Gilliam se basó en él para hacer 12 monos (1995). Tras una apocalíptica guerra nuclear, el mundo ha quedado devastado. Un grupo de científicos llegan a la conclusión que el modo de salvar a la humanidad, es mandar a una persona al pasado para pedir ayuda, o al futuro para buscar una solución a la situación del presente.

Historia de corte experimental sobre el poder de la memoria concentrada en los sueños. Donde los sobrevivientes se refugian en los subsuelos de ciudades en ruinas, aislados por completo de la luz del día. Todo depende de la recuperación de la ensoñación del protagonista. Los recuerdos como los sueños se presentan como accesibles a la manipulación del poder dominante. “La policía del campo patrulla incluso los sueños”. El desarrollo tecnológico hace de los sueños “productos” que pueden ser registrados, intervenidos y manipulados como cualquier otro “objeto” mediático.

En Minority Report, ubicada en el año 2054, el capitán Anderton (Tom Cruise), adicto a la droga “Neoroina”, perteneciente a la Fuerza de Policía “PreCrimen”, usa las visiones y sueños de dos hermanos gemelos y una mujer, con habilidades precognitivas que predicen y evitan asesinatos futuros, logrando una tasa bajísima de criminalidad en la sociedad. Pero hay casos en el que el futuro asesino de estas visiones, podría tomar una decisión inesperada y no prevista.

Para Rodrigo Fresán, lo que cuenta el film es “- más allá del aspecto anticipatorio- algo por lo que estamos pasando en estos días: la obsesión paranoica en cuanto a lo que puede llegar a suceder, y cómo impedirlo antes de que ocurra. El 11 de septiembre de 2001 lo cambió todo, o empeoró todo lo que ya estaba mal.”

En cuanto a El origen,  es quizás el más inquietante y demoledor de todos, ya que va más allá todavía: Incepción (título original) es el nombre de la multinacional para la que trabaja Don Cobb (Leonardo Di Caprio), quien al principio del film se encarga junto a su grupo, de extraer y robar los secretos que almacenan los empresarios de grandes corporaciones, “insertando” una idea para destruir a la competencia, a través de un sofisticado laberinto onírico, que multiplica el tiempo de la vigilia, cinco minutos de vigilia son una hora en el sueño. Esto se logra por medio de un dispositivo conocido como “la máquina de los sueños”. Ésta administra sedantes que le permite compartir el mundo de sueños construido por el soñador, para ser luego ocupado por proyecciones mentales (subconscientes) del sujeto al que se le extrae la buscada información.

La premonición que éste film plantea, es el poder absoluto del capitalismo, que puede llegar a tener, en un futuro no tan lejano, el de controlar y manipular los sueños, penetrando en los datos que éstos proporcionan. Se trata nada más y nada menos que del negocio más rentable: el negocio de los sueños.

 Como vemos, la mejor ciencia-ficción, siempre se apoya sobre los sólidos pilares de lo real presente y verificable. En este caso, el dormir deberá transformarse en un débil tejido que debe ser roto y embebido con sueños ajenos. Siempre quedará una gota de sangre por beber para el capitalismo.

 

¿Cómo puede dormir y soñar, un cuerpo infestado de consumismo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Dar en el blanco: Itinerarios de la psicología. Circulación de saberes y prácticas en la Argentina del Siglo XX

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Editorial Miño y Dávila, 238 páginas

Este volumen reúne los primeros resultados de un trabajo colectivo orientado a indagar el devenir histórico de la psicología en la Argentina del siglo XX desde el punto de vista de la circulación de saberes, técnicas, personas y materiales. Lejos de proponerse como un marco homogéneo, la riqueza de este enfoque radica en habilitar una serie de perspectivas fructíferas para la indagación y reflexión histórica. Para presentar su especificidad y posibilidades es pertinente considerar el problema de la ausencia de unidad y límites regulares de los saberes “psi” -fórmula con la que aludimos de sucinto modo a las diferentes formas de estudio de lo psíquico: la psicología en sí, la psiquiatría, el psicoanálisis, la psicopedagogía, las neurociencias, entre otros. La constante ampliación, el solapamiento y la transformación de objetos, problemas y ámbitos de acción entre esas diversas especialidades suelen ser abordados por sus practicantes a partir de discusiones sobre criterios de demarcación, disputas por ámbitos de aplicación y búsqueda de ciertas filiaciones disciplinares-. Pero desde el punto de vista histórico de la circulación de saberes, ese creciente entramado de ideas y prácticas resulta de la movilidad inherente de su producción y de los intercambios entre comunidades de autores y profesionales de diversas geografías y tiempos. Por “circulación” no se comprenderá aquí la mera difusión o transmisión de saberes, sino un proceso de encuentros, negociaciones y tensiones dentro de un circuito en el que participan diversas figuras -científicos, intelectuales, editores, docentes, profesionales, etc. (Raj, 2013)-. Se trata de un flujo de recursos que abre la trama disciplinar, y que así permite desarrollos, cruces y resultados no previstos en múltiples direcciones. A partir de allí es posible iluminar cómo y dónde ciertos insumos y problemas fueron puestos a disponibilidad de una comunidad disciplinar particular, y qué tipos de relaciones se establecieron entre diversos productores y usuarios de saberes.

Dados los permanentes cruces entre los saberes “psi” y otras áreas de conocimiento, los procesos y problemas a indagar son complejos. Para dar cuenta de ello los estudios históricos han adoptado marcos crecientemente sofisticados. En la actualidad, la literatura crítica sobre historia de la psicología, de la psiquiatría y del psicoanálisis incluye las tramas sociales, culturales, políticas e institucionales para lograr amplitud y solidez en las indagaciones (ej. Plotkin 2003; Ohayon, 2006; Dagfal, 2009; Chapouis, Pétard&Plás, 2010; Valsiner, 2012; García, Macchioli y Talak, 2014; Vezzetti, 2016). De este modo es posible considerar la intersección de varias dimensiones de los procesos históricos: los espacios de legitimación académica (universidades, publicaciones, congresos, sociedades científicas, etc.); los procesos de lectura, discusión, apropiación y adaptación a situaciones locales de obras de autores y corrientes de pensamiento provenientes de otras geografías y/o períodos históricos; los cruces interdisciplinares motivados por las coyunturas y/o la producción de saberes; los cruces entre las prácticas de investigación y de uso profesional de dichos saberes; las biografías colectivas y las múltiples pertenencias socio-culturales de los actores; así como el impacto a nivel cultural de los discursos “psi”, entre otras. Esta mirada ampliada sobre los factores que intervienen en las fronteras y agendas disciplinares permite reconsiderar los aspectos específicamente epistémicos, típicamente importantes en la historia de la ciencias y la historia intelectual, a la luz de sus vínculos inmediatos y mediatos con una o varias coyunturas. Al mismo tiempo, ello permite sumar diversos temas de estudio que exceden los marcos disciplinares y requieren de herramientas historiográficas específicas. De conjunto, el campo de indagación se enriquece en sus tópicos, en sus categorías analíticas y en sus fuentes documentales, lo que permite desprenderse de visiones celebratorias de individuos o corpus teóricos circunscriptos, así como no subsumir procesos históricos a categorías que, aunque habituales, no siempre son precisas o fértiles, tales como “países”, “escuelas”, “discursos” o “paradigmas”, entre otras.

Es dentro de esa ampliación de tópicos y renovación metodológica en la que busca inscribirse este volumen a partir de incluir el problema de la circulación de saberes. En años recientes, varios han sido los marcos historiográficos que han abordado esta cuestión; entre ellos, la historia transnacional es quizás la que ha ofrecido un marco más específico. Este enfoque propone la reconstrucción de tres tipos de procesos interdependientes: la conformación de instituciones y programas académicos integrados en redes internacionales; la migración de intelectuales y científicos; y las políticas de intercambio de los productos académicos y científicos (Heilbron, Guilhot, Jeanpierre, 2008). En lugar de asumir que la producción de conocimiento depende necesariamente de un solo contexto o de estructuras estatales, el enfoque transnacional pone de relieve el espacio fluido de intercambio de saberes y la autonomía relativa de científicos e intelectuales respecto de las instituciones locales. Queda destacado, por tanto, que la difusión e implantación de saberes no pueden quedar supeditadas a “corrientes”, disciplinas ni fundamentalmente, a los Estados-Nación y sus gobiernos. Esto último constituye el principal aporte de la historia transnacional: el descentramiento de la idea de “nación” como presupuesto organizador del estudio de los saberes. La historia transnacional propone “el estudio de movimientos y fuerzas que trascienden los límites nacionales” (Iriye, 2004, p. 213), esto es, ideas, colectivos o instituciones que se organizan con cierta independencia de las fronteras políticas y de los aparatos de gobierno de los Estados-Nación, en pos de intercambios y transacciones entre comunidades. La transnacionalidad de la ciencia en el siglo XX tuvo diversos soportes: las relaciones de instituciones científicas y académicas; la movilidad de científicos e intelectuales, que permitió la circulación de ideas, modos de trabajo y pautas de sociabilidad; la distribución de productos científicos, como literatura, tecnología, tests, procedimientos metodológicos, técnicas administrativas, entre otros; y las políticas de intercambio científico promovidas por instituciones no científicas ni académicas, lo que incluye a los Estados-Nación pero no se limita a ellos. Los enfoques transnacionales permiten reubicar el papel de lo nacional, tanto en las ideas de los actores a indagar, como en el marco de análisis del historiador.

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Salud Mental: el poder médico-psiquiátrico reconfigura su hegemonía

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Marco conceptual e ideológico de la hegemonía psiquiátrica

A partir de Gramsci, la hegemonía es entendida como un proceso de dirección política e ideológica, en el que una clase o sector logra una apropiación preferencial de las instancias de poder en alianza con otras clases, admitiendo espacios donde los grupos subalternos desarrollan prácticas independientes y no siempre “funcionales” para la reproducción del sistema.

Asimismo, al ubicar en un contexto histórico la atención de los padecimientos mentales, nos encontramos con un modelo (que aún persiste), basado por sus funciones de control social, de transgresión de los derechos de las personas y de altos índices de cronificación de quienes resultan internadas en instituciones psiquiátricas (hospitales y colonias). La ideología asilar o manicomial, históricamente tiene a la psiquiatría como disciplina que le dio sustento y validez.

Como bien se sabe, las instituciones psiquiátricas fueron investigadas profusamente por diversos autores en el marco de las llamadas “lógicas y prácticas manicomiales”. Entre las más destacadas, vale considerar las desarrolladas por Michel Foucault, en su obra El poder psiquiátrico.

Este proceso actual, se inscribe en el llamado “tecnocapitalismo”, en el cual las corporaciones farmacéuticas, han pasado a ser una de las actividades con mayor margen de renta del sistema capitalista

De forma sucinta, en dicha obra, Foucault avanza en el análisis de dichas prácticas y expresa: “que el dispositivo psiquiátrico, se articula en torno a tres ejes: el del poder -en cuanto el psiquiatra se instituye como sujeto actuante sobre otros-, el de la verdad -en tanto el alienado queda constituido como objeto de saber- y el de la subjetivación -pues el sujeto debe hacer suyas unas normas que se le imponen-”.

Resulta interesante a los efectos de brindar herramientas a la comprensión de la compleja historia y evolución de la Salud Mental (considerando sus variantes conceptuales: campo de intervención político - organización de un sistema de atención - expresión de padecimientos subjetivos), cómo Foucault considera a la psiquiatría, situándola en el marco de prácticas discursivas y en tanto un “dispositivo” de poder, en el cual se anudan elementos tan heterogéneos, como discursos, roles, estatutos, modos de tratamiento, medidas administrativas y leyes, criterios normalizadores, disposiciones reglamentarias, ordenamientos arquitectónicos, etc.

La evolución de la Psiquiatría como disciplina custodial fue variando, asimilándose finalmente como “especialidad” del saber médico. Vale como recordatorio, que su rol como práctica asistencial y su institución asociada, el hospital psiquiátrico, ha contado históricamente con profundas críticas, siendo quizá la más reconocida, la generada por el movimiento de la “anti-psiquiatría” de los años ´60.

Como parte de la perspectiva crítica que se generó mundialmente en torno a la disciplina psiquiátrica, un punto de referencia importante para los países de Latinoamérica, ha sido la “Declaración de Caracas” (1990), en la cual se expresa: “que la reestructuración de la atención psiquiátrica en la Región, implica la revisión crítica del papel hegemónico y centralizador del hospital psiquiátrico en la prestación de servicios; así también, que la atención psiquiátrica convencional, no permitía alcanzar los objetivos compatibles con una atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva”. Esta declaración suscripta por las principales asociaciones psiquiátricas americanas y europeas, además de la OMS/OPS, sugestivamente no contó con la participación y tampoco la adhesión de las asociaciones psiquiátricas argentinas, evidentemente renuentes a la propuesta de llevar a cabo una reforma psiquiátrica.

Corresponde aclarar, que el conjunto de experiencias desmanicomializadoras llevadas a cabo en Italia, Inglaterra, Francia y España, al igual que en Brasil, se inscribieron en lo que se da a conocer como procesos de “reforma psiquiátrica”. Al respecto, en el año 2010, la OMS/OPS, si bien reconocían las valiosas experiencias llevadas a cabo en el Hospital Lanús y la provincia de Río Negro, expresaban: “qué a dos décadas de la Declaración de Caracas, las razones de su adopción aún no habían sido superadas en todos los países y ciertamente tampoco en la Argentina”. Ante este reconocimiento por parte de los máximos organismos internacionales (que aún siguen sosteniendo el rol centralizador de la psiquiatría en la atención de la salud mental), queda claro que las asociaciones psiquiátricas de nuestro país, continúan desconociendo los principios adoptados por dicha declaración.

Con la sanción de las leyes de salud mental, tanto de la N°448 de la CABA (2000), como de la Ley 26.657 de Nación (2010), se avanzó con sus lineamientos hacia un paradigma superador de la postulada reforma psiquiátrica, fundamentalmente al desplazar la hegemonía que como práctica, históricamente ejercía la psiquiatría en el modelo de atención. Este desplazamiento, basado en el establecimiento de la interdisciplina como eje en el abordaje de los padecimientos mentales, pone en un plano de igualdad a todas las disciplinas reconocidas. Debe quedar expresamente claro, que esta “democratización” del poder, apunta a los efectos primordiales de brindar y garantizar a las personas que demandan atención, una visión amplificada de los padecimientos mentales, por parte de múltiples saberes clínicos-terapéuticos y sociales, sin hegemonías de ninguna índole.

Entre los años 2010 al 2015... se dilapidaron recursos y fundamentalmente un tiempo indispensable para la plena implementación de la Ley 26.657

Desde una perspectiva política e ideológica, las leyes de salud mental provocaron el surgimiento de grandes resistencias y embates por parte de los sectores corporativos del entramado médico-psiquiátrico, tanto en el proceso previo de sanción (unánimes) de las mismas, como así también a posteriori y hasta la fecha, respecto de sus respectivas implementaciones. Vale aclarar que la crítica proyectada sobre el sesgo corporativista del poder médico-psiquiátrico, no es generalizable, ya que muchos psiquiatras que no coinciden con las cúpulas que detentan las representaciones gremiales, reconocen la validez del trabajo interdisciplinario y también acuerdan con la sustitución de las perimidas instituciones manicomiales.

En el marco de esta confrontación de modelos, podría decirse que se ha instituido una lucha por el sentido y la significación social en la cual la disciplina psiquiátrica lleva lógicas ventajas, en tanto su historia, que se remonta a más de dos siglos. Además, ha construido un fuerte anudamiento con el aparato jurídico, que con fuertes analogías de discurso, le da sostén a la autoridad de un saber y poder normalizador en la sociedad.

El saber psiquiátrico se sustenta a partir de un performativo (enunciados que describen una determinada acción y su enunciación, equivale al cumplimiento de esa acción, “cuando decir es hacer”). En el marco de una real hegemonía del performativo de la psiquiatría, en los últimos años diversas disciplinas se han organizado y han logrado incluirse en el campo de la salud mental (psicoanálisis, psicología, musicoterapia, terapia ocupacional, psicopedagogía, trabajo social, enfermería, etc.), pero las mismas no han generado el poder performativo institucional del que goza la psiquiatría, lo cual las pone en franca desventaja para ser, de verdad, una alternativa disciplinaria frente a los juicios y valores de la especialidad médica. De hecho, deben someterse a intervenir como prácticas subsidiarias de un campo aún organizado y dominado por las representaciones de la psiquiatría y sus representantes, los psiquiatras, siempre dispuestos a luchar por los derechos jurídicos de su incumbencia y su hegemonía.

Es también desde el peso de este performativo, que se pretende diluir el derecho establecido en las leyes de salud mental por el cual compete a todo profesional con título de grado, concursar en plena igualdad de condiciones, para ocupar cargos de conducción y gestión, de instituciones, servicios y dispositivos de salud mental. El establecimiento de este derecho laboral, se tornó en una de las mayores fuentes de conflicto para el hegemonismo psiquiátrico. A causa de ello, subsisten desigualdades en las carreras profesionales de los sistemas sanitarios, tanto del subsector público como privado, con profundas asimetrías respecto del saber médico, en cuanto al plano salarial y derechos laborales. Más grave aún, en algunos casos, se verifica directamente la exclusión de diversas disciplinas “no médicas”, que siguen siendo catalogadas como meras “auxiliares”, tal cual se consignaba en la Ley 17.132 del ejercicio de la medicina, aún vigente (sancionada durante el gobierno militar de Onganía).

En cuanto a la estrategia asumida por los actores del corporativismo psiquiátrico, decididamente apunta a recuperar el “significante” psiquiatría, en tanto diluido y subsumido en las últimas décadas, por el efecto simbólico, semántico y aglutinante del concepto Salud Mental. En relación a ello, vale considerar un artículo de Alejandro Vainer, “La contrarreforma psiquiátrica”, en el cual se hace referencia a las estrategias para la “apropiación psiquiátrica del campo de la Salud Mental”. (Revista Topia N°58, Bs. As., agosto 2006).

En el marco de este proceso por el cual la psiquiatría tradicional o convencional, que a duras penas pudo superar la reducida mirada propia de la descripción fenoménica y biológica, se reconfigura en el marco de las tecnociencias, en convergencia con la industria química-farmacéutica y la genética. Este proceso actual, se inscribe en el llamado “tecnocapitalismo”, en el cual las corporaciones farmacéuticas, han pasado a ser una de las actividades con mayor margen de renta del sistema capitalista. Nos decía el Dr. Allen Frances (ex redactor jefe del manual diagnóstico DSM-IV) en su visita a nuestro país, en octubre del año pasado: “El negocio de la industria farmacéutica es vender pastillas, y descubrieron que la mejor forma de hacerlo es vender enfermos y comercializar enfermedad. Nos han vendido la idea de que los problemas cotidianos se deben a un desequilibrio químico y requieren una solución química”.

La búsqueda de los orígenes genéticos, neuroquímicos y fisiológicos del comportamiento humano, a través de dudosas “investigaciones científicas”, no sólo apuntan a la mercantilización del padecimiento, sino que además, busca neutralizar los efectos del atravesamiento que las prácticas sociales ejercen sobre el sujeto, exhibiéndolo como autorregulado por la fisiología y la genética. En sintonía con las tecnociencias, hoy han tomado gravitación las llamadas “neurociencias”, que el discurso psiquiátrico expone como el “nuevo paradigma”, superador de la salud mental interdisciplinaria (y particularmente del psicoanálisis) y que cuentan además con el soporte y complemento terapéutico, de las psicologías cognitivista, conductista y comportamental.

Marco fáctico-operativo de la hegemonía médico-psiquiátrica

El desarrollo de acciones concretas enmarcadas en el corpus ideológico médico-psiquiátrico detallado precedentemente, han tenido su correlato en la Ciudad de Buenos Aires, desde la sanción de la Ley 448 de Salud Mental. Mediante acciones corporativas de todo tenor, se impidió la transformación del modelo de atención. Desde diversos números de la revista Topía, se han reflejado detalladamente los obstáculos y boicots implementados, particularmente por la Asociación de Médicos Municipales (AMM) de CABA, en tanto responsables del nombramiento de los funcionarios en el área de Salud Mental, en particular desde el año 2008, con el surgimiento de la gestión gubernamental del empresario Mauricio Macri.

Respecto de la Ley Nacional de Salud Mental, como era de esperarse, también ha sido pasible de un sistemático hostigamiento corporativo, para impedir su plena implementación. Este accionar, comenzó en la propia gestión del gobierno nacional anterior (durante el cual se sancionó la ley en el año 2010), contrariando lo expresado en la norma legal y verificándose la subordinación de la Dirección Nacional de Salud Mental y otras instancias, a los arbitrios del poder médico psiquiátrico hegemónico, instalado históricamente en el Ministerio de Salud de la Nación.

Entre los años 2010 al 2015, se observa que:

- Se “demoró” tres años la reglamentación de la Ley 26.657, por el lobby corporativo médico-psiquiátrico, inhibiendo así, poder llevar adelante las transformaciones.

- Se destinaron partidas millonarias para la remodelación de los hospitales neuropsiquiátricos “El Zonda” (Pcia. de San Juan) y “Emilio Vidal Abal” (Oliva - Pcia. de Córdoba), contrariando expresamente la ley, en cuanto se debía sólo destinar los recursos para el proceso de sustitución de los mismos.

- Se convirtió al ex Cenareso (atención de adicciones) en un hospital monovalente contradiciendo la ley, respecto de la prohibición de crear nuevas instituciones para la internación de personas.

- Se delegó el relevamiento epidemiológico del país a una asociación psiquiátrica (APSA) que se opuso férreamente a la sanción de la ley y desconoce la interdisciplina, acordándole un presupuesto millonario.

- No se financiaron, pese a contar con recursos, la apertura de los dispositivos sustitutivos en las diferentes provincias, siendo este un punto clave y definidor de la desmanicomialización.

- Los sectores contrarios a la ley 26.657, acudieron a la Justicia para objetar el funcionamiento del Órgano de Revisión Nacional, para neutralizar la intervención y control de las internaciones, en efectores públicos y privados. No se hizo ostensible un apoyo a dicho Órgano por parte del área ministerial de Salud Mental.

- La Asociación de Médicos Municipales (AMM) veta en la Legislatura el tratamiento del proyecto de creación del Órgano de Revisión de la CABA, presentado por la Defensoría del Pueblo y otros actores. Falta de apoyo por parte del área nacional de salud mental a dicho proyecto.

En síntesis, se dilapidaron recursos y fundamentalmente un tiempo indispensable para la plena implementación de la Ley 26.657. Sin dudas, no sólo el poder médico-psiquiátrico logró su cometido de mantener el “status quo” del sistema asilar y los intereses ligados al mismo, sino que también la lógica neoliberal avanzó en la consolidación de la dinámica mercantilista representada por el sector privado de atención, con el trasvasamiento de recursos públicos y la consiguiente pauperización del sistema estatal de atención (nacional y provincial).

En el año 2016, con el advenimiento de un nuevo gobierno, plenamente identificado con las retrógradas políticas neoliberales, se consolida una alianza para la gestión del área de salud, con el sector corporativo médico ya “gobernante” desde hace 10 años en la Ciudad de Buenos Aires

Ya en el año 2016, con el advenimiento de un nuevo gobierno, plenamente identificado con las retrógradas políticas neoliberales, se consolida una alianza para la gestión del área de salud, con el sector corporativo médico ya “gobernante” desde hace 10 años en la Ciudad de Buenos Aires. Efectivamente, la Asociación de Médicos Municipales (AMM), se establece con casi los mismos funcionarios de la Ciudad, ahora en el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación, estableciendo un verdadero cogobierno de la salud del país, siendo gestores y cómplices del mayor avance privatista en salud de los últimos años, la imposición de la Cobertura Universal de Salud (CUS), proyecto en ciernes, que apunta a la desaparición del sistema público-estatal de salud.

Entre las acciones puntuales de este inédito anudamiento de poder y en relación específica al área de Salud Mental, se puede detallar:

- Designación para la Dirección Nacional de Salud Mental, de un psiquiatra que procede del sistema privado y se opone públicamente a las leyes 448 y 26.657.

- Desmantelamiento de programas de atención primaria de la salud orientados a SM, en diversas provincias y cesantías de profesionales afectados a los programas.

- Falta de convocatoria durante casi dos años, del Consejo Consultivo Honorario de Salud Mental, creado por la ley, para asesoramiento de las autoridades del área. Virtual vaciamiento de la “Comisión Nacional Interministerial de Salud Mental y Adicciones” (CoNiSMA), organismo fundamental para la articulación de las políticas intersectoriales.

- Derogación de la Resolución 1484/15, que contenía los lineamientos para la habilitación de efectores y servicios de SM, públicos y privados. Conminaba a adecuar los efectores públicos y privados, en base a los lineamientos de la Ley Nacional. Esta derogación fue impulsada por el lobby de clínicas psiquiátricas privadas, que lucran con las internaciones voluntarias e involuntarias.

- Presentación al Dr. Jorge Lemus (ministro de Salud de la Nación) de una propuesta para la modificación del Decreto Reglamentario 603/2013 de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, “a los efectos de mejorar las posibilidades de trabajo de los equipos interdisciplinarios y el bienestar de los pacientes, garantizando el funcionamiento de los hospitales neuropsiquiátricos más allá del 2020, fecha en que se pretendía cerrarlos…” Además apunta a modificar diversos puntos que contrarían intereses de los psiquiatras. Participaron de la propuesta: Asociación de Médicos Municipales (AMM) - Asociación Gremial de Psiquiatras de Capital Federal - Federación Médica de Capital Federal (Femeca) - Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina - Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) - Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) - Asociación Médica Argentina (AMA). (Cabe resaltar que casi todas estas entidades, se presentaron en 2004 en la Justicia de la Ciudad, para declarar la inconstitucionalidad de la Ley 448 de SM de CABA, fracasando en su intento).

- Resolución 1876 - E/2016 - se aprueban las “Normas para Habilitación de Establecimientos y Servicios de Salud Mental y Adicciones sin internación” y “Normas para fiscalización de establecimientos y Servicios de Salud Mental y Adicciones” que se encuentren habilitados según Resolución Nº 1.121 de fecha 12 de noviembre de 1986-. Esta resolución retrocede 30 años y establece de forma ilegal la supremacía médica psiquiátrica para cargos de conducción de servicios y efectores de salud mental. También restaura ilegalmente la continuidad de efectores neuropsiquiátricos y colonias, cuestión fundante para justificar la existencia de las clínicas privadas para internaciones prolongadas.

- Separación de las Residencias de Salud Mental, en residencias de psiquiatría y psicología, rompiendo con el criterio interdisciplinario establecido por la LNSM. En un manifiesto acuerdo con algunas asociaciones de psicólogos y de salud mental, el Director Nacional de Salud Mental, anunció la inminente creación de las “especialidades” en Psicología (cuestión que no ha sido debatida en los ámbitos que corresponden, de formación y profesionales).

- Instauración de las “Neurociencias” como eje fundamental de intervención terapéutica y “superador” del paradigma de salud mental (interdisciplinario e intersectorial).

- Falta de control y fiscalización de la DNSMyA, respecto de muertes, abusos y malos tratos en la creciente aparición de las llamadas “Comunidades Terapéuticas”, para tratamiento de personas con consumo problemático de sustancias (se calcula que se han diseminado en el país centenares de CT).

- Falta de control y fiscalización de hospitales públicos monovalentes y en particular de clínicas psiquiátricas privadas. Recientemente, en Resistencia (Chaco), se incendió una clínica en la cual fallecieron cuatro mujeres, presuntamente atadas a las camas.

- El Director Nacional de Salud Mental, Dr. Andrew Blake, cerró la “Casa SIS” (Salud con Inclusión Social), una experiencia inédita de dispositivos de inclusión social para personas con padecimiento mental, situada en la Ciudad de Bs As. Los usuarios quedan desprotegidos. (Junio 2017).

- Resolución 1061/E/2017 (02 agosto) - Creación del “Consejo Consultivo Permanente de SM” en la órbita de la DNSMyA y coordinado por su director, convocando a “expertos” en la temática. Se intuye que con la intencional similitud del nombre, éste resulta un paso previo para la disolución del instituido Consejo Consultivo Honorario, legalmente creado por la LNSM.

La imposición de la Cobertura Universal de Salud (CUS), proyecto en ciernes, apunta a la desaparición del sistema público-estatal de salud

Como podrá observarse, este estado de situación presentado, contradice terminantemente los lineamientos expresados por la Ley Nacional de Salud Mental, que son compartidos mayoritariamente en el campo de la salud mental. El sostén de esta clara concepción conservadora, parte de una reconfiguración del poder médico-psiquiátrico que intenta restituir  su histórica hegemonía, actuando corporativa y cupularmente desde un marco de ilegalidad. Dicha ilegalidad, facilitada por alianzas con diversos gobiernos de turno, les permite inhibir en lo que debería ser un “estado de derecho”, la acción benéfica que desde la norma se propicia para quienes fue destinada: primordialmente, para quienes transitan un padecimiento psíquico y sus familiares; en un segundo plano, para el conjunto de trabajadores de la salud mental. La construcción de un nuevo paradigma de atención en salud mental, no admite hegemonías que intenten quebrar con el criterio interdisciplinario.

Ante una realidad que expresa el agravamiento de los avances neocapitalistas y los intereses de grupos corporativos, avasallando derechos adquiridos a partir de una histórica lucha en el campo de la salud mental, se nos presenta un enorme desafío para la construcción de un movimiento o frente político-social, plural y dinámicamente activo por la defensa de esos derechos. Es en el marco de este desafío, que urge trabajar en una amplia convocatoria de actores representativos, que no sólo provengan del campo de la salud mental, sino que desde toda la comunidad se incluyan y participen del proceso de transformación que sostiene la historia, hoy transmutada en ley. Acceder a los derechos que se postulan, implica una lucha no exenta de contradicciones y fragmentaciones, a veces inducidas por una historia reciente en la cual el individualismo, la indiferencia y el terror, acentuaron sus marcas.

Mi caso más triste

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Agradezco a Topía la idea de relatar un caso grave, visto y tratado desde una perspectiva psicoanalítica.

El caso que hoy presento, es muy grave. No solo por su enfermedad. Tuvo una vida penosa, ligada, apresada, amarrada a un pasado de condiciones amargamente hirientes y envenenadas. Chocó con situaciones a las que no les encuentro adjetivos. No encuentro palabras lo bastante siniestras, horribles y amargas, para describir lo que vivió.

Tratar con Beto me fue muy penoso. Influyó tanto en mí que con una supervisión no fue suficiente. Tuve que recurrir a la ayuda de una psicoterapia personal 

Tratar con Beto me fue muy penoso. Influyó tanto en mí que con una supervisión no fue suficiente. Tuve que recurrir a la ayuda de una psicoterapia personal.

Sentí límites, incapacidades que no podía manejar solo.

Ahora me cuesta mucho escribir esta historia.

Prometí no publicar este caso hasta que hubieran pasado 10 años. Ya fueron más. A menudo lo recuerdo.

La psicoterapia psicoanálitica empezó en el año 2003. Cuando la tragedia de los sucesos que comenzaron en 1976 ya eran una terrible historia.

Alberto se dio un apodo de muy niño, se llamaba Beto.

Su médico, el Dr. Maier, me contó telefónicamente sobre Beto. Me relató que se trataba de un señor de 49 años, argentino, que no hablaba muy bien alemán y que no sabía como ayudarle… Era uno de esos argentinos que ya habían hecho psicoanálisis, agregó.

No era el primer caso que trabajábamos juntos. Su descripción me intrigó porque es un médico muy bueno y hábil.

“Me pareció que vos sabrás”…terminó su relato.

Beto me vino a ver. Había consultado al médico porque tosía.

Le había dado antibióticos, pero no tenían efecto. Los calmantes con Efedrina, Codaína, lo hacían sentirse mareado y no los toleraba, tomaba un jarabe para poder dormir, que no servía mucho. Además estaba siempre constipado con dolor de estómago. Él mismo sugirió que podría ser psicosomático. Maier lo había conocido en el Centro de Refugiados. Iba a verlo él porque hablaba bien castellano.

Beto había llegado a Suiza en 1976 ó 77, a través de una organización de trabajadores de izquierda y de la Cruz Roja Suiza. Estaba en muy malas condiciones físicas, fue tratado cuando llegó. Había perdido mucho peso, se sentía débil y se lo tuvo que alimentar con muchas vitaminas, comidas para astronautas, suplementos alimentarios hasta que se recuperó. Pudo retomar una vida sana.

Como egresado y doctor de la Facultad de Ciencias Económicas de Córdoba, le dieron un trabajo, más bien humilde, en un banco. Pronto mostró que entendía mucho de la profesión y le fueron dando cada vez puestos mejores.

Cuando yo lo conocí ya tenía muchos amigos y una novia. Vivía hacía más de 20 años en Suiza. Participaba en encuentros que hacen los Latinoamericanos.

Hacía muchas veces de “asador” y de cocinero. Me contó riendo de placer, que a Maier le encantaba la parrilla y las empanadas, y que se comía el chimichurrí con la cuchara.

Después de un complicado inicio en nuestras conversaciones, me dijo en una oportunidad al final de la sesión que él se esforzaba mucho para que le fuera bien…y en voz baja y tosiendo: “no se me da, tal vez no puede ser…trato de ser consciente de lo que me pasa, pero no me sale…”

Cuando vino la vez siguiente, después de hablar del frío, le recordé la frase “no se da” que me dijo al salir. Beto me contó que se esforzaba mucho para salir adelante…pero que los amigos eran más bien compañeros de trabajo…y también su novia pertenecía al grupo…era una buena chica, pero que él sentía todo como un esfuerzo, no salían las cosas como antes…sin proponérselo… “es jodido Suiza…”

“Y los suizos son así: desconfiados y testarudos no se hacen amigos de nadie…” Desde aquí en adelante me hablaba de los suizos. A veces le discutí. Pero yo me estaba aburriendo, me daba sueño nuestra conversación que no llevaba a nada y no tenía mucho sentido.

Se podía hablar con él de prejuicios y entendía eso de las proyecciones. Una vez lo cargué diciendo que si cambiábamos a los suizos él dejaría de toser...

Por fin me atreví y me “tiré” a un diálogo diferente:

“Somos los dos argentinos y lo que me sorprende es que nunca hablás del pasado, de nada te acordás, ni de tus amigos, ni de las escuelas, ni de tu familia, en fin de nada que por lo general la gente recuerda. Ni un tango. No sé dónde, ni con quién hiciste análisis, no se nada…

Tal vez estés siempre comparando los suizos con lo que tenías...hacés comidas argentinas, tomás mate…”

Me contestó interrumpiendo: “¡Me propuse no hablar nunca de lo que pasó! ¡Y vos no me vas a sacar nada!”

“-No quiero sacarte nada, pero a veces cuando tosés me viene la idea que es como si tuvieras unas espinas en la garganta…con la tos, las queres escupir, no las podés sacar... Le tenés rabia a los suizos, a todos…, al banco, los médicos inútiles, la mina que tenés… Cambiar no podés nada, te guardás la bronca, sos simpático, cocinás, laburás, te enfermás...”

“-¡Qué de boludeces se le ocurren a los psicoanalistas! ¡Me querés tomar el pelo, qué estúpidas ideas! ¿Te las metió Freud? ¡MIERDA!

- ¡No! Esto va en serio Beto. No estoy dispuesto a perder el tiempo hablando de los suizos… Viniste porqué podía haber algo en vos que, si produce tos o qué se yo, no estás bien. Y la verdad es que pienso a veces que me estás tomando el pelo…

- Vos te creés que estoy chiflado ¿no?

- En absoluto ¡NO! Pienso que sufrís y te veo peor que cuando te conocí. Quiero tu permiso para hablar otra vez con Maier. ¡Estás más flaco, más pálido!

- La verdad es que me siento débil…esta tos de mierda no me deja dormir, ni descansar. A veces estoy mareado…podrido. Llamalo aunque no sirva para nada.

Cuando quise convenir una fecha para hablar con Maier, la chica que me atendió, me conocía, hace el laboratorio, inmediatamente preguntó si se trataba de Beto.

Pregunté por qué y me contó que con él, ella había fracasado. Estaba segura que hasta los niños al final se dejaban tomar sangre para los exámenes del laboratorio…pero con Beto no fue posible…no se dejaba ni poner el cinto ni apoyaba bien el brazo. Ella tuvo que ceder y le avisó al médico que no podía. Nunca le había pasado.

Maier estaba ya esperando el llamado…Para acortar el relato, a Beto no le podían seguir haciendo los exámenes necesarios porque se negaba a todo. Los remedios que se le daban, esperando que tuvieran efecto, habían fracasado. Estábamos de acuerdo en que haría falta Radiología, Resoncia Magnética…Maier me contó que el paciente fue al hospital donde tenía turno. Cuando le explicaron que lo pondrían en la camilla adentro de un cilindro, se levantó y se fue sin decir una palabra, dejó el hospital. No lo pudieron alcanzar.

Se hacía evidente por los comportamientos que Beto había sido torturado. No decía nada, pero sus intolerancias y sus reacciones nos lo contaban. No se podía hablar con él.

Acordamos que trabajaríamos en varias sesiones de psicoterapia, concentrados solo en la cuestión de qué manera se podría enfrentar el problema de tener que hacer los exámenes. Necesitábamos la colaboración de Beto.

Nos hacía falta…algo, un poco, de confianza…no lo torturaría nadie…y a los suizos como él comentaba no les interesaba la gente, solo el trabajo...

En vano esperé al paciente. Beto no venía a las fechas acordadas. Lo llamaba por teléfono, pero no me atendía. Tenía un celular, al tratar de llamarlo me comunicaron que el número había sido cancelado.

Se hacía evidente por los comportamientos que Beto había sido torturado. No decía nada, pero sus intolerancias y sus reacciones nos lo contaban. No se podía hablar con él

Llamé al banco. Una empleada que me atendió, me informó que Beto se iba a comunicar en los próximos días. Llamaría él.

No me quedaba otra que esperar.

Después de unas tres semanas Beto me llamó por teléfono. “¿Me vas a retar?”, preguntó sin decir ni siquiera hola.

Le aseguré que no se me ocurría…pero que lo esperaba. A la sesión acordada llegó puntual, como un suizo.

Esta vez empezé yo: “Nos contaste mucho sin palabras, y es terrible…”

-Hay cosas que no aguanto.

-Se asocian, se juntan con recuerdos siniestros…claro que no querés recordar o pensar…las emociones son atroces, no hay palabras…al contar se revive…vuelven las cosas…y entiendo que no las querés…pero así te va mal ¿que hacemos?

-Bueno che, qué vamos a hacer…ustedes los doctores tienen que saber, ¿no? ¿Para qué sirven? (Esto lo dijo con muchas malas palabras, insultando a todos, en un tono sarcástico lleno de desprecio) Yo tengo que inventar para los doctores, parece una cargada…

-Tenés razón. Estamos desconcertados. No podemos hacer nada sin que vos participes. Te queremos ayudar, pero los métodos se pueden asimilar a cosas que pasaste… La verdad, no sabemos qué hacer, tu tos sigue y te va mal, se te ve mal…sin tu participación no podemos hacer nada, nada… No permitís que se te acerquen para ver. Yo siento que como psicoanalista no sirvo para nada. Debería abandonar…

Beto a los gritos: “¡Mierda Freud! ¡No sirve!...”

-No te imaginás lo que me entra…no lo aguanto… tengo que interrumpir o desespero… ¿me tienen que joder así?

-Está muy bien que interrumpas, cuando no aguantás decilo... Vos manejalo, decís cuando podés y cuando no, interrumpís y nadie te lo va a tomar a mal... Ya esto sería un gran paso. Sos vos el que decide, mandás...nosotros tratamos de seguirte... En la tortura te arrancan toda posibilidad de decidir... Ahora aquí sos el paciente. ¿Te atrevés a un acuerdo así...interrumpís cuando querés?

-Es un papelón salir rajando como un pibito

-No te conocíamos y no sabíamos nada…pero ahora Maier, su enfermera y yo nos fuimos dando cuenta… Maier se arriesgó a darte medicamentos sin análisis, a la buena suerte.

-Algo saben…pero en realidad ni un carajo, nada, no saben nada

-Así es, sabemos el título de algo TORTURA, pero no sabemos nada. Lo terrible es que el tiempo pasa y tu enfermedad se agrava y no sabemos qué hacer…

-Otro antibiótico…

-No sirve… No sabemos de qué se trata…tu tos sigue. Y la verdad que da miedo…

-A la muerte no le tengo miedo…a los dolores…no puedo más…no me da el cuero...

-Quisiéramos con tu ayuda, encontrar una forma para poder hacer los análisis y las investigaciones necesarias para diagnosticar lo que te pasa.

-Estoy podrido y me voy a morir ¿no basta?

-No. La verdad que no. Tal vez se te pueda ayudar… Seguís en una guerra que terminó para vos, desde que estás aquí... Parecés como un toro en una corrida. Quisiera arrancarse la banderola, la estocada que lo hiere, se ofusca, se irrita, corre, se desespera, esta lleno de ira, de rabia, cuanto más intenta peor, corre tontamente hasta contra un trapo rojo… y nada sirve…

-Es demasiado tarde…ya se pasó…y me voy a la mierda… ¡Que interpretación de porquería que te mandás! ¡sos una basura, una mierda! (Los insultos en muy malas palabras no los escribo)

-Pensalo Beto…no te hagas sufrir solo, si decís que no te da el cuero…Y si te vas a morir, hacés lo que querían los hijos de puta…uno menos…tus enemigos querían anularte. ¡Les haces un favor!

Beto se levantó y sin una palabra se fue otra vez. Pero esta vez cargado de sentimientos, se veía ofuscado. Tociendo, atragantándose y tociendo aun mas. Escupiendo. Insultando.

Me sorprendió. Al otro día vino puntual. Explicó que él no quería tener que aguantar ni resistir dolores. Que lo mataran o lo dejaran tranquilo…morir en paz...

Iba a seguir con este tipo de argumentación desesperada, depresiva e indefensa. Nos peleábamos. Yo me sentía bajo una presión intolerable, mal….Lo interrumpí: “¿Qué pensas si estuvieras anestesiado para hacer las investigaciones? ¿Podés aceptar, no estar consciente mientras los especialistas hacen el trabajo? Estarías en un hospital, drogado, más que en curda, no te das cuenta de nada. Cuando despertás, ya pasó.

Me miró atónito…luego dijo:

- Hay un anestesista que trabaja en Lucerna (otra ciudad) que se vino a Suiza conmigo…nos trajo la Cruz Roja juntos…No, no me sirve… Una anestesia en la que…me sacan sangre, me meten en ese cilindro de porquería…para que ustedes ganen…después muero igual”

-Es una propuesta, ganar no ganamos nada, y…no va ser fácil de realizar…pero sabríamos qué tenés…

-Me estoy muriendo y basta…

Estas discusiones siguieron durante un tiempo.

Meier se ocupaba de la situación de hospitales…pero ponían muchísimas trabas de organización sanitaria. Averiguó que había una posibilidad en Holanda, donde se instaló un centro para pacientes torturados, con especialistas...

Hablé de Holanda con Beto. Se negaba a viajar y participar.

Sucedió en el banco donde trabajaba: para atender un cliente muy cortés, no esperó el ascensor. Quiso ir por la escalera. Tropezó. No se podía levantar, se había roto algo en la pierna. Vino la ambulancia. Lo llevaron al hospital. No sé como fue…Pero estando allí, Maier habló con colegas e hizo sus contactos... En el servicio de urgencias intervinieron con rutina, lo tenían que operar…e hicieron intervenciones. Sacaron sangre, pero no tenían la lista con las preguntas que nos hacían falta. Solo un valor alto del “Mikro RNA” que señalaba una posibilidad de que tuviera cáncer.

Pero Beto estaba en el hospital.

Maier quería aprovechar la situación…yo me opuse porque no quería que se hiciera algo sin el consentimiento de Beto.

Como él había ya hablado con el cirujano que atendía al paciente, tuve que discutir muchísimo hasta que logré que Beto pudiera decidir cuando se le harían los exámenes que él titubeaba. Nos pusimos de acuerdo en que yo trataría de convencerlo que estando ya en el hospital sería oportuno hacer lo que él sabía que tendría que hacerse…

Con Beto en la silla de ruedas podíamos dar una vuelta, buscar un buen lugar para hablar. Como yo empujaba la silla, se daba una situación peculiar: el paciente adelante, el analista atrás

Con un clavo que unía su hueso tenía que quedarse unos días. No tenía dolores y lo trataban bien. Había enfermeras que le gustaban. Lo visité. Hablamos sobre su accidente. Cómo había tropezado, por qué quiso ir por la escalera. Su cliente tenía que ver, cuán diligente era.

Quise empezar a interpretar el accidente como acto fallido... Volvieron los insultos. Me callé. Pero yo estaba siempre con la cuestión de si estaba dispuesto a que se hicieran los exámenes por su tos.

Una vez me dijo que si sospechábamos que era un cáncer igual se iba a morir. Le contesté que tenía razón…solo con más o menos sufrimiento. Si sabíamos de qué se trataba…

El clíma de nuestras conversaciones cambió. Si bien insultaba y se enojaba mucho, el que se sintiera respetado y que estuviéramos dispuestos a aceptar su decisión quitó mucho de la angustia y amargura qué habíamos tenido. Tratábamos con menos tensión y algo de confianza.

Lo visitaba regularmente una fisioterapista. Beto tenía que moverse y aprender a caminar con muletas. No solo tenía dificultades que le impedían parte de su movilidad, sino que los músculos del pecho le dolían ya por la tos y con el esfuerzo tosía aun más.

Por fin Beto acepto que se hicieran los exámenes con anestesia.

Endoscópicamente no se vieron lesiones. Pero la radiología del tórax y el TAC del cerebro, pecho y abdomen no dejaron dudas de que se trataba de un cáncer pulmonar de células pequeñas (microcítico). El epitelio bronquial se presentaba en condición grave. El radiólogo comentó que le sorprendía que el paciente no padeciera síntomas de asfixia. El laboratorio confirmó los resultados agregando detalles.

Meier le comunicó los resultados. También, que le quedaban meses de vida. No lo podrían sanar, pero sí ayudarle a que no padeciera. Se habló de medicina paliativa.

En su caso y por su estado físico solo se le podía suministrar quimioterapia. Si se recuperaba se podía intentar más tarde radiación.

La primera etapa serían seis meses de quimioterapia.

Para las infusiones tendría que volver al hospital cada 3 ó 4 semanas, quedándose siempre 5 días.

Beto tendría que dejar el hospital. La fractura de la pierna no era motivo suficiente para mantenerlo internardo. Buscamos otro camino. Logramos que fuera transferido a un servicio nuevo, que se había inaugurado poco antes, por el que fue también presidente de la asociación psicoanalítica (el Prof. Dr. Fritz Meerwein).

En este servicio, con muy pocos pacientes, se trataban casos psicosomáticos de oncología. Fue una donación. La gente que trabajaba allí tenía que tener cierta formación de orientación freudiana. (Médicos, enfermeros, fisioterapistas, etc.). Esta fundación extraordinaria duró solo el tiempo que Meerwein vivió. Poco después de su fallecimiento se clausuró.

Pero Beto lo pudo aprovechar. Era una mansión cerca, pero afuera del hospital, todo antiguo, pero servía. También a solo unos cinco minutos de mi consultorio.

Le dieron un buen cuarto, con ventana al jardín, para él solo. Allí tuvieron lugar nuestras conversaciones.

Al principio le costó aceptar el lujo. Hablamos de su diagnóstico; Beto consideraba que le quedaban algunos meses de vida. A menudo repetía que él se quería morir, que le tenía miedo a padecer dolores, a tener que sufrir, como decía “no doy más”.

Le aseguré muchas veces que se haría todo lo posible para que no sufriera.

Una vez, apenas llegué me contó que una de las enfermeras le gustaba mucho, pero que él se había propuesto no dejarse atraer más por otras mujeres… Le pregunté si era por la novia que tenía. Contestó: “¡No, no es por Julia, es por Celia!” Calló. Lloró, en silencio…durante un largo rato. No atiné a decir nada. Cuando pidió que me fuera, me despedí.

Dos días después volví a visitarlo. Me saludó ameno, como si lo que había sucedido no existiera más. Hablamos de la comida que no le gustaba, de las infusiones que le hacían efecto, tosía menos y podía dormir. Estaba por pasar el tiempo que tenía a disposición. Le dije: “Veo que sos muy hábil para no hablar de lo que no querés y me parece que así está bien. Vos decidís.”

-“Querés que llore como un nene otra vez…ándate a la mierda…”

Me fui.

Varias visitas más tarde me dijo: “Me molesta que no sabés nada de mí y no te puedo hablar, yo no hablo…decidí no hablar”.

- Mirá, vos hacés como querés y podés… Podés interrumpir y yo me voy cuando querés…Es como una regla de juego que nos damos. Yo vuelvo a las citas. Pero nadie conoce lo que te pasó, tu historia personal. Tal vez hay una parte en ti, que quiere que se sepa. No creo que se trate de no hablar, sino de no sentir…y hablar sin sentir, sin recordar no va…

Beto contestó casi llorando “¡Me voy a morir y quiero que se sepa. Tendría que gritarlo, que se sepa para que no olviden!”

Hablamos de la fuerza y la debilidad. Cómo las cosas se ven en la sociedad. Hablamos de la vergüenza y el desprecio. Las cargadas, las burlas y el odio, lo sádico. Charlamos como filósofos, abstractamente sin dar ejemplos. Apenas la conversación se avecinaba a algo delicado, Beto callaba.

Le seguían dando infusiones. La fractura mejoraba. Hacía fisioterapia y podía moverse con muletas. Se cansaba rápido. La tos, se oía más relajada, menos dolorosa.

El edificio del hospital tiene un parque. Con Beto en la silla de ruedas podíamos dar una vuelta, buscar un buen lugar para hablar. Como yo empujaba la silla, se daba una situación peculiar: el paciente adelante, el analista atrás.

Beto se dio cuenta y me tomaba el pelo, con cosas del psicoanálisis que sabía…abstinencia, neutralidad… Como transferencia yo era el “colectivero.”

Una vez preguntó: “¿Cuanto tiempo me queda?” Le respondí que no lo sabía y que preguntara a los que atendían su cáncer.

Cuando volví a verlo, apenas nos saludamos me dijo:

- 3 a 5 meses más o menos. Me miró y siguió: “No te pongas triste, está bien…todos mueren…y se acabó. Hace mucho que quiero morir.”

Me venían las lágrimas y le dije algo así como que lo iba a extrañar, sentir su ausencia…

-Se te va un pasajero, Colectivero.

Esta tomada de pelo no se la toleré, me enojé.

Después de un largo silencio me dijo: “Me quiero morir yo también…porque no aguanto el dolor por Celia”

-¿Quién es Celia?

-Fue, es mi compañera. Te voy a contar…

De emoción otra vez nos quedamos callados.

Recién dos sesiones después retomamos el tema. Beto se había preparado. A continuación voy a resumir su relato.

-Tuvimos amigos que eran Montoneros. Celia y yo no militábamos. Trabajamos en el mismo banco y nos enamoramos. Ella quedó encinta. Queríamos estar, quedar juntos. Nos fuimos de vacaciones. Queríamos pasar la frontera, pasar por Uruguay y llegar a las playas del Atlántico. Viajamos de Córdoba a Colón en una camioneta Ford, muy cómoda. Nos fuimos a las termas. Había mucho turismo. Nos dio por pasar la frontera a Uruguay y conocer Paysandú. Llegamos al puente y había que pasar la frontera. Había mucha gente esperando y una cola larga para pagar peaje. Decidimos volver a Colón. Unos amigos nos contaron del Puente Libertador General San Martín y que se podía ir en ómnibus. Decidimos hacer la excursión, pasar al otro lado para ver.

Llegamos a Gualeguaychú. La policia detuvo el ómnibus. Nos hicieron salir a todos los pasajeros, para controlar los documentos. A Celia y a mí no nos dejaron seguir el viaje.

Un día apareció un policía en uniforme. Le dijo que se habían equivocado de pareja. Los “otros delincuentes” estaban con los asesinos en Uruguay

Nos llevaron a un coche. De repente nos pusieron unas capuchas y el chofer aceleró. No sé adónde nos llevaron. Nos metieron en un cuarto medio oscuro atados a la pared. Celia y yo gritábamos que era una equivocación… no entendíamos lo que pasaba. Nos dieron golpes y bofetadas.

Yo veía como a ella le pegaban y ella a mí. Los tipos se reían y decían que ya íbamos a cantar. Nosotros asegurábamos que no sabíamos nada y más pegaban. Un correntino era el que daba más. Un desgraciado se vino con uno de esos hierros para marcar el ganado. Yo gritaba, dije que Celia estaba encinta, que la dejaran en paz. El hijo de perra empezó a calentar el hierro en la chimenea. De repente Celia empezó a gemir…le venía el parto y sangraba. Interrumpieron. Vino una mujer que dijo ser la partera. Se llevaron a Celia al cuarto de al lado. Yo solo oía. Me dieron un golpe en la nuca y me desmayé. Cuando me despabilé se sentían los gemidos de Celia mucho menos. Quise pensar que iba bien… Vino la tipa y me dijo algo de la placenta que no entendí, del hijo y de Dios que tampoco entendí. Sentí otro gemido estremecedor, exhaló… ¡Celia murió,... falleció …la mataron!

Después de un momento dice: “desde entonces tengo un dolor en el pecho que no pasa. Es como un cuchillo en la carne, sangra, duele… Está bien si me muero.”

Mientras lo dice se agarra, se pellizca el pecho.

En otra oportunidad le pregunté si sabía si tuvo una hija o un hijo… Estremecido de dolor me dijo que nunca lo vió. Desapareció. Si hacía preguntas, provocaba golpes.

Vino un período que lo dejaron sin tortura. (Posiblemente en 1978, cerca del Mundial de Fútbol).

En una visita, en tono de confesión, me dijo que haber contado su historia, de alguna manera le hacía bien. Acotó: “Como si fuera algo para que quede, un testamento...”

Un día apareció un policía en uniforme. Le dijo que se habían equivocado de pareja. Los “otros delincuentes” estaban con los asesinos en Uruguay. Ellos habían provocado en Paysandú cuando dieron vuelta la camioneta sobre el puente que controlaban. Está prohibido.

Le metieron la capucha. Lo largaron cerca de Gualeguaychú.

Unos amigos lo acogieron y le ayudaron. Salió del país. Llegó a Suiza. A la llegada los trabajadores sociales lo ayudaron.

Escribió una carta para Las madres de Plaza de Mayo. No le contestaron. No tenía datos. Ni sabía donde estuvo.

Repitió varias veces: “Es un puñal, que duele y sangra siempre. Cuando por fin me muera …no voy a sentir más nada.”

Muchas sesiones más adelante preguntaba “¿no te parece una historia ridícula? ¿Una tragedia para nada?”

En una visita, en tono de confesión, me dijo que haber contado su historia, de alguna manera le hacía bien. Acotó: “Como si fuera algo para que quede, un testamento...”

Nuestras conversaciones cambiaron el tono. Yo no entendía por qué no publicar lo que le había pasado. Beto no tenía explicación, el único argumento era que me pedía que fueran diez años despúes. Nadie debía saber de él. Así surgió la discusión por qué había callado durante tantos años.

Su idea fue fabricar una vida nueva. Empezar en otro país sin traerse un fardo tan pesado, de un pasado increíble.

En estos 25 años, se había construido una buena vida. Profesionalmente le iba muy bien. En su vida social tenía más bien la sensación que todo era superficial. Los amigos eran más bien colegas y su novia una buena chica, compañera, a veces la veía atractiva... Exclamando dijo: “No tiene nada que ver con Celia. ¡Ella fue mi mujer, es mi mujer!”

Cada vez que llegábamos al tema tan doloroso, Beto se agarraba el pecho: “¡No sabés como duele!”

Se veía que estaba cada vez más débil. Era un cincuentón con apariencia de un anciano. Apenas se podía alzar y levantar su propio peso. Estaba calvo, los ojos tenían como una niebla y su piel algo amarillento, verdoso.

Beto estaba convencido, que era el puñal que tenía clavado y le dolía tanto recordando a Celia e imaginando un hijo. Eso lo iba a matar. Contaba los días.

Una vez estaba por empezar una discusión diciéndole que el cáncer no duele, pero que lo mataba... ¡Me callé!

Lo fui a ver. Golpeé la puerta a la llegada, abrí la puerta. Beto estaba ya aseado, con las manos sobre el pecho, habían encendido velas, había flores. Beto había fallecido.

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Servicios comunitarios de salud mental con puertas abiertas y sin restricciones en Trieste, Italia

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Desde hace años que hemos venido publicando en las páginas de Topía textos sobre la experiencia en Trieste. Vale mencionar, entre otros, los libros La condena de ser pobre y loco de Franco Basaglia y Vivir sin manicomiosde Franco Rotelli. Pero, ¿cómo se trabaja hoy en Trieste? Su actual director envió especialmente este texto para nuestra revista, donde se transmite cómo se continúa trabajando hoy y cuáles son los logros a partir de más de 40 años de trabajo.

Introducción

En Italia, la desinstitucionalización psiquiátrica se completó al punto de que se han cerrado todos los hospitales psiquiátricos en un lapso de dos décadas (1978-1999), gracias a un movimiento crítico previo y a la ley de reforma que se aplicó en 1978. Esta ley se basa en los derechos plenos (como el derecho a la libre comunicación, el derecho a apelar, a no tener tratamientos involuntarios prolongados, a la no detención durante esos tratamientos) y no contempla la intervención de ninguna autoridad de la justicia ni del orden público. Estos principios llevaron a que se lograra la tasa más baja de tratamiento involuntario en Europa (17/100.000), así como la tasa de menor duración de estos tratamientos (10 días), lo cual evita que los usuarios del servicio pasen por un proceso pesado de institucionalización. El sector forense pasa ahora por una desinstitucionalización gradual (el 31 de marzo de 2015 la ley número 81 dictaminó el cierre de los 6 hospitales forenses existentes, reemplazándolos por pequeñas unidades regionales vinculadas a los departamentos de salud mental), con lo que en dos años se redujo el número de detenidos a menos de 600, en comparación con los 1500 de años anteriores (ROSEN et al., 2012, 2014).

En la actualidad, la salud mental comunitaria es la regla en este país, pero la naturaleza, la función y la organización de los Servicios Comunitarios de Salud Mental (SCSM) constituyen los puntos teórico-prácticos centrales a considerar. Por un lado, el concepto italiano original de Centro Comunitario de Salud Mental (en adelante, CCSM) fue concebido como el punto nodal del Departamento de Salud Mental (DSM), volviéndose así la principal referencia para todos los requerimientos psiquiátricos de toda un área de influencia, mientras que los hospitales psiquiátricos fueron cerrados. Esta peculiaridad permite e incluso obliga a los Servicios Comunitarios de Salud Mental a realizar, en la comunidad a la que sirven, un ciclo continuo de verificación de su eficiencia en lo concerniente a las vías generales de atención, sin descartar los casos difíciles en otras instituciones, como son aquellos casos complejos que presentan graves síntomas y discapacidades. A la inversa, si un Centro Comunitario se concibe como una simple clínica de pacientes ambulatorios, esto significa aceptar una situación inevitablemente subordinada, similar a la de los servicios hospitalarios y las clínicas privadas. En presencia de servicios débiles y no enfocados en la comunidad, el sistema se vuelve a menudo disfuncional y produce “residuos” que quedan atrapados en el cuidado residencial a largo plazo, incluso si esto ocurre en entornos comunitarios.

En presencia de servicios débiles y no enfocados en la comunidad, el sistema se vuelve a menudo disfuncional y produce “residuos” que quedan atrapados en el cuidado residencial a largo plazo

Cada CCSM debe estar vinculado a la atención médica básica, a los servicios sociales, a los servicios para la tercera edad, y debe ser coordinado por los “Distritos de Salud”. Sin embargo, este tipo de integración no puede ser aplicada fácilmente debido a las grandes diferencias regionales. Asimismo, cuando ha sido posible, se ha dado prioridad al tratamiento de trastornos mentales comunes (Lora, 2009). El desarrollo de un CCSM “fuerte” que funciona las 24 horas del día, que está equipado con camas y con gran flexibilidad en cuanto a instalaciones, recursos, obligaciones y modos de intervención, fue implementado por Trieste y luego por toda la Región Friuli Venezia Giulia. Existen pocos casos similares en Italia, a pesar de las recomendaciones que hizo la Comisión del Parlamento (2013), las recomendaciones oficiales de algunas regiones y del amplio apoyo por parte de los profesionales de la salud y de las organizaciones de los usuarios de los servicios.

A partir de los casos históricos de Trieste y Pordenone en la Región Friuli Venezia Giulia (1.200.000), la aplicación de la Ley de Reforma se basó en un enfoque de salud pública que fue garantizado por los Departamentos de Salud Mental para que se pudieran coordinar todos los servicios, según criterios que intentan combatir la exclusión social, la estigmatización y la discriminación, promoviendo en su lugar, la inclusión social. El desarrollo de los Centros Comunitarios abiertos las 24 horas con camas ambulatorias permitió reducir la cantidad de camas de hospitalización general (30 para toda la región). Los Centros cuentan, además, con el apoyo de una red de servicios de rehabilitación e integración social, como hogares colectivos, centros de día y cooperativas sociales.

Todos los servicios regionales llegaron a una organización similar con resultados comparables, como ser: una baja tasa de hospitalización en el Hospital General, una baja tasa de tratamientos obligatorios, buena tasa de empleo, presupuestos personalizados, muy pocos pacientes forenses, y una tasa de suicidio que se redujo en un 30% en los últimos 15 años (SISSR, Servicio Regional de Datos).

El modelo de trieste

Descripción

La transformación del servicio psiquiátrico en la ciudad de Trieste (236.000 habitantes) deriva directamente de la desinstitucionalización del Hospital Psiquiátrico (que tenía 1.200 pacientes hospitalizados) y de la creación simultánea de una red completa de servicios alternativos en la comunidad (Bennett, 1985, Rotelli, 1988, De Leonardis, Mauri & Rotelli, 1986, Dell'acqua & Cogliati Dezza, 1986).

Actualmente, el Departamento de Salud Mental cuenta con cuatro Centros Comunitarios de Salud Mental, abiertos las 24 horas del día, con 6 camas cada uno, y que cubren un área de 50/65.000 habitantes; un Servicio de Diagnóstico y Tratamiento Psiquiátrico en el Hospital General, que se utiliza principalmente como filtro para situaciones de emergencia (por la noche), y que normalmente no admite pacientes por más de 24 horas, sino que los deriva lo antes posible al Centro correspondiente. Asimismo, el Servicio de Habilitación y Residencia también cuenta en la actualidad con 45 camas en residencias colectivas y con viviendas con diferentes niveles de supervisión, de hasta 24 horas; pero su principal objetivo es incentivar a los usuarios a que puedan vivir de forma independiente o compartir sus recursos. Hay, además, una red de cooperativas sociales (12, por el momento).

Los Centros Comunitarios de Salud Mental cubren un área de influencia específica. El equipo está compuesto por unas 30 enfermeras, 1-2 trabajadores sociales, 2 psicólogos, 1-2 especialistas en rehabilitación y 4-5 psiquiatras. El CCSM funciona durante todo el día. Por la noche, dos operadores[1] asisten a las personas que son alojadas durante la noche. En Trieste, se espera que cada CCSM responda a todas las demandas psiquiátricas de su área de influencia, incluyendo las demandas agudas, las cuales no están limitadas a un servicio específico ni están separadas de las prácticas de prevención, tratamiento y rehabilitación. La función del CCSM se relaciona con la hospitalidad diurna, las visitas ambulatorias, el tratamiento domiciliario, el tratamiento comunitario asertivo, la atención diurna, la terapia individual, familiar y grupal, el apoyo social y el fortalecimiento de las redes sociales, la vivienda subvencionada y la inclusión social a través de la inserción laboral, el deporte, el arte y el tiempo de ocio.

La Estación de Diagnóstico y Tratamiento Psiquiátrico [PTDS, Psychiatric Diagnosticand Treatment Station] es un servicio psiquiátrico de emergencia que se administra como parte de la organización de servicios comunitarios, y no como un servicio hospitalario aislado. Tiene 8 camas y brinda atención psiquiátrica primaria y servicios de consejería para las otras salas del hospital. También actúa como un filtro para la demanda que llega a la Sala de Urgencias del Hospital General y, de ser necesario, hace derivaciones a los servicios de salud mental de la comunidad. Si el paciente llega por la noche, puede quedar en observación y al día siguiente se lo deriva al CCSM competente. Los CCSM controlan y administran directamente las actividades de las Estaciones de Diagnóstico y Tratamiento y son los responsables de llevar adelante las intervenciones de la comunidad lo más rápido posible, así como las derivaciones a los CCSM en un lapso medio de 24 horas. Cuando es necesaria la hospitalización (lo cual no sucede a menudo), siempre se lleva a cabo dentro de la continuidad de las intervenciones comunitarias que está desarrollando el CCSM competente. Esto evita que se convierta en una intervención aislada. Incluso los Tratamientos de Salud Obligatorios se aplican preferentemente en el CCSM competente y no en el Hospital.

El desarrollo de los Centros Comunitarios abiertos las 24 horas con camas ambulatorias permitió reducir la cantidad de camas de hospitalización general

El Servicio de Habilitación y Residencia también dispone actualmente de 45 camas en residencias colectivas y en viviendas con diferentes niveles de supervisión, de hasta 24 horas, pero su principal objetivo es alentar a los usuarios a vivir de forma independiente o a compartir espacios y recursos. Varias asociaciones, que incluyen usuarios y familiares/cuidadores[2], colaboran entre sí para gestionar espacios sociales en la ciudad, como si fueran un club, y promueven actividades de autoayuda y de apoyo; actividades de recuperación y otras actividades educativas; es decir, son “un centro de día difuso”. Hay cerca de 12 cooperativas sociales que también trabajan en conjunto para lograr la inclusión social y laboral, como describiremos más adelante.

Los recursos humanos son aproximadamente 210 personas, además de organizaciones no gubernamentales (apoyo de ONGs para vivienda y vida comunitaria).

Paralelamente al desarrollo de los servicios de salud mental, en la última década también se ha observado el crecimiento y desarrollo de servicios integrados de salud comunitaria (Distritos de Salud), donde el CCSM envía a sus profesionales para hacer consultas y planes conjuntos de atención. Es necesario mencionar al “programa microarea”, que es un proyecto de desarrollo comunitario de extensión proactivo, destinado a mejorar los indicadores de salud y el capital social. Las colaboraciones con los distritos sanitarios y los hospitales generales se producen en las áreas de tercera edad, niñez y adolescencia, discapacidad, salud física, medicina especializada, trastornos alimentarios, detección temprana e intervención de la psicosis. La promoción de la salud en las escuelas también se implementa a través del Departamento de Prevención.

Varios Programas Departamentales son transversales:

  • Formación social y cultural de los usuarios y compromiso, participación y promoción
  • Programa familiar (psicoeducación, autoayuda, grupos multifamiliares)
  • Participación del médico de cabecera en la asistencia sanitaria y la comorbilidad con condiciones físicas crónicas
  • Servicio de asesoramiento penitenciario
  • Red de apoyo para la prevención del suicidio y de “muertes solitarias” de ancianos
  • Servicio para incentivar la pertenencia a asociaciones, etc.
  • Promoción de actividades cooperativas sociales
  • Promoción de actividades creativas / lúdicas / deportivas / de ocio con otras agencias comunitarias
  • Promoción de grupos de autoayuda, programas y clubes con otras asociaciones
  • Colaboraciones con distritos sanitarios y hospitales generales, para ancianos, niños, adolescentes, discapacitados, medicina especializada, trastornos alimentarios, detección temprana e intervención en la psicosis
  • Relaciones con las agencias culturales de la ciudad (teatro, universidad, etc.)
  • Programas sobre diferencias de género y salud mental

Criterios / Principios de la práctica comunitaria

La organización se basa en criterios (o principios) de atención claramente definidos, como la misión del Departamento (Mezzina, 2014). Estos son:

1) La responsabilidad por la salud mental de la comunidad, es decir: se asume la responsabilidad de toda la demanda psiquiátrica en un área de influencia determinada, sin restricción según la gravedad de los casos.

2) Presencia activa y movilidad hacia la demanda:

  • En casos de urgencia, se evitan las listas de espera y los filtros burocráticos.
  • Se promueve tomar la responsabilidad de proteger el entorno cotidiano del usuario.

3) Accesibilidad:

  • No es necesario sacar turno.
  • Respuesta rápida después de la derivación.

4) Continuidad terapéutica en el espacio y tiempo:

  • Las intervenciones se llevan a cabo en el entorno cotidiano del paciente, en las instituciones de salud social, en las instituciones jurídico-penales (tribunales, cárceles, sector forense).
  • La continuidad temporal se define en función de la necesidad de atención y de tres criterios: prevención, tratamiento y rehabilitación.

5) Respuestas a las crisis:

  • Se ofrecen alternativas a la hospitalización (tratamiento domiciliario, cuidado temporario en el CCSM)
  • La organización del CCSM es capaz de manejar emergencias y, de ser necesario, hospitalizaciones.

6) Alcance:

  • Se provee una respuesta que integra la asistencia social y sanitaria, y la asistencia terapéutica y social, como por ejemplo, el uso de los recursos disponibles del Servicio, la activación de los servicios sanitarios y sociales, el uso de los recursos que pueden encontrarse en el contexto microsocial.

7) Trabajo en equipo:

  • Formulación colectiva de proyectos terapéuticos.
  • Coordinación entre varias figuras profesionales.
  • Enfoques multidisciplinarios y multiprofesionales.
  • Capacitación in situ constante y actividades de mirada grupal para el equipo.
  • Circulación de información dentro del Servicio.
  • Integración del trabajo no profesional y voluntario.

Si traducimos estos criterios y principios generales a la dinámica de la práctica cotidiana de la comunidad y a los procedimientos del Departamento de Salud Mental, vemos que la responsabilidad ante la salud mental de la comunidad es un punto de entrada y de referencia único en la perspectiva de salud pública. La presencia activa y móvil requiere de una fácil accesibilidad y de cuidados proactivos y asertivos. El concepto clave de “continuidad” implica que no haya transiciones en la atención, que el equipo del CCSM esté involucrado en cualquiera de las etapas de la enfermedad del paciente, así como en las necesidades relacionadas con la atención, manteniéndolo en su contexto social habitual y llegando a él donde quiera que viva, evitando la desocialización y / o la institucionalización en hospitales penitenciarios o forenses. Una respuesta a tiempo y rápida a las crisis implica, por regla general, no internar a los pacientes. El alcance del servicio está dado por el trabajo intersectorial, la búsqueda de la mejora del capital social, el reconocimiento de la red social (es decir, la familia y la comunidad cerrada), utilizando e integrando sus recursos. Por último, el trabajo en equipo implica el desarrollo de una mirada y una cultura compartidas, donde el enfoque multidisciplinario se vincule con la creatividad y la subjetividad de quienes lo integran (profesionales, voluntarios y residentes). Todo el equipo tiene reuniones diarias, cuyo marco es un enfoque “vital / cotidiano” hacia el paciente y su relato personal en el centro.

El proceso de atención

Prestaciones y procedimientos

Los centros comunitarios de salud mental de 24 horas están ubicados en residencias no hospitalarias, generalmente una casa grande, con 2 o 3 plantas. No se conciben sólo como centros para atender crisis, sino que sus propósitos son múltiples y multifuncionales, es decir, centros de día, servicios ambulatorios, bases para equipos comunitarios. La calidad del ambiente (hogareño) y de la atmósfera está dada por las actitudes del personal, centradas principalmente en la flexibilidad y la negociación razonable con las preocupaciones y necesidades del paciente. Un solo equipo multidisciplinario actúa rotando dentro y fuera del centro para atender tanto a quienes son “huéspedes” por 24 horas como a los usuarios que asisten diariamente o que han sido derivados a su casa (Mezzina & Johnson, 2008).

El CCSM funciona sin turno previo, y todos pueden entrar o llamar y recibir una respuesta en “tiempo real”, normalmente en 1-2 horas.

El CCSM funciona sin turno previo, y todos pueden entrar o llamar y recibir una respuesta en “tiempo real”, normalmente en 1-2 horas. Todo el personal recibe pacientes, turnándose en las funciones de admisión. Esto significa que no hay lista de espera. La atención se basa en el problema, en lugar de basarse en el diagnóstico (si el problema es urgente, incluso desde el punto de vista subjetivo del paciente o del profesional, se lo aborda). El turno mañana comienza a organizar las prioridades diarias y a ajustarlas al trabajo ya programado. Un par de médicos se encargan de las tareas internas, como ser: compartir el cuidado de las habitaciones de los “huéspedes”, el cuidado domiciliario (visitas a pacientes ambulatorios, medicamentos, contactos informales / grupos de conversación, almorzar / cenar con ellos, como se hace en un hospital de día). El objetivo principal es crear y mantener un ambiente terapéutico informal y agradable. También por la mañana, se hace una reunión entre los huéspedes “nuevos” y “viejos” (comparten conocimientos, orientación, apoyo, precepciones). Los médicos que no participan ese día en las tareas internas salen para hacer las visitas domiciliarias programadas, para hacer actividades de la red o para buscar y llevar pacientes al hospital de día o para que realicen actividades programadas (exámenes médicos en el hospital o en el distrito de salud, la comisaría, el lugar de trabajo, etc.). “Hacer con”, “estar con” son las bases para brindar un buen apoyo y establecer relaciones de confianza. Por la tarde se realizan otras reuniones de trabajo con el personal del otro turno en torno a las prioridadesdel día.

De 8 a 20 hs el Centro admite derivaciones directas sin ninguna formalidad, usando los protocolos flexibles que describimos anteriormente. De 20 a 8 hs, las urgencias ingresan a la consulta por la guardia, y luego se alojan en el Servicio de Diagnóstico y Tratamiento Psiquiátrico. Por lo general, se aplica una evaluación extendida del paciente de 24 horas (la “regla de las 24 horas”). Al día siguiente, el equipo del CCSM se presenta en ese servicio y se discute un plan de cuidado continuo. Los pacientes son llevados al centro si necesitan descansar o permanecer lejos de su hogar; o bien, se los acompaña y se los cuida en sus domicilios.

La atención se basa en el problema, en lugar de basarse en el diagnóstico

La hospitalidad de 24 horas en el CCSM también se acuerda sin formalidades con el usuario y sus familiares, y es manejada por todo el equipo (Dell'acqua & Mezzina, 1988, 1988a). En caso de una hospitalización no acordada, el equipo hace una renegociación; el plan de atención se vuelve a discutir durante la admisión / hospitalidad. Los usuarios son considerados “huéspedes”: pueden recibir visitas sin restricciones y se les anima a mantener sus actividades cotidianas y los vínculos con su entorno (los operadores y los voluntarios hacen actividades al aire libre con ellos todos los días). Esto se realiza en el mismo lugar donde los usuarios reciben la atención cotidiana y hacen la rehabilitación, por lo tanto, la crisis se “disuelve” y no es reforzada en la vida cotidiana del paciente. A menudo, le sigue un período de asistencia hospitalaria diaria, con el fin de afianzar la relación terapéutica y desarrollar un plan de cuidado continuo. La duración media de las admisiones de 24 horas es de 10-12 días. Esto no se aplica solamente en casos de crisis: por ejemplo, las personas que requieren nuevos planes de rehabilitación o cuyas necesidades sociales no están satisfechas (por ejemplo, las personas sin hogar) se alojan también en el CCSM, para así evitar el desamparo social. Esto significa concentrar la atención y los recursos del servicio en un nuevo plan de atención.

Algunas de las prácticas que se realizan en el CCSM pueden resumirse de la siguiente manera (Mezzina & Johnson, op. cit.):

  • No se separa a las personas que reciben hospitalidad de otros usuarios (la crisis se “disuelve” en la vida cotidiana)
  • Se minimizan las barreras entre los operadores y los usuarios
  • Se reducen la compartimentación y las cuestiones “territoriales” relacionadas con las ubicaciones / instalaciones individuales.
  • El sistema es a puertas abiertas, incluso para los tratamientos obligatorios
  • Se hacen actividades cotidianas en un ambiente cotidiano
  • Se comparte y se vive de forma comunitaria
  • Se establecen acuerdos / se negocia y hay responsabidad ante las acciones que se llevan a cabo
  • Se hace un esfuerzo continuo para que el tratamiento / cuidado se realice a través de una relación basada en la confianza
  • Se incluye al usuario en crisis en actividades estructuradas y no estructuradas, dentro y fuera del CCSM.

Podemos decir que hay un cambio de la hospitalización a la hospitalidad en un sistema donde el concepto de “hospitalidad / huéspedes” se aplica por el estatuto formal de “hospitalidad para la salud”, lo cual trae aparejadas una serie de consecuencias (Mezzina & Johnson, op. cit.)

Tabla 1 - Hospitalización vs hospitalidad

Recorridos de atención y de recuperación a través del servicio

Durante el proceso de cuidado, el CCSM debe ser capaz de crear un recorrido terapéutico / rehabilitador a través de una serie de opciones para el usuario, hacer propuestas y entablar un diálogo terapéutico. A través de una serie de programas desarrollados en la comunidad, se ofrecen a los pacientes oportunidades de acceso a la recuperación y la inclusión social (por ejemplo: deporte, ocio, bienestar, cultura). Junto a asociaciones y otros agentes culturales se han organizado cursos relacionados con la lengua, el autocuidado y la identidad social. Los pacientes pueden experimentar relaciones recíprocas y nuevos roles sociales, particularmente cuando se les da acceso a la capacitación y al empleo, como por ejemplo, en cooperativas sociales. La participación libre en la vida del Centro puede proporcionar un sentimiento de familiaridad. Se les anima a que exploren sus aspiraciones y a tomarlas como base para un proyecto individual o “un proyecto de vida”, a la par que se los ayuda con dinero, trabajo o formación, educación, vivienda, actividades o relaciones. Para aquellos con necesidades y situaciones más complejas, la principal herramienta para afirmar el papel central de la persona y sus necesidades, así como garantizar la continuidad del cuidado, es un plan personalizado (con el presupuesto sanitario acorde). Esto se logra con la contribución de las cooperativas sociales en tanto socios en la atención. Los proyectos personalizados, también con apoyo del hogar familiar, apuntan a la emancipación y al empoderamiento. Los grupos de acogida y de apoyo mutuo se reúnen regularmente en el CCSM y desarrollan actividades y apoyo social. La administración que las asociaciones vinculadas al servico hacen de las casas de recuperación para períodos breves incluye el apoyo de trabajadores profesionales.

El empoderamiento de los usuarios y de los familiares/cuidadores a través de la participación activa en la promoción de la salud mental también significa aceptar su contribución para hacer nuevas modificaciones al servicio de salud mental

Las asociaciones también ofrecen otros programas, tales como iniciativas culturales (cursos, escritura creativa, cine, museos, etc.), programas deportivos, actividades de autoayuda, actividades de ocio, bienestar y promoción de la salud, y generalmente involucran a agencias comunitarias y promueven la desestigmatización.

Proceso más amplio de rehabilitación con vistas a la ciudadanía

En este marco, la experiencia de Trieste desarrolló una estrategia de “emprendimiento social” que reconvirtió los recursos humanos y económicos del hospital psiquiátrico en servicios comunitarios; fomentó que la administración local ofreciera recursos a los usuarios de forma directa (beneficios, salarios laborales, vivienda); promovió la identificación de otros recursos (institucionales, ONGs) y de personal disponible para una participación creativa; creó sociedades cooperativas productivas e integradas que ofrecen oportunidades de empleo diversificadas y una formación educativa y profesional con participación de los usuarios en la estructura económica y decisional de las diversas empresas, con lo cual se suprime la brecha entre el mercado de trabajo y el sistema de salud (Rotelli et al., 1994).

Las cooperativas abarcan una amplia gama de actividades, como limpieza y mantenimiento de edificios, transporte, carpintería y diseño, cafetería, servicios de hotelería y restauración, producción agrícola y jardinería, producción de artesanías, fotografía, vídeo y radio, servicios informáticos, serigrafías, servicios humanos, etc. Los compradores de estos servicios son agencias públicas y particulares (Leff & Warner, 2006, Davidson et al., 2010). La cantidad de personas en la ciudad que trabajan en estas cooperativas son aproximadamente 600, de las cuales un 70% son “desfavorecidas”, mientras que unas 150 reciben planes de trabajo,y son en su mayoría usuarios de los servicios de salud mental, de toxicomanía, de discapacidad o de “jóvenes en riesgo”. Hay gerentes, profesionales de la salud mental, expertos en enseñanza y colaboradores para este sector específico.

Participación del usuario y del familiar/cuidador en los servicios

Al igual que otras experiencias innovadoras de los últimos años, los servicios comunitarios de Trieste tienen como objetivo desarrollar su propia vida social, organización del trabajo y contactos con la comunidad de manera tal que se optimicen los intercambios y las relaciones entre todos los involucrados (trabajadores de la salud mental, usuarios, familiares, vecinos, voluntarios) (Mezzina et al., 1992, Mezzina, 2010).

El empoderamiento de los usuarios y de los familiares/cuidadores a través de la participación activa en la promoción de la salud mental también significa aceptar su contribución para hacer nuevas modificaciones al servicio de salud mental, en el marco de un accionar común contra la inercia institucional y los vínculos de dependencia pasiva. Algunos de los desarrollos que se han dado en los últimos veinte años son: el pasaje de una participación individual a una colectiva; la capacidad del servicio para reconocer las historias de vida y las necesidades singulares de cada paciente y para capacitarlos como actores activos; el trabajo con las familias más vulnerables (desde la psicoeducación al apoyo mutuo con las asociaciones), y el agrupamiento y autoorganización de los pacientes jóvenes (desde grupos de actividad a la autoayuda y el apoyo de otros pacientes).

Evaluación

Datos sobre actividades, indicadores relevantes de resultados y otras encuestas

Por año, de cada 10 pacientes que pasan una noche en los Centros Comunitarios de Salud Mental, sólo uno pasa la noche en el servicio hospitalario. La permanencia media de las personas admitidas en estado de crisis es de 10 a 12 días, mientras que es inferior a 3 días para las personas que ingresan al Servicio de Diagnóstico y Tratamiento Psiquiátrico, debido a la rápida rotación descrita anteriormente. En los últimos años, disminuyeron todas las cifras y tasas relativas a emergencias, casos agudos y crisis.

Menos de 10 personas cada 100.000 por año se someten a un tratamiento de salud obligatorio en Trieste, y por lo general lo hacen durante unos 7-10 días, lo cual representa aproximadamente el 1% del total de los casos de atención residencial. La hospitalidad en los CCSM substituyó la mayor parte de las admisiones hospitalarias generales en el Servicio de Diagnóstico y Tratamiento Psiquiátrico, cuya proporción es de 1:10 en comparación con el anterior. Incluso los tratamientos de salud obligatorios son proporcionados mediante el sistema de puertas abiertas del CCSM. La tasa de readmisión a un CCSM es de 30%. El uso de las camas de los CCSM disminuyó de forma constante a lo largo de estas décadas (a ⅓). El principio de “no restricción” incluye todos los servicios, y no se utiliza Terapia Electro Convulsiva.

No hay pacientes sin hogar abandonados en las calles, porque los CCSM también son, en cierta medida, refugios que ofrecen alojamiento, y actualmente tampoco hay habitantes de Trieste en los hospitales forenses. Además, en los últimos años hemos desarrollado la posibilidad de invertir grandes sumas de dinero en un corto período de tiempo para ayudar a aquellos pacientes particularmente graves a utilizar presupuestos sanitarios personalizados, mediante la creación de proyectos especiales con el apoyo de ONGs. De hecho, unos 160 pacientes por año reciben un presupuesto personal para poder cumplir con los objetivos de un plan de recuperación conjunto y compartido en las áreas de vivienda, trabajo y relaciones sociales. Esto representa alrededor del 18% del presupuesto global del Departamento de Salud Mental, mientras que otro 4% corresponde a ayudas económicas, becas de formación, ocio y proyectos con ONGs.

Alrededor de 200 a 250 personas se dedican a la formación profesional cada año gracias a la concesión de ayudas laborales, y 30 de ellas han sido empleadas, cada año, en el mercado de trabajo de Trieste, en empleos adecuados, muchos en el ámbito de la cooperación social, y alrededor de un tercio también han sido empleadas en empresas privadas.

En la ciudad, ahora hay casi 50 lugares diferentes, de diverso tipo, en donde se llevan a cabo actividades de salud mental. Cada habitante de Trieste contribuye con unos 80 euros al año, lo cual permite que el Departamento de Salud Mental gaste 18.000 euros para prestar todos estos servicios. Sólo el 6% de esta suma se destina a servicios hospitalarios y el 94% se utiliza para financiar servicios basados en la comunidad.

Entre los programas más importantes del Servicio se encuentra un proyecto de prevención del suicidio que ha contribuido a reducir la tasa de suicidios a la mitad (de 25 a 12 por 100.000 en 20 años) (Dell'Acqua et al., 2003).

Incluso si en Trieste no se ha podido evaluar la eficacia de las intervenciones individuales (es decir, psicoeducativas, rehabilitativas, psico-terapéuticas, etc.) debido a que están insertas en el marco del sistema general, se han llevado a cabo algunas encuestas y estudios de resultados. Algunos de ellos han sido publicados, como ser, los estudios de cohorte de pacientes que sufren de psicosis, los estudios de la carga familiar y otras investigaciones sobre intervención en casos de crisis, y sobre la satisfacción y las actitudes de los usuarios y miembros de la familia hacia la atención comunitaria, etc.

El primer estudio de seguimiento después de la reforma legislativa (1983-1987) demostró que se obstuvieron mejores resultados para 20 pacientes con esquizofrenia en Trieste y Arezzo en comparación con otros 18 centros italianos (Kemali et al., 1989). La atención de las crisis por parte de los CCSM resultó ser eficaz en la prevención de recaídas y de cronificación (Mezzina & Vidoni, 1995).

En los últimos años, una encuesta nacional entre 13 centros demostró que la atención de crisis en los servicios comunitarios de 24 horas es mejor para la resolución de las crisis y para un seguimiento de 2 años, lo cual se debe al establecimiento de relaciones terapéuticas de confianza, a la continuidad y flexibilidad de la atención, y a la exhaustividad del servicio (Mezzina et al. 2005a, 2005b). La reducción del 70% de los casos de emergencia que llegaban a la guardia del Hospital General se produjo en un período de 20 años.

En una encuesta no publicada hasta ahora, una muestra de 27 usuarios de alta prioridad, durante un seguimiento de 5 años, demostró una alta tasa de recuperación social: reducción significativa de los síntomas (en el grupo más severo, más de 65 puntos en la Escala de Evaluación Psiquiátrica breve (BPRS) de 16 ítems, la reducción fue del 20% al 4%), mejoras en la sociabilidad (un aumento del 50%), mientras que 9 usuarios obtuvieron un trabajo real con un salario real, 12 lograron vivir de forma independiente, y el nivel general de necesidades insatisfechas disminuyó de 75% a 25%; también hubo un 70% de reducción de días de hospitalización, y sólo un paciente abandonó el tratamiento.

La investigación cualitativa destacó particularmente los factores sociales relevantes relacionados con los servicios y la conexión entre la recuperación, la inclusión social y la ciudadanía (Davidson et al, 2005; Borg et al, 2005; Marin & Mezzina, 2006; Mezzina et al, 2006a, 2006b, 2005a; Sells et al., 2006).

Los datos recientes muestran un 75% de conformidad con la medicación antipsicótica (n = 587) relacionada con la prestación de servicios y la mejora de las redes de contención social (Palcic et al., 2011). La satisfacción de los usuarios fue del 83% en dos CCSM.

Comparación del modelo

Los tratamientos proporcionados por el Departamento de Salud Mental de Trieste son biológicos (medicamentos), psicológicos (terapias individuales y grupales), psicosociales (intervenciones familiares y psicoeducación), redes sociales de contención e intervenciones de apoyo social (vecinos, empleadores, etc.), culturales y vocacionales, rehabilitación y búsqueda de empleo, capacitación en habilidades sociales, etc.

Si se compara con las estrategias de Tratamiento Integrado de la Comunidad y si se consideran aquellos tratamientos que, a nivel internacional, tienen una efectividad comprobada para el tratamiento de la psicosis, el modelo de Trieste podría formalizarse con un cierto grado de simplificación como se detalla más abajo, de acuerdo con la articulación del tratamiento comunitario integrado - TCI (Falloon & Faden, 1993):

1) Capacitación en diversas competencias sociales y profesionales a través de la educación y la alfabetización; formación preprofesional socio-cultural a través de cursos organizados por el departamento junto con diversos organismos de formación y de la comunidad cultural; (“in situ” y no en un “entorno”, es decir, dentro de la familia, en el CCSM, en residencias protegidas, en grupos de autoayuda de pacientes y en clubes sociales terapéuticos, mediante actividades recreativas y sociales); empleo en cooperativas sociales y empleo en empresas privadas.

2) Trabajo en equipo con trabajadores clave, con el objetivo de lograr un modelo de gestión de casos (equilibrado, con un enfoque grupal basado en roles profesionales desinstitucionalizados).

3) Uso de los principios de la terapia cognitivo-conductual en la programación diaria de actividades, o en la estructuración del tiempo; capacidad de afrontar los síntomas y las crisis; reestructuración cognitiva hacia la producción de sentido o “sensemaking” de la experiencia subjetiva.

4) Intervenciones psicoeducativas en las familias más vulnerables: asesoramiento, sesiones de manejo del estrés con el paciente, intervenciones psicoeducativas para pacientes, grupos de autoayuda para miembros de la familia, enfoque de grupo multifamiliar, información y encuentros en grupos pequeños sobre cómo sobrellevar el tratamiento.

5) Intervención domiciliaria en casos de crisis y, de ser necesario, tratamiento intensivo con residencia (en los centros de salud abiertos las 24 horas) o gestión de estos casos en el hospital de día (también en el centro de salud mental).

6) Estrategias de manejo de medicamentos a partir de la oferta de información y del establecimiento de acuerdos.

Si se comparan estos tratamientos de estrategias integradas de atención comunitaria y si se tienen en cuenta aquellos programas que resultan eficaces para tratar la psicosis a nivel internacional, el modelo de Trieste se destaca por tener elementos de capacitación social y profesional, gestión de casos, usar principios de psicoterapia, hacer intervenciones educativas, emplear el tratamiento domiciliario y residencial intensivo, la administración de medicamentos y estrategias de cumplimiento consensuadas con los pacientes.

La organización del trabajo también tiene algún punto en común con el tratamiento asertivo comunitario o TAC (Marshall & Lockwood, 2002):

TAC

  1. Equipo multidisciplinario
  2. Población de usuarios definida
  3. Responsabilidad compartida
  4. Salud y asistencia social de gestión directa
  5. Cuidado ofrecido in vivo
  6. Tratamiento asertivo
  7. Negociación del programa

Modelo de Trieste

  1. No se trata solamente de un “equipo especializado”, sino de todo el equipo del CCSM
  2. Un sub-equipo se dedica a brindar un servicio a tiempo parcial para pacientes prioritarios mientras que otros miembros del equipo integran otras intervenciones
  3. Enfoque de equipo completo con trabajadores clave
  4. No se trata solamente de programas individualizados, sino de vías de atención orientadas a la recuperación

La siguiente tabla resume los contenidos precedentes en términos de “estructura-proceso-resultado”.

Tabla 2 - Centro comunitario abierto las 24 horas / servicio integrado (Mezzina & Johnson, 2008)

Estructura / organización

Procesos / Procedimentos adoptados

Resultados / resultados clínicos

Puntos críticos / Advertencias

Apertura de 24 hrs

  • Recepción en tiempo real
  • Puertas abiertas
  • Bajo umbral
  • Respuesta inmediata
  • No hay listas de espera para las urgencias psiquiátricas
  • Accessibilidad y satisfacción de los usuarios

¿De verdad son “24 horas”? ¿La recepción es directa por la noche?

Una sola locación

 

  • Un solo punto de referencia para los usuarios y para la institución
  • Las diversas funciones (cuidados diurnos, trabajo social, etc.) están integradas y no en lugares distintos
  • El servicio es un espacio de relaciones sociales
  • Bajo umbral
  • Respuesta integrada, acceso inmediato a los programas de rehabilitación y socialización (grupales)
  • Se mantienen y desarrollan las competencias sociales (prevención terciaria)
  • Accessibilidad y satisfacción de los usuarios
  • Necesidad de organizar mejor las derivaciones
  • ¿Sobrestimulación social para los usuarios?

Un solo equipo

  • Fuerza de trabajo integrada
  • Hay un conocimiento colectivo de los principales casos
  • Relación directa con los usuarios
  • Estilo de trabajo compartido, visión estratégica
  • Formulación y revisión de planes individuales de atención
  • Flexibilidad
  • Continuidad terapéutica / cumplimiento del programa
  • Prevención secundaria (recaídas)
  • Disminución de los tratamientos involuntarios
  • Enfoque sostenido en casos individuales o en objetivos
  • Dinámica compleja de grupos, entre la autonomía individual y la interdependencia

Disponibilidad in situ de camas “vecinales” o comunitarias

  • Alternativas a la hospitalización
  • Capacidad de manejar las crisis con el sistema de puertas abiertas
  • Disminución de la cantidad de camas ocupadas en el hospital
  • Aceptabilidad del cuidado
  • Disminución de los tratamientos involuntarios
  • A mayor admisión en el tiempo oportuno, menor tiempo de crisis
  • Proceso integrado de atención (sin excluir los casos agudos)

Abuso del uso de camas - se mantiene la mentalidad del hospital

Trabajo simultáneo en el interior y en exterior

  • Rotación de tareas internas, externas y de recepción y / o obligaciones
  • Desarrollo de actividades de hospitalidad / admisión
  • Cuidados de día junto con atención de crisis / consultas ambulatorias, etc.
  • Cambio y contaminación de áreas / estilos de trabajo
  • Flexibilidad de los programas / de los trabajadores - complejidad
  • ¿Carga compartida / disminución del agotamiento?
  • Cultura terapéutica compartida
  • Menos centrado en las tareas, y más en la complejidad
  • Confusión, delegación
  • Mantener un equilibrio correcto entre proyección exterior y trabajo interno

Gestión de casos en equipo

  • Identificación de casos de alta prioridad
  • Definición de los trabajadores clave dentro del equipo
  • Amplio intercambio de información
  • Buen dominio del trabajo
  • Cultura basada en la responsabilidad / dar cuenta de las propias acciones (accountability)
  • Equilibrio entre la autonomía y la responsabilidad individual
  • No se abandonan usuarios graves / resolución de errores

 

  • Debido a los turnos nocturnos, la presencia diaria es más discontinua
  • Delegación en el equipo y en los gerentes

 

¿Un enfoque que se basa principalmente en derechos y valores puede generar evidencia? A nuestro juicio, los procesos y los resultados también se pueden describir utilizando el sistema de las “3 E” (Thornicroft Y Tansella, 2009) que tiene en cuenta los niveles cualitativos de la EBM (Medicina Basada en la Evidencia).

 

TABLA 3 - Las 3 E en Trieste

ÉTICA

EVIDENCIA

EXPERIENCIA

No hay límite de ingreso / Puertas abiertas

  • Baja tasa de accidentes y transgresiones
  • Baja tasa de tratamientos involuntarios
  • Negociación “humana”
  • Prácticas innovadoras para evitar el cierre de puertas
  • Gestión alternativa de crisis
  • Servicios de acogida y hábitat social
  • Alto grado de libertad

Acceso abierto / bajo umbral

  • Recepción y respuesta en tiempo real
  • No hay lista de espera

Respuesta inmediata, sin derivaciones formales

Inclusión en el ámbito laboral y en el tejido social

Cerca de 200 puestos de trabajo por año / 10 % resulta en un trabajo estable

  • Integración en espacios y lugares comunitarios, en el barrio
  • Integración en programas culturales, artísticos y deportivos desarrollados con agencias comunitarias

Derecho a la vivienda

  • Pasaje general de las instalaciones residenciales a viviendas subvencionadas (complejos de viviendas)
  • Las investigaciones demuestran que las personas con trastornos mentales severos encuentran una vivienda usando presupuestos personales
  • Ningún usuario queda sin hogar

 

La vivienda individual con apoyo proporciona máxima autonomía dentro de un marco de apoyo

Hábitat social / ambiente humano

No existen barreras de “seguridad” en el CCSM, ni en unidad de cuidados agudos, ni en los hogares colectivos

Alto grado de libertad y de vida normal en los sitios e instalaciones del Departamento

Proyectos de vida personalizados (salud y asistencia social)

142 projectos personalizados

 

Alto grado de negociación y elección

Enfoque en proyectos personales a largo plazo a través de la administración de recursos económicos focalizados

 

  • Subsidios, apoyos para el trabajo, cheques de rehabilitación
  • 2 casas de recuperación y de transición

Respuesta a las necesidades, individuales y sociales, tanto materiales como no materiales

Prevención de la trans-institucionalización

  • 0 personas en hospitales forenses
  • 30 usuarios reciben apoyo en la cárcel (anualmente)
  • utilización de recursos adicionales destinados a tal fin (FAP)

Desarrollo de proyectos alternativos a la cárcel y recuperación / inclusión social

Desarrollo humano / rehabilitación

Aproximadamente 400 usuarios hacen actividades de habilitación

Oferta de actividades para el desarrollo del potencial de cada persona (deporte, arte, cultura, etc.)

Apoyo a los familiares / cuidadores

  • 70 familias participan de tratamientos (anualmente), incluyendo el primer episodio de psicosis
  • Grupos familiares múltiples
  • Diálogo con la asociación familiar
  • Disminución de la carga familiar
  • Apoyo de los pares y asesoramiento profesional

Participación social y comunitaria

  • Comité de Participación
  • 15 asociaciones acreditadas
  • Las investigaciones sobre la recuperación demuestran el valor de la participación como ciudadanía

Protagonismo de los usuarios Diálogo sobre las necesidades Asociaciones involucradas en guarderías y programas

Uso apropiado de la medicación

Datos de investigación arrojan que el cumplimiento es del 75%

 

Tutela de la salud y la vida

Disminución de la tasa de suicidios en un 50% en los últimos 15 años

Acceso programas específicos de prevención

Derechos a la salud de las mujeres con un enfoque de género

  • 70 mujeres participan en actividades de autoayuda y culturales
  • Casa de recuperación
  • Mujeres migrantes involucradas en el proyecto de prevención de la esclavitud sexual

Ayuda mutua y desarrollo de proyectos para mejorar la calidad de vida y la inclusión social

 

 

ASPECTOS EN DISCUSIÓN

Indicaciones generales

En Trieste, la rehabilitación ha sido concebida como un programa de restitución y reconstrucción de los derechos plenos de ciudadanía para las personas que sufren de problemas de salud mental, así como la construcción material de estos derechos (Rotelli et al, cit.). Esto implica no sólo el reconocimiento legal de los derechos civiles de los usuarios de la salud mental, sino también de sus derechos sociales. Los recursos relacionados con la vivienda, el empleo, los bienes, los servicios, las relaciones pudieron ser adquiridos principalmente a través del proceso de desinstitucionalización, que transformó todas las instituciones en servicios comunitarios. El acceso a los recursos puede mejorarse mediante el desarrollo de las competencias de los usuarios, por vía de la formación (competencias para la vida y formación profesional, educación) y de la información (psicoeducación, sensibilización social) o de la creación de redes de apoyo social que son gestionadas por servicios comunitarios totalmente alternativos al hospital psiquiátrico.

Las prácticas de rehabilitación de los servicios comunitarios de salud mental en Trieste han tratado también de maximizar el uso de las capacidades y los recursos humanos de las personas, permitiéndoles participar, en diferentes niveles, de las diversas actividades y de la elaboración de programas terapéuticos, generando así una red de participación y de apoyo social, ayudando a los pacientes en su propio entorno, evitando formas de regresión e institucionalización y desarrollando sus competencias sociales y de “salud”.

La salud comunitaria puede ser vista como un pasaje que deriva de la desinstitucionalización, donde los sistemas se construyen alrededor de individuos / comunidades. Un enfoque integral y holístico debe combinar la salud con los sistemas de bienestar en una poderosa sinergia (véase el concepto de “sistemas holísticos, enfoque que abarca toda la vida” en Jenkins & Rix, 2002). El enfoque en los individuos y en los derechos de la ciudadanía plantea la cuestión de los valores que sustentan las prácticas y los servicios (véase “servicios basados en valores”, en Fulford, 2004). El pasaje de la medicina reparadora a la salud participativa es otro cambio relevante que está ocurriendo en algunas de las experiencias más avanzadas.

A pesar de la singularidad de la experiencia de Trieste, se pueden esbozar algunas indicaciones generales:

1. La creación de itinerarios personalizados es la clave estratégico-organizativa en la cual la persona tiene un papel activo y un poder contractual.

2. Es preciso evitar o reducir las transiciones en el cuidado que resultan de la fragmentación del sistema de servicios.

3. Fomentar la responsabilidad del servicio hacia la comunidad: la responsabilidad por los procesos de cuidado debe estar enraizada en la comunidad.

4. Reconocer la importancia del contexto social como productor del significado de las acciones sanitarias y como portador de recursos, lo cual significa rechazar las opciones automáticas que no se diferencian en función del contexto en el que se aplican.

5. Desarrollar el liderazgo de los individuos y de los grupos sociales en tanto actores o participantes en el sistema de salud implica la activación de procesos de cambio estratégico / organizativo, en ciclos con interrupciones o continuos.

6. Es necesario pasar de las “instituciones” sanitarias jerárquicas a las “organizaciones” sanitarias horizontales.

7. Una visión “sistémica” debe basarse en la vida de la persona (sistemas holísticos, enfoque que abarca toda la vida) con un umbral bajo de accesibilidad, un punto de acceso único (ventanilla única).

8. El desarrollo de la atención domiciliaria (tanto en red como en relación) debe centrarse en la persona y en su contexto de vida real y, por tanto, en su historia de vida y en su capital social (no en la enfermedad), creando un sistema de opciones posibles que diversifique las respuestas, haciéndolas flexibles y personalizadas.

Debemos preguntarnos: ¿cuán importante es todo el sistema y el contexto específico de la aplicación de la rehabilitación y las iniciativas de inclusión social? Las buenas prácticas a pequeña escala son útiles como programas modelo para demostrar “qué es posible hacer”, pero éstas deben generalizarse a nivel de todo el sistema. Mientras que un enfoque global del sistema requiere de un servicio integrado, un enfoque que comprenda la vida en sí debe referirse a la persona en un contexto social.

Entre los programas más importantes del Servicio se encuentra un proyecto de prevención del suicidio que ha contribuido a reducir la tasa de suicidios a la mitad

Teniendo en cuenta el nexo entre la identidad y la institución, los seres humanos, incluidos los profesionales, siempre corren el riesgo de quedar atrapados en relaciones opresivas. Por lo tanto, es necesario un empoderamiento “paralelo” de los profesionales y los usuarios. ¿Pero debemos usar “la clave de la persona” para cambiar los sistemas? ¿Cómo usar sus poderes, sus derechos, sus valores?

¿No implica el riesgo de caer en la ideología? ¿Debemos usar el cambio del sistema para lograr un servicio más integrado, para “alcanzar a la persona” y para empoderarla? Aquí podemos evitar el riesgo del pragmatismo puro. ¿Qué sucede con la construcción de la comunidad en torno a la salud mental?

“Integración” es una palabra clave, ampliamente utilizada, a la hora de describir un continuo de sistemas de atención y apoyo, pero la integración también significa promover relaciones intersubjetivas dentro de una dimensión política más amplia. Significa unir intervenciones sociales y sanitarias, y reconocer los determinantes sociales de la enfermedad y los procesos asistenciales basados en un enfoque que comprenda toda la vida de la persona.

La salud mental no es la única área que debe asumir este compromiso, ya que “no hay salud sin salud mental”, como lo indicó la OMS en 2005. Comenzando por la salud mental local, ¿en qué medida fue posible crear un nivel de integración intersectorial y de colaboración entre los servicios, y entre los servicios y una ONG específica, para garantizar un impacto / enfoque sistémico de la atención sanitaria comunitaria? ¿Cuáles fueron los elementos clave involucrados? ¿De qué manera un enfoque sistémico de la salud no se limita a la simple creación de un sistema de servicios? ¿Cuáles son sus fortalezas, sus recursos y sus componentes?

¿Es posible crear un sistema integral de atención de salud para una comunidad específica que pueda responder a las necesidades sanitarias y a las aspiraciones personales de los usuarios, al tiempo que pueda también promover la salud en toda comunidad? Y si es así, ¿cómo? ¿Cómo pueden activarse, movilizarse y coordinarse en términos operativos los recursos humanos, económicos, sociales y culturales de una comunidad? ¿Existen mecanismos que garanticen la sostenibilidad económica, especialmente en los países menos prósperos?

 

Más allá de Trieste: El panorama internacional

Trieste tiene un papel activo en estas cuestiones y desarrollos a escala internacional. Desde la época de Basaglia, la experiencia de Trieste ha desempeñado un papel importante en la escena internacional, papel que data de 1973, cuando fue decretado centro piloto de la OMS y luego, en 1987, cuando fue reconocido como Centro Colaborador de la OMS para la Investigación y la Formación. Ha sido declarado centro sostenible y eficiente en términos económicos por la OMS en Ginebra (OMS, 2001) y en Copenhague. Además, el modelo fue declarado “líder” por el Instituto Noruego de Salud, en el marco del desarrollo de servicios dentro del Plan de Acción de Helsinki, en 2005. El Departamento de Salud Mental ha sido confirmado como Centro Colaborador de la OMS para la Investigación y la Formación en 2010 con el fin de ayudar a la OMS a orientar a los países en la desinstitucionalización y el desarrollo de servicios integrados y completos de Salud Mental de la Comunidad; contribuir al trabajo de la OMS en el cuidado centrado en el paciente mediante la aplicación de los enfoques de sistema holístico y recuperación [Whole Systems & Recovery] y de las prácticas innovadoras en la salud mental de la comunidad; y a apoyar a la OMS en el fortalecimiento de los Recursos Humanos para la Salud Mental (especialmente a través de la Escuela Internacional fundada en 2011).

Los programas de cooperación se han desarrollado durante más de 30 años en todos los continentes, con especial énfasis en América Latina, el sudeste de Europa y Palestina, a menudo bajo la égida de la OMS y en colaboración con otras organizaciones de renombre. Visto que la cantidad de personas que realizan estancias de estudio ha aumentado hasta un millar de personas cada año, Trieste pudo establecer conexiones con algunas de las experiencias más innovadoras en salud mental comunitaria a nivel mundial, con el fin de establecer redes de apoyo mutuo (Mezzina, 2010a).

A través de estas colaboraciones en red y de otras formas de procesos de aprendizaje mutuo internacional, se comparte el know-how necesario para la creación de servicios y programas innovadores. Podemos citar, por ejemplo, el CCSM que ofrece múltiples funciones, las cooperativas sociales, la desinstitucionalización de los hospitales psiquiátricos (como en Trieste), los esquemas familiares de acogida, las prácticas de integración comunitaria (como en Lille, Francia), la participación de los usuarios, las 24 horas de atención (como en el sur de Estocolmo, Suecia), la integración con la atención primaria, las empresas sociales (como en Oviedo, España), los equipos móviles multidisciplinarios comunitarios (desarrollados en North Birmingham y en Monaghan, Irlanda). Los programas de cooperación se han desarrollado durante más de 30 años en todos los continentes, con especial énfasis en América Latina, sur y este de Europa y Palestina, a menudo bajo el patrocinio de la OMS y en colaboración con otras organizaciones.

Trieste también es considerado un modelo de referencia en países occidentales como el Reino Unido, Holanda, Escandinavia, Australia y Nueva Zelanda, Estados Unidos y Canadá, mientras que también despierta un fuerte interés en Japón, Corea, China, Irán, India, Malasia y otros países asiáticos. El problema parece ser “qué puede replicarse” porque, más allá de ser una organización de servicios confiable, aparentemente simple, pero muy compleja y coherente, el hincapié está puesto en un enfoque diferente, basado en una fuerte postura crítica respecto a la psiquiatría clínica convencional.

 

CONCLUSIONES

Suponemos que se trata de un nuevo modelo, o paradigma, que deriva de la desinstitucionalización a nivel heurístico-operativo (Mezzina, 2005). Este modelo se basa en el principio de complejidad mediante la interacción flexible entre observadores y observados, “científicos” y “pacientes” (Maccacaro, 1978). Lo que es fundamental es la creación de sentido dentro de las nuevas acciones terapéuticas, que podrían denominarse “proyectos que abarcan la vida en su totalidad”, destinados a las personas necesitadas (Jenkins & Rix, op. cit.). Podría definirse como un “modelo de comprensión interactiva”. Por lo tanto, las nuevas soluciones de atención comunitaria sólo pueden ser efectivas si no se limitan a ser eficientes en cuanto a la gestión de la población de usuarios del servicio, definida por las características de las diversas enfermedades o por los comportamientos desviados que a ellas se relacionan (Basaglia, op. cit.). Antes bien, lo importante es preservar la idea de la persona como un todo.

Pasar de un modelo centrado en la institución o en el hospital a un sistema general de servicios para toda la vida de una comunidad (el enfoque de salud pública), un sistema responsable y que da cuenta de su accionar (aquí, responsable significa poder responder de forma positiva a los riesgos que se derivan de las alternativas escogidas). La desinstitucionalización significa también distancia, poder, lenguaje. En el nuevo escenario de atención comunitaria se ha producido un pasaje de una relación de dominación / control a una relación terapéutica, considerada como una relación recíproca y que, en lugar de centrarse en la objetivación de la enfermedad, propone el redescubrimiento de la persona y de su subjetividad. Desde este punto de vista, la desinstitucionalización puede considerarse una transformación de las relaciones de poder. Como demostramos en las investigaciones multiculturales cualitativas que llevamos a cabo, poder vivir la ciudadanía y “tener una vida plena” se encuentran en el centro del proceso de recuperación, tal como lo expresan los propios individuos en sus relatos.

Por lo tanto “es la persona y no la enfermedad lo que está en el centro del proceso de atención hacia la recuperación y emancipación, a través de la participación activa de los usuarios en los servicios”.

 

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Traducción Delfina Cabrera

 

Notas

[1] Se llama “operador” a un miembro del Centro, habitualmente un enfermero.

[2] Se denomina “cuidador” al familiar o persona que vive con y cuida al usuario. 

El cuerpo en movimiento, vivir/existir

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Vivir es moverse

El cuerpo es la base de nuestro modo de estar en el mundo, activo, vivo, moviéndonos, actuando en el día a día. Estoy viva, me siento viva al moverme intencionalmente, coloreado de los afectos que acompañan el hacer, participar en tareas/actividades significativas. Así vivo yo, al Estar-en-el-mundo interactúo en el proceso de la constitución del sí/mí mismo con y entre otros, compartiendo espacios significativos.

Somos nuestro cuerpo y tenemos un cuerpo. El cuerpo es siempre nuestro primer lugar para comprender-nos y comprender el mundo

Algunos filósofos, fisiólogos, sociólogos, neurofisiólogos, antropólogos, psicólogos hablan con frecuencia de un cuerpo estático, encapsulado, individual, fragmentado, simbólico. Lo hacen desde una perspectiva teórica, sin haber vivido la experiencia a la que se refieren. Muchos profesionales “acatan” estas teorías otorgándoles autoridad e influencian las intervenciones en psicoterapia y pedagogía del movimiento. Debido a ello, quiero expresar y compartir mis reflexiones basadas en mi experiencia personal y profesional.

Mis preguntas cuando hablamos del cuerpo son: ¿Qué es el cuerpo? ¿Qué se siente al estar o/y ser en el cuerpo?

Skårderud, psiquiatra noruego, habla de su experiencia:

“Estamos en movimiento, y cambiando todo el tiempo. Entramos al mundo desde una gran nada, nos extendemos en diferentes direcciones. Descubrimos constantemente cosas nuevas. Actuamos (en el mundo) desde y con nuestro cuerpo. El cuerpo es la experiencia primera de todo. Esto es irreversible e inevitable. Aunque sea difícil nos abre grandes posibilidades. Se trata de abrirse al mundo usando nuestros sentidos. Dejándonos sentir somos, tomando consciencia de que estamos vivos.” (p. 11, 2004).

Concuerdo con él en ver a la persona moviéndose, sintiendo, actuando, viviendo. Skårderud no menciona la participación y el contexto, aspectos fundamentales en mi experiencia de estar en el mundo, dado que el estar-en-el-mundo es participar con otros, interactuando en el proceso de la constitución del sí mismo con y entre otros en un contexto.

El movimiento base del crecimiento

El niño se mueve, explora, juega, descubriendo el mundo que le rodea, adquiriendo capacidades y ampliando su campo y posibilidades de acción e interacción con el entorno y los otros. Al jugar, el cuerpo está vivo, sintiendo, atento. Moviéndose, la persona crece; es necesario moverse-actuar para construir el modo-de-ser, su sí mismo en este mundo occidental postmoderno.

En el viaje por la vida, moverse es fundamental para vivir, crecer, existir. Moverse no porque sí, sino porque es inherente a la naturaleza humana la intención al actuar y la reflexión de lo que se hace. Al moverse intencionalmente el niño explora, va descubriendo. La intencionalidad del movimiento responde a la curiosidad para conocer, descubrir que es lo que está más allá de su alcance, responder a preguntas fundamentales como: ¿Quién soy y cómo es el mundo en el que me muevo y relaciono?

La necesidad de jugar la describió Piaget (1969) como la actividad científica del niño para conocer el mundo que lo rodea. El juego requiere interés, entusiasmo, concentración, atención, dedicación, absorción en lo que está haciendo. Estas son maneras de estar en el mundo, de sentirse vivo a través de los movimientos necesarios para actuar, relacionándose. Winnicott (1990), Piaget (1969), Vygotsky (2009), entre otros, señalaron estos aspectos fundamentales para el crecimiento.

El cuerpo, estar en el mundo

Retomo las preguntas: ¿Qué es el cuerpo? ¿Se puede explicar el cuerpo? Desde la perspectiva fenomenológica, las acciones se describen en primera persona. Las experiencias corporales son la base de mi subjetividad. El intento de explicar el cuerpo resulta en la reducción de su complejidad y dinamismo. Cuando analizamos el cuerpo siempre habrá algo que escapa al análisis, un resto mágico.

Los significados más profundos y las características dinámicas de nuestra corporeidad los señala Merleau Ponty (1993), al poner el acento en la experiencia subjetiva del cuerpo. M.P. habla de un cuerpo viviente prereflexivo. La subjetividad humana es para Merleau Ponty (también para Sartre, 1956 y Marcel, 1987) estar-en-el-mundo en mi cuerpo activo, dinámico, cambiante en un nivel pre-reflexivo y creando significados a través de mis acciones.

Somos nuestro cuerpo y tenemos un cuerpo. El cuerpo es siempre nuestro primer lugar para comprender-nos y comprender el mundo. La experiencia viene antes del análisis. Lo pre-reflexivo, siguiendo a M. Ponty y J. P. Sartre, viene antes de la reflexión. La experiencia se origina a través de los encuentros del cuerpo, la reflexión sobre dichos encuentros y la significación que damos a los hechos. El cuerpo vive la experiencia, el cuerpo actúa, es el “lugar” para ser, creando espacios significativos.

El cuerpo está en interacción vital con el mundo creando significados. Los significados se construyen a través de la reflexión sobre la acción en la que la persona participa. Estos aspectos son inseparables, pero no están” fusionados”, se viven durante el movimiento, como al caminar, en la danza, en el deporte vivenciamos la unión de lo subjetivo y lo objetivo. Podemos vivenciar sentirnos fluir y ser una totalidad. El cuerpo es siempre existencial. Estamos en el mundo, vivimos el mundo con y desde nuestro cuerpo. También podemos vivir alienación, distanciamiento, cosificación, cuando la persona trata a su cuerpo como objeto de consumo o herramienta de trabajo, exponiéndose a esfuerzos extremos o actuando en contextos opresores o excluyentes donde existe desigualdad o discriminación.

El cuerpo presente/ausente

La alienación de ciertas funciones biológicas del cuerpo, es también un aspecto del día a día. Así lo describe D. Leder, médico y filósofo, en “El Cuerpo Ausente” (1990), quien realiza un análisis fenomenológico minucioso de la paradoja del cuerpo presente/ausente en el día a día. Por ejemplo: Las vísceras, ausentes de la conciencia en vigilia, están activas en el día a día y constituyen el sostén de la vida.

El cuerpo está en interacción vital con el mundo creando significados. Los significados se construyen a través de la reflexión sobre la acción en la que la persona participa

Leder describe varios aspectos del cuerpo presente/ausente en nuestra vida diaria: El cuerpo ecstático y recesivo. El cuerpo está disponible en limitada medida a nuestra consciencia. Por ejemplo: Comer una manzana cuando siento hambre. La acción comienza con la sensación de hambre en un entorno físico social (oficina) de trabajo, esto genera el traslado desde la oficina al comedor para buscar la manzana. El acto de comerla, deglución, digestión, evacuación se suceden automáticamente. Es así como parte del proceso no aparece en la consciencia del actor, excepto al principio la sensación de hambre y al final, al percibir movimientos intestinales, como indicación para que el individuo se desplace al baño para evacuar; signo de completado el proceso digestivo.

Este análisis nos enfrenta con la paradoja que el cuerpo sano y en buen funcionamiento está presente debido a su ausencia, y a pesar de estar ausente en la consciencia, continúa activo y cambiante.

El cuerpo ecstático

Leder (1990) se refiere al cuerpo ausente a nuestra consciencia en las actividades de la vida diaria, ya que nuestro foco en el ejemplo anterior está en la actividad de caminar para tomar la manzana y no en el movimiento de las piernas o la actividad de un órgano.

En la acción de comer la manzana: estoy presente durante los tres primeros bocados, al morder, saborear, masticar. Luego estas acciones se tornan automáticas y focalizo mi atención en las noticias de la pantalla del comedor. Durante la deglución, digestión, funciona el cuerpo presente/ausente.

En el cuerpo ecstático, el foco está fuera de nosotros, el foco se dirige al mundo circundante o a la actividad que se realiza.

El cuerpo está próximo/presente debido a su ausencia. Al olvidarse de sí mismo, se trata de tornarse menos objeto para sí mismo y para los otros. Esta forma de “olvido de sí mismo” es crucial para que podamos participar en el mundo, con los otros.

El cuerpo recesivo

Es la denominación utilizada por Leder para describir el interior del cuerpo. Hay funciones que nunca podremos sentir o que nunca tendremos conocimiento de las mismas, por ejemplo, el páncreas o el estómago; que constituyen el cuerpo ausente y que son fundamentales con su actividad.

En el ejemplo anterior de comer la manzana, yo no tengo control sobre el funcionamiento de mi sistema intestinal; éste funciona automáticamente. El interior de nuestro cuerpo escapa con frecuencia a la experiencia directa. Como ejemplo, nunca podré reconocer una fotografía de mis propias vísceras; mis intestinos (vistos por dentro). El interior de nuestro cuerpo se caracteriza por su silencio y su funcionamiento está fuera del control voluntario.

La alienación del cuerpo, a nivel biológico, se vive mientras no se siente, ni se considera, cuando funciona “bien”.

El cuerpo y el Otro / participación interacción

Mi corporalidad /mi experiencia subjetiva del cuerpo es una construcción social, surge al internalizar experiencias de la corporalidad de y con otros.

El descubrimiento de las “neuronas espejo”, confirma el proceso neurológico de esta experiencia. La mirada del Otro/a, dirigida hacia mí responde a la experiencia: ¿Cómo me ven? ¿Quién me ve? “Contribuirá” a mi experiencia de quien soy.

La alienación del cuerpo, a nivel biológico, se vive mientras no se siente, ni se considera, cuando funciona “bien”

“Existir sólo como cuerpo es un problema”, ya que el cuerpo no está solo, aislado de los otros, como señala Marcel. Existir existencialmente es actuar como ser pensante, emotivo, interactuando, asumiéndose como ser libre y creativo entre y con los otros

Tomo distancia de la perspectiva problemática del hombre/mujer aislado/a: “Soy sólo un cuerpo” hacia la posición participativa del sujeto: “Soy un ser entre y con otros seres”, capaz de interacción con los otros en el mundo. La participación como la entiende G. Marcel es posible a través de un tipo especial de reflexión en la que el sujeto se ve como un ser entre otros seres, más que como un objeto. Esta mirada se opone a la posición de Sartre quien considera la presencia del Otro, distante, me convierto en objeto, vivo un enfrentamiento. Yo me convierto en objeto de mí mismo (el cuerpo-en-sí) como una cosa ajena. Una división radical se introduce entre mi cuerpo como lo vivo y mi-cuerpo-objeto que ha sido “desenmascarado”, definido y delimitado por una mirada externa. Para Sartre (1956) la mirada evaluativa del otro, despierta la auto-consciencia de mi cuerpo vivido como objeto, mirado por otro “acusador”, a quien siento (o constituyo en) dueño de la situación, lo que genera desigualdad de poder.

En las experiencias de empatía, el otro me trata como sujeto, ocurre una incorporación mutua donde el Otro/a vive conmigo el mundo que ambos habitamos. La mirada apreciativa alentadora me hace consciente de mi corporalidad, aceptándome. Me siento afirmado en mi cuerpo por el toque (físico o verbal o de la mirada) de quien me ama/acepta (Merleau-Ponty, Marcel, M. Buber).

En realidad, la participación con los otros se vive a través de sentimientos como la compasión, empatía, lo que además de permitir al sujeto vivir su cuerpo como cuerpo-propio, le capacita para reaccionar hacia los otros como ser en mi cuerpo/corporalidad, sintiendo, creativo y participativo. Sentir es un modo de participación, un acto creativo que acerca al sujeto a una experiencia de ser entre los otros seres.

Conclusión

Realicé esta revisión, de los modos de “estar-en-el-mundo” en movimiento, con una mirada fenomenológica existencial del cuerpo cambiante moviéndose. Señalo la importancia del juego como la actividad en la que la persona actúa, moviéndose, crece, cambia.

Leder (1990) nos enfrenta con la paradoja del cuerpo presente/ausente, describe las diferentes maneras de ausencia en el día a día: el cuerpo ecstático y recesivo. El cuerpo “presente/ausente”, cambia continuamente, es dinámico, moviéndose y al mismo tiempo mantiene funciones vitales que nos facilitan la participación en los diferentes contextos.

Mi cuerpo se constituye/construye como mío, en interacción, intercorporalidad, participando. Moverme, sintiéndome para actuar y participar y construir significados en un mundo complejo tan cambiante como el cuerpo. Estos cambios continuos, tanto del cuerpo como del mundo en el que vivimos, son inasibles.

Sentir es un modo de participación, un acto creativo que acerca al sujeto a una experiencia de ser entre los otros seres

Estas paradojas: el cuerpo presente/ausente, dinámico, participando, tuvo y tiene influencia en mi visión del cuerpo y del ser. El cuestionar lo obvio despertó mi curiosidad de explorar nuevas posibilidades en la profesión de lo corporal y de psicoterapia. Generó preguntas y diálogo con colegas, por ejemplo: ¿Qué reacción despierta en el alumno tomar consciencia de su cuerpo ausente? ¿Qué consecuencias tiene tomar consciencia del cuerpo ausente en la salud y la calidad de vida de pacientes y alumnos, a largo plazo?

Bibliografía

Holzman, Lois, Vygotsky at Work and Play, Routledge, N.Y., 2009.
Leder, Drew, The Absent Body, The University of Chicago Pres., London, 1990.
Marcel, Gabriel, Aproximaciones al Misterio del Ser, Encuentro Ediciones, Madrid, 1987.
Merleau Ponty, Maurice, Fenomenología de la Percepción, Planeta Argentina, Buenos Aires, 1993.
Sartre, Jean Paul, Being and Nothingness, Gramercy, New Jersey, 1956.
Winnicott, Donald, Home is where we start from, Penguin books, England, 1986/90.
Skårderud, Finn, Andre Rejser,“Bevægelser” p.9; “Kroppene” p.30, Gyldendals bogklubber, 2004.

 
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Una mariposa variable

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Columna

Una mariposa variable es el título de un ensayo de Roger Callois, y fue lo primero que recordé mientras pensaba en escribir para Topía. Comenta que las especies variables son aquellas en que los individuos no se parecen demasiado entre sí. Es un ensayo sobre mariposas, pero claro, bate sus alas lateralmente sobre el tema de la diversidad y su tensión con la pertenencia a un conjunto.

La historia es que a R. Callois le gustaba cazar mariposas. Lo hacía durante sus vacaciones, siempre en la región de los Pirineos. Como las que atrapaba eran todas diferentes, podía creer que coleccionaba especies, hasta que supo que cazaba siempre la misma mariposa, la Parnasius Apollo, cuya gracia es el polimorfismo posiblemente infinito de sus ejemplares.

Me parece una buena figura para abordar el tema de la identidad, asunto específicamente humano, que en el nivel individual se sostiene tanto en la pertenencia a la especie como en las particularidades de cada individuo. Es dialéctica. La identidad, colectiva e individual, como se ha dicho, es una construcción, y hasta podríamos decir que es La construcción, aquella que siempre está en obra. Es un diálogo entre la alienación y la autonomía. Requiere del rechazo y de la aceptación activa para el posicionamiento propio, pero también del reconocimiento de los otros. Se construye y se confirma en la interacción social. Por eso nunca es del orden de lo absolutamente singular. Lo más singular se nombra de otra manera; en nuestra cultura usamos, por ejemplo, el término personalidad, englobado periféricamente en el de identidad. La identidad se refiere al conjunto de marcas históricas y atributos exhibibles que compartimos con otros, con un recorte del universo de los otros.

Desde el psicoanálisis entendemos que la capacidad subjetiva de construir identidad corresponde tópicamente a las funciones del Yo y de lo pre-conciente. A esa tendencia al orden simbólico propia de lo pre-conciente, y a la función de síntesis del Yo. Es trabajo de esta función organizar la superficie de contacto con los otros, tanto a nivel del ser como del devenir, a nivel de la imagen como del sentimiento. Esto es muy notable en la elaboración de sentimientos complejos, que se valen de figuras disponibles en lo histórico-cultural. Para dar un ejemplo, veamos cómo eso que llamamos despecho se refiere muy específicamente a la mezcla de dolor y enojo en el contexto de una relación significativa, y vale también llamarlo indignación cuando se agrega un matiz de injusticia. Este tipo de figuras sirven no sólo para describir la identidad estática, sino también para identificar sus movimientos. Las posibilidades para identificarse, en suma, son provistas desde el afuera público.

Hablamos de uno de los principales temas colectivos y de los grandes temas políticos. De hecho, a nivel sociológico (intelectualizado), la pregunta por la identidad nace, no de un registro cualquiera, sino del registro político revelado contra la dominación imperial.

Para el psicoanálisis contemporáneo el tema de las identidades ya no se presenta como una problemática más o menos exterior al campo, sino como un desafío para la vitalidad de su conceptualización. Desde Freud para acá, lo relativo al Yo ha permanecido en estado de subdesarrollo teórico, envuelto en cantidad de aspectos tácitos. Sus funcionamientos han sido menos explorados y explicitados que los efectos de la represión y el inconsciente dinámico. Esto corresponde a razones históricas, del contexto de surgimiento y primeras expansiones de la teoría y la práctica. Por eso mismo no lo achacamos como carencia o déficit de los pioneros, si no como una interrogación que antes no era oportuna, o no al nivel en el que lo es hoy. En épocas de Freud, en el contexto de surgimiento y primeros andamiajes de la teoría, los parámetros mayores para la construcción social de identidades gozaban y padecían de una estabilidad pocas veces vista, resumible en lo que llamamos período victoriano, cuyas características morales atravesaron con vigor más de medio siglo. Esa estabilidad las volvía “naturales” como un paisaje. En consecuencia, las referencias sociales para la construcción del Yo eran poco problematizadas. El problema estelar era la interpretación de lo oculto interior como causante de sufrimiento.

Esto no ha dejado de constituir el centro específico del psicoanálisis, que insiste necesariamente en que descifremos los gemidos (¿dolor, placer, incomodidad?) de lo sexual fallidamente emplazado en la vida, generando síntomas. Pero las subjetividades contemporáneas desafían el valor de una teoría que no comprenda las dificultades en que nos encontramos a nivel identitario, las tormentas narcisísticas de la época, el vacío intergeneracional, el andar como ciegos en un mundo visual.

Es que desde finales del siglo XX, y en proceso acelerado durante las últimas tres décadas, nuestra cultura se está tornando otra. Ya no la caracterizan los antagonismos fuertes, si no las paradojas. Porque los mecanismos del poder han cedido un poco en sus formas represivas, y aumentado mucho en sus formas positivas, estimulantes.

Preguntas: ¿No es esta época notablemente masificadora, al mismo tiempo que enarbola la diversidad? ¿No vemos aflojarse los roles institucionales al mismo tiempo que las singularidades libres se las persigue con el fantasma de la ridiculez o del no lugar?

Las respuestas más orientadoras suelen ser también dobles. Del tipo “sí y no”, o “sí y sí”. Y es necesario un trabajo superior para precisar los porqué, los cuándo, los cómo de esa diferenciación productiva.

La formulación misma de estas preguntas atestigua la pervivencia de un legado crítico. El discurso new age quiere tildarlas de pesimistas, de molestas: lastres del no saber vivir. Pero ante tales intentos por debilitar y descalificar, aplica la frase de los pibes: a la gilada ni cabida. Para los marginales defenderse es menester.

Queremos sustentar lo que deseamos desde la historia, y el mensaje del poder a veces nos hace temblar, o claudicar. Tanto es el sinsentido y el sin-futuro con el que nos apunta bien directo a los órganos reproductores.

Sin embargo, también puedo hablar de dos espacios en los que trabajo actualmente y que me parecen virtuosos constructores de identidades fuertes, imaginativas, complejas, con plasticidad para reconfigurarse sin que nada de eso valga o dé lo mismo.

Uno de ellos es el centro cultural y supermercado recuperado, bautizado popularmente como La Toma; y otro el colectivo LGBTI a través de distintas organizaciones estatales y civiles. La Toma, que antes fuera un hipermercado que se declaró en quiebra, y que desde el 2001 fue recuperado por sus trabajadores, hoy alberga cuarenta emprendimientos productivos cooperativistas y organizaciones políticas y artísticas de la ciudad de Rosario. Entre ellas cuatro que forman parte del colectivo LGBTI. Dieciséis años de resistencia, trasformaciones y desarrollo. Trabajadores y trabajadoras en lucha. Personas en búsqueda de conquistar derechos.

La particular eficacia de estos colectivos instituyentes, de estas constructoras de identidades vivas, es que se ubican en polos de resistencia. Se consolidan ante las presiones que intentan desintegrarlas, suprimirlas. Resisten a la supresión de la rebeldía, de la búsqueda de dignidad, de la respetuosa autonomía.

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Ballenas, adolescentes y fragilidades

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En el año de 1284 en el día de Juan y Pablo
siendo el 26 de junio
por un flautista vestido con muchos colores,
fueron seducidos 130 niños nacidos en Hamelín
y se perdieron en el lugar del calvario, cerca de las colinas.

 

El secreto de Hamelín

La música siempre es un atractivo fundamental en la vida de cualquier comunidad. Mucho más en aquellas épocas en las que no existían otras formas de vivenciarla que en vivo. En el caso de los niños y adolescentes la identificación con los compases es rápida, es que expresa modos de ser que desde antes del nacimiento del niño se van construyendo.1

En Hamelín ocurrió algo siniestro vinculado a la música y el baile: un llamativo flautista se hizo presente y logró que ciento treinta niños y jóvenes lo siguieran hacia un destino funesto. En ese extraño acontecimiento desaparecieron de la faz de la tierra, pero el encabezamiento de este artículo, que data del año 1603, nos da un indicio escalofriante: en Hamelín se llamaba calvario al lugar donde se realizaban las ejecuciones.

Es la web el medio por el que se pueden realizar convocatorias que demuestran, al mismo tiempo, cómo la fragilidad gana a muchos jóvenes pese a las loas que se suelen cantar a la sociedad del espectáculo y su mundo transparente

Esa referencia permite concluir que los niños fueron secuestrados, asesinados, vendidos o víctimas de una catástrofe natural que extrañamente no dejó huellas. No hubo testigos, tampoco algún niño que escapara y pudiera dar cuenta de lo sucedido, existe una versión que hace mención a que dos niños se salvaron: uno ciego y el otro mudo… hoy diríamos que parece indicar que era necesario mantener el pacto de silencio. Lo demuestra el que no haya registro histórico alguno. Llevar ciento treinta niños al sitio donde se realizaban ejecuciones, que nadie haya vuelto y nada más se sepa es más que elocuente.

Sin duda, fue la convergencia de varios asuntos los que envolvieron a esa comunidad de la que desaparecieron esa enorme cantidad de chicos, pero es innegable que para lograr el ominoso fin, la atracción, el encantamiento se produjo por vía de la música.

Los adultos de Hamelín

Afirmamos que el engaño mortal a ese grupo de niños ocurrió con la complicidad de los adultos. Recordemos que el cuento de los Hermanos Grimm relata que los mayores estaban en la iglesia, es decir, ocupados en otros asuntos, pero algunas preguntas no pueden dejar de hacerse: ¿Cuántas personas vivían en Hamelín en el año 1284? ¿Cuán grande era la villa para que todo esto pasara sin que nadie se diera cuenta? ¿Es posible que una manifestación o movilización de tanta gente pasara inadvertida?

Podemos sospechar que a los niños se los condujo a la muerte por razones que esa comunidad consideró oportunas, tolerables o convenientes bajo razones que se han perdido en el tiempo. Recorramos algunas de las hipótesis que se han elaborado al respecto: una de ellas plantea que esos niños estaban afectados por la peste y se estableció que la mejor medida sanitaria era matarlos siguiendo el viejo refrán de que “muerto el perro, se acabó la rabia”. Otra versión propone que pudo haber existido alguna convocatoria religiosa2 y que la misma fue aceptada en forma entusiasta por la población y por ella lanzaron a los niños a esa excursión que culminó en el exterminio de todo el grupo. Tampoco se puede omitir la posibilidad de que el hambre acuciara a Hamelín y esto motivara que una parte de la población fuera nominada u obligada a buscar nuevos horizontes. Si hubiera ocurrido esto último es necesario señalar que sin guías, sin la compañía de adultos baqueanos que los condujeran era imposible que llegaran a buen puerto. Todas las hipótesis, como se observa, son siniestras. Nadie iba al calvario para hacer una fiesta, sino para terminar legalmente con la vida de uno o varios condenados.

Nos interesa remarcar que la convocatoria se realizó por vía de la música y el baile: “Amamos ciertas músicas que nos marcaron experiencias corposubjetivas. Vivencias que nos atravesaron hasta los huesos. Este amor no surge por armónicas combinaciones de sonidos y silencios que tallan nuestra ´sensibilidad musical´. Nace de experiencias que dejaron huellas subjetivas que implican a la vez una cultura, una generación, grupos sociales, experiencias, en un entramado inter y transubjetivo.”3 Mucho de todo esto tuvo que estar en juego en aquel momento, recordemos que era lo más convocante y si el ejecutante llevaba ropa colorida (las clases pobres no tenían posibilidad de usar colores que no fuesen el marrón y el gris) todo parecía perfecto para darle una envoltura lúdica, algo así como “juguemos en el bosque mientras el lobo no está”. Detrás, lo siniestro preparaba su trabajo. Quizás quien implementó la orquesta que recibía a los prisioneros que bajaban de los trenes en las puertas de Auschwitz tomó algo de este cuento publicado por los Hermanos Grimm en el año 1842.

Pese a los silencios establecidos en aquella época, en Hamelín aún se recuerdan los sucesos: cuando una banda musical circula por la calle Bungelosenstrasse, donde está “La Casa del Flautista” desfilan en respetuoso silencio. Abandonada la zona donde comenzaron los hechos, los músicos vuelven a tocar sus instrumentos. Es decir, la sombra de lo ocurrido todavía perdura en la sociedad.

Los Flautistas de la web

En la actualidad la web es la síntesis de una multiplicidad de maneras de conexión y atracción. Existe una sociabilidad virtual que parece el maná de todas las cosas, cuyo paradigma por ahora sigue siendo Facebook.4 Esta sociabilidad tiende a aumentar a cada momento, llega desde la placenta mediática5 a las máquinas de comunicar. Dentro de ella las convocatorias a lo mortífero circulan en tiempo real en “La Aldea Global”6. No se detienen en fronteras, límites geográficos o por cuestiones idiomáticas. Es la web el medio por el que se pueden realizar convocatorias que demuestran, al mismo tiempo, cómo la fragilidad gana a muchos jóvenes pese a las loas que se suelen cantar a la sociedad del espectáculo y su mundo transparente. En La Aldea Global se calcula que hay aproximadamente la friolera de doscientos mil programas que promueven el suicidio. Son organizados por los Flautistas de Hamelín actuales que, llegando a través de los Smartphone, incitan a los jóvenes a participar en estos juegos de la muerte.

Tanto jóvenes como adultos van derivando lo central de sus intereses a la hiperconectividad, tan es así que vida y vida virtual parecen sinónimos

El caso más resonante es el de “La Ballena Azul”, el manipulador se acerca a través de convocatorias personalizadas llegadas por whatsapp o mensajes de texto. Los chicos son invitados a entrar en círculos cerrados7 en lo que parece un desafío a sortear. De esta manera un peligroso manipulador ha conseguido llevar adelante sus ideas exterminadoras con bastante repercusión entre los adolescentes. El creador de “La Ballena” es Phillipp Budeikin. Un joven de veintiún años que le declaró la guerra a su generación y emprendió una “cruzada de purificación”. Luego de ser detenido en Rusia por sus actividades delictivas, realizó revulsivas y altisonantes declaraciones. En ellas se reconoce como el creador del mal llamado Juego de la Ballena Azul. Lleno de soberbia y convencido de sus propósitos dijo que era necesario dividir a los jóvenes en dos categorías:

a) Gente y b) Residuos biodegradables.

Sobre este segundo grupo centró su plan de exterminio. Con un desprecio enorme por la vida humana, creyéndose con los atributos de un dios, declaró que su objetivo era: “limpiar a la sociedad de aquellos que le harían daño. Ellos son los que no tienen ningún valor.”8 Budeikin ha reconocido haber inducido al suicidio a diecisiete personas, sin ningún reparo agregó que: “Ellos murieron felices. Les di lo que no tuvieron en la vida real: calidez, compresión y comunicación”.9

Su raid de Terminator terminó cuando fue detectado y condenado a tres años y cuatro meses de prisión en Rusia. No conocemos los fundamentos, ni el dictamen de la sentencia, pero sabemos que el alcance del daño realizado puede no haber terminado y que el perturbador programa puede que aún siga afectando a jóvenes de todo el mundo.

Más allá de su bien merecida condena, quienes conocen el caso más de cerca presumen que Budeikin, este nuevo encantador al servicio de la muerte, ha inducido a ciento treinta jóvenes rusos al suicidio, el mismo número de víctimas que la historia acepta como verdadero con relación a los niños que desaparecieron el 26 de junio del año 1286 en Hamelín. De ser cierto estamos ante una extraña coincidencia histórica.

Atrapa fragilidades

Los peligrosos cantos siniestros aparecen como formas de una sociabilidad secreta a distancia.10 Nos vemos así en un paso más allá de la cultura claustrofílica en que vivimos -recordemos que la claustrofília11 es el amor por el encierro, donde las máquinas de comunicar son el contacto predominante con el mundo- es en este borde donde la fragilidad deviene en aislamiento. La consecuencia es que a muchos jóvenes los va ganando el desasosiego y se hacen cada vez más solitarios.

No se puede dejar de señalar que el intercambio vía web todavía produce una fascinación generalizada en los usuarios cuya parte violenta no se ve: “La economía capitalista lo somete todo a la coacción de la exposición (…) La absolutización del valor de exposición se manifiesta como una tiranía de la visibilidad. Lo problemático no es el aumento de imágenes, sino la coacción icónica de convertirse en imagen (…) La comunicación visual se realiza hoy como contagio, desahogo o reflejo.”12 La consecuencia ya la conocemos y es que tanto jóvenes como adultos van derivando lo central de sus intereses a la hiperconectividad, tan es así que vida y vida virtual parecen sinónimos, algo que saben aprovechar muy bien los flautistas actuales. La web es el flautista que baila, viste colores vistosos y que toca muy bien, más todo el desarrollo de imágenes y sonidos que podamos imaginar, mejor dicho que exceden a nuestra imaginación. La comunicación instantánea y múltiple estimula la creencia de tener todo el mundo en la mano.

Dentro de ese impresionante despliegue existen esos 200.000 Big Brothers lanzando señuelos para quienes están navegando en solitario en estado de gran fragilidad, esos que esperan que algo o alguien los salve. De estos “huevos de la serpiente” surgen los que establecen una relación de intimidad con quien desean destruir. Precisamente por esa relación tan personal es muy difícil detectar esos contactos, salvo que algún amigo o familiar atento observe los indicios preocupantes y lance una advertencia.

La Ballena, El Abecedario, la convocatoria a un suicidio colectivo realizada por un adolescente desde un pequeño pueblo de Entre Ríos y muchos otros Big Brother plantean desafíos que, como dice Le Bretón, promueven las conductas de muerte al incentivar una escalada de desafíos que conducen a la incitación al suicidio. Se instalan y aprovechan ese momento de incertidumbre donde el presente se vacía y el futuro no parece tener ningún sentido. En este difícil pasaje a la adultez es cuando las conductas de riesgo proliferan: “remiten a la dificultad de acceso a la edad de hombre o mujer, el sufrimiento de ser uno mismo durante ese pasaje delicado, a la imposibilidad de darle sentido y valor a su existencia.”13 Allí los sentidos de la vida que abrigan y protegen contra la fragilidad son difíciles de hallar o parecen perdidos. En la particular manera en que se vive el tiempo, lento e interminable, en la adolescencia se necesita de horizontes: “Si no es alimentada con proyectos, animada por un gusto de vivir, la temporalidad adolescente se estrella contra un presente eterno que vuelve insuperable la situación dolorosa”14 y es allí donde los propagadores de la muerte encuentran espacio para sus acciones destructivas, el objetivo que tienen es que el adolescente lleve adelante acciones contra sí mismo. Debemos diferenciar este tipo de relación virtual que intenta conducir a la muerte desde internet, de otras que ocurren en una geografía acotada donde el suicidio juvenil tiene características diferentes.

Debemos diferenciar este tipo de relación virtual que intenta conducir a la muerte desde internet, de aquellas otras situaciones donde varios jóvenes se suicidan en un mismo barrio o pueblo

Nos referimos a aquellas otras situaciones donde varios jóvenes se suicidan en un mismo barrio o pueblo.15 En ellas ocurre que en un breve lapso de tiempo varios jóvenes atentan contra sí mismos. Parece una mortífera reacción en cadena dentro de un mismo pueblo o barrio y tiene como característica que la mayoría de quienes atentan contra sí mismos se conocen entre sí, saben de la existencia unos de otros. En Argentina hay una larga lista de pueblos que han vivido este tipo de graves acciones: Gobernador Gálvez, Santa Fe; Las Heras, Santa Cruz; Chamical, La Rioja; Rosario de la Frontera, Salta.16 En este tipo de situaciones el terror comienza a correr como reguero de pólvora por calles y casas del mismo barrio.

Recientemente nos hemos enterado de otro estilo de propuesta de accionar contra sí mismo en forma grupal y por vía de internet, un intento de organización horizontal llevada adelante por un adolescente desde un pequeño pueblo de la provincia de Entre Ríos, Argentina. Este muchacho de 16 años, cuyo apodo es Tutor, desde un pequeño cyber público promovía una acción suicida colectiva de jóvenes de distintos países. La acción la detectó la madre de una joven de Rentería, San Sebastían, España que puso en marcha a las policías de España y Argentina dedicadas a investigar los delitos por vía de internet. Nada más se sabe, seguramente debido a los secretos del sumario, de la manera y cuándo pensaba Tutor llevar a su grupo al acto suicida. Como se ve una acción sin recursos, ni programa, pero igualmente preocupante.

Muy diferentes a los intentos de suicidios que incentivan los Big Brother de la vía virtual. Todo se realiza por la máquinas de comunicar, no hay contacto físico, ni conocimiento previo entre los participantes. El manipulador asesino comienza desafiando al adolescente. Su objetivo es despertar un estado de guerra en el joven aislado y con poca confianza en sí mismo. Convencerlo de que es un samurái solitario, de lograrlo, esta secreta belicosidad lo saca aún más de las relaciones con familiares, amigos y sus propios intereses. El Big Brother lo lleva a creer que es un guerrero detrás de las líneas enemigas, que cada prueba realizada es una batalla ganada. Cuanto más se convenza el joven de ese papel, cuanta más impulsividad logre inyectarle quien lo manipula desde la imagen, más cercano se encuentra a su propio fin. Si esto ocurre, la manipulación habrá triunfado y el joven, ya absolutamente a merced de quien  está interesado en destruirlo, atentará contra su propia vida.

¿La fragilidad es una epidemia global?

La acción asesina de Phillipp Budeikin ha puesto sobre el tapete un tema que es el mayor tabú dentro del complejo entramado de silencios que embarga a los humanos ante la muerte. Nos referimos al suicidio, la notable expansión del mismo entre los adolescentes viene siendo denunciada por diversas  organizaciones de la salud, pese a ello pocos países  han reaccionado con programas específicos para tratar de disminuir su incidencia, la OMS concretamente considera que el suicidio adolescente ha quedado “envuelto en un tabú durante mucho tiempo”.

Las estadísticas mundiales establecen el aumento del índice de suicidio: más de ochocientas mil personas se suicidan por año. Dentro de este doloroso panorama donde campea la violencia autodestructiva, el porcentaje va creciendo,  mucho más aumenta entre los jóvenes. El causal de muerte por suicidio ocupa el segundo o el tercer lugar de las estadísticas mundiales en personas entre 14 y 29 años. En México, por ejemplo, ocupa el primer lugar de la estadística. Para ser más grave el cuadro surgen datos que indican  que el suicidio alcanza a los niños en forma significativa, algo que es un preocupante fenómeno nuevo. Argentina no le va en zaga, las estadísticas presentadas por el Ministerio de Salud de la Nación establecen que los accidentes y suicidios son las principales causales de muerte entre los quince y treinta y cuatro años. Ya sabemos que muchos accidentes son producto de la impulsividad y por ello no es difícil inferir la conducta suicida que subyace detrás de ellos.

El aumento de la violencia autodestructiva muestra cómo se internaliza en las personas más frágiles la violencia social y cultural que el sistema capitalista global produce

No se debe perder de vista que en el tema del suicidio la pobreza, como no podía ser de otra manera, marca notables diferencias entre ricos y pobres: el 75% de los suicidios mundiales se dan en los sectores pobres de todo el mundo (una muestra cabal de que los niños y jóvenes pobres no son peligrosos, como suelen indicar alguna prensa, sino que están en peligro). En esta epidemia autodestructiva se calcula que por cada persona que acaba con su vida hay que multiplicar por veinte los intentos suicidas. Como se ve tenemos un panorama que nos muestra cómo la muerte autoinfligida hace estragos en la vida adolescente actual. Un Hamelín global donde los países no están desarrollando programas específicos para la prevención y disminución de la tasa de suicidios17.

Morín plantea claramente lo que en este tipo de acciones subyace por debajo, mucho más en éstas épocas en que los suicidios aumenta: “El suicidio consagra la total dislocación entre lo individual y lo cívico. Allí donde se produce el suicidio, la sociedad no sólo ha fracasado en su intento de ahuyentar a la muerte, de procurar el gusto por la vida al individuo, sino que ella misma ha sido derrotada, negada: ya no puede hacer nada por y contra la muerte del hombre (…) Allí donde la individualidad se desprende de todo vínculo, allí donde aparece solitaria y radiante, solitaria y radiante también se alza, como un sol, la muerte”.18

Las estadísticas mundiales demuestran que estamos en presencia de una  epidemia de la que en general no se habla,  pese a que en las últimas dos décadas los índices de suicidio aumentan en forma llamativa. En esta fragilidad  operan los Big Brother que promueven caminos al cadalso, aprovechan estas fisuras en las que  confluyen motivos familiares, personales, sociales e institucionales y que han dejado al joven en estado de fragilidad, un laberinto del que no encuentra la salida.

Es necesario señalar que, en el particular y específico modo de estar en el mundo de los adolescentes, la ideación suicida no suele ser compartida con los amigos, familiares u otras personas allegadas. La misma pertenece al mundo más íntimo y secreto de los jóvenes. Ocurre exactamente lo contrario en esos intercambios por internet con gente lejana y sin ningún tipo de contacto corporal. Allí se generan esos estados ilusorios de confianza que en la vida familiar y social se perdieron o no se logran, esta capacidad de las pantallas para generar ese estado ilusorio de intimidad  rápida abre las puertas para quedar a las órdenes del lejano asesino, quien primero estimula con pruebas y luego ordena el camino a la muerte.

Por otra parte cabe preguntarse si Budeikin al definir a amplios sectores juveniles como un grupo “biodegradable que hay que eliminar”,  no es más que la punta del iceberg de una cultura que produce un suicidio cada cuarenta  segundos. El ejemplo de España es un botón de muestra: en su intento de resolución de la crisis económica en la que estuvo inmersa y de la que parece ir despertando, según Unicef ha retrocedido en la atención y cuidado de su infancia. En la comunidad europea ocupa unos de los últimos peldaños en el nivel de pobreza infantil. Más abajo le siguen Rumania y Grecia.

Si la infancia es descuidada indica que el espacio soporte19 de la cultura presenta enormes fisuras. La web se ha transformado en parte de la búsqueda de sostén para millones de personas que ofrecen sus vidas por pertenecer a la sociedad transparente, favorecidos por el impulso de transparencia que los Big Data imponen a todos los usuarios y con los que escudriñan deseos, personalidades, ideología, consumos, en fin todo lo que podamos imaginar Se aprovechan de esto los  cultores del asesinato. El adolescente frágil es detectado por los Budeikin con los Big Data personales en su poder, al contactarlo tiene muchos elementos para establecer perfiles e intereses, un proceso que no sólo ocurre con los jóvenes sino que incluye al conjunto de la sociedad y que el proceso de fascinación por la hiperconectividad niega. “El Big Data es un instrumento psicopolítico muy eficiente que permite adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la comunicación. Se trata de un conocimiento de dominación que permite intervenir en la psique y condicionarla a un nivel prerreflexivo”20. No hay duda que quienes promueven este sistema que se propone absorber a todos y a cada uno de los sujetos de este mundo comparte con el creador de La Ballena Azul el objetivo de separar los “grupos biodegradables”, desinteresarse de ellos.

El aumento de la violencia autodestructiva muestra cómo se internaliza en las personas más frágiles la violencia social y cultural que el sistema capitalista global produce, cómo se particulariza la destructividad en cada una de las millones de personas que son desafiliadas de cualquier tipo de posible integración.

Con seguridad podemos responder que en la mesa de los que ganan enormes cantidades de dinero con las burbujas financieras no existe el menor interés de destinar partidas presupuestarias para programas de prevención ante la epidemia de suicidio adolescente. En la cultura actual sólo se recuerda Hamelín como un cuento, los gobiernos no parecen interesados en buscar soluciones al estrecho margen de maniobra que le va quedando a las nuevas generaciones para desplegar sus proyectos. Solo basta con mirar los altísimos índices de desocupación de los jóvenes a nivel mundial para corroborar que hay modelo darwinista - Big Brother en marcha.

 

Notas

1. Vainer, Alejandro, Más que sonidos. La música como experiencia, Topía, Buenos Aires, 2017.
2. Como ocurrió en el año 1096 con la Cruzada de los Pobres convocada por el Papa Urbano II con el fin declarado de conquistar Tierra Santa, la realidad histórica era otra, fue una manera de eliminar pobres de Europa.
3. Vainer, Alejandro, op. cit.
4. Pese a que cada vez es más reconocido -y la mayoría de los estudios lo indican- que dicho encuentro en Facebook es frustrante y decepcionante.
5. Hazaki, César, El cuerpo mediático, Topía, 2010.
6. Concepto planteado ya hace muchos años por Marshall McLuham y que vale la pena tener presente especialmente ante este tipo de difusiones.
7. En todos los casos conocidos la convocatoria llega en forma personal a través de los múltiples usos de los Smartphone
8. Declaraciones a la prensa tomadas de diversos portales de internet en castellano. El original en ruso está en el portal www.saintpetersburg.ru.
9. Idem anterior.
10. Esto tiene relación con el nombre que tiene el desafío mortífero: la ballena azul es el cetáceo más grande de la Tierra anda solo, pero puede comunicarse con sus congéneres por sus sonidos, estos pueden ser escuchados por otra ballena azul a mil quinientos kilómetros de distancia.
11. Hazaki, César, op. cit.
12. Byung-Chul Han, La sociedad de la transparencia, Herder, Barcelona, 2013.
13. Le Breton, David: El Cuerpo Herido, Topía, Buenos Aires, 2017.
14. Le Breton, David, op. cit.
15. Hazaki, César, ver artículo “El Familiar, los adolescentes y el suicidio. Una leyenda todo terreno”, en www.topia.com.ar.
16. Hazaki, César: “El familiar, los adolescentes y el suicidio. Una leyenda todo terreno”, en www.topia.com.ar
17. Solo Finlandia lleva adelante un programa de este tipo en el mundo.
18. Morin, Edgar, El Hombre y la Muerte, Kairós, Barcelona, 1994.
19. Carpintero, Enrique, El erotismo y su sombra, Topía, 2015.
20. Byung-Chul Han, Psicopolítica, Herder, Barcelona, 2014.

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Algunas trayectorias juveniles en los dos extremos de la distribución de la riqueza

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Why are we building fences?
There’s nothing we can keep out.
High summer
, Margaret Atwood

(¿Para qué construimos vallas?
No hay nada que podamos dejar fuera)

 

¿Es la periferia, aun hoy, un espacio asociado al desencanto? Como señalan numerosos autores, resulta innegable el hecho de que las villas y asentamientos populares del Gran Buenos Aires no han dejado de aumentar, tanto en niveles de hacinamiento como en densidad. Asimismo, ya es un lugar común suponer a los piqueteros o cartoneros que demandan, acampan o juntan mercadería en la ciudad capital como “naturalmente” provenientes de algún oscuro, malsano e inexpugnable rincón del Gran Buenos Aires. La suma de estas circunstancias nos evoca la doble herencia de la voz periferia que señalan Hiernaux y Lindón respecto de las ciudades latinoamericanas:

“…por un lado, la herencia geométrica propia de la palabra periferia (la circunferencia externa), por otra, es heredera de la teoría social de los años sesenta. Esto último implicó enfatizar la componente dicotómica con un fuerte sesgo económico: la diferenciación entre centro y periferia, entre dominantes y dominados, pobres y ricos (…) La conjunción de ambas herencias vino a dar un nuevo sentido a la voz: la circunferencia externa a la ciudad en la cual están los pobres, (…) los despojados.

(…) En esencia, esas dimensiones con las que se va engrosando la voz ‘periferia’ son la referencia a la miseria, a la informalidad, la condición de área ‘dormitorio’ y la irregularidad del suelo y la vivienda.” (Hiernaux y Lindón, 2004, pp. 111 y 112). Las bastardillas son mías.

En sintonía con la mirada de estos autores, creo que es necesario matizar la referencia unidimensional a la periferia como un territorio “chato” y sin relieve. Las trayectorias residenciales y laborales de distintos habitantes de la periferia de Buenos Aires que veremos a continuación contradicen tanto la falta de valor atribuida a la periferia como su mera condición de área dormitorio.

En primer término, la “huida de la ciudad” de cierta clase media y alta que se instala a vivir en urbanizaciones cerradas suburbanas se articula con una dotación de valor a esas tierras antes devaluadas. Si bien los partidos alejados de la ciudad capital han tenido históricamente -como bien demuestra Calello (2000)- altos índices de pobreza y carencias de infraestructura, esa desventaja inicial no ha impedido una proliferación de barrios privados, favorecida por la extensión de las autopistas y el acceso a lotes económicos. Los emprendimientos privados fomentan además una visión idealizada de su emplazamiento periférico: la distancia respecto de la ciudad es ponderada en tanto antítesis del caos y los peligros; e ingenuamente minimizada al presumir que solo se encuentran a quince minutos del obelisco, pese a que los residentes bien saben del tortuoso periplo hasta el centro con un tráfico rutinariamente colapsado.

La mudanza de clases medias y altas hacia la periferia contrasta con la mudanza de los sectores más pauperizados del Gran Buenos Aires a la ciudad capital durante los días hábiles, como un modo de asegurar su supervivencia

Esta mudanza de clases medias y altas hacia la periferia contrasta con la mudanza de los sectores más pauperizados del Gran Buenos Aires a la ciudad capital durante los días hábiles, como un modo de asegurar su supervivencia. En efecto, familias enteras consolidaron durante años la práctica de dormir con la mercadería recolectada en plazas céntricas, playones ferroviarios o bajos de autopista, debido a la suspensión del tren blanco que los transportaba,1 y la imposibilidad de trasladarse cotidianamente a la provincia por sus propios medios. El área dormitorio lo constituyó, en este caso, no el remoto domicilio del Gran Buenos Aires, sino el más pragmático espacio urbano porteño, cercano a sus circuitos de recolección de basura. Pese al inusitado grado de violencia con que estos cartoneros han sido expulsados de tales espacios, las clases medias porteñas sienten que “todo se calma” cuando ellos se han visto obligados a regresar a la densa e incomprobable trama del conurbano profundo.

Por otra parte, el tradicional imaginario de la periferia como un espacio malhecho que impone a sus habitantes una pérdida irremediable2 sigue vigente en los sectores populares compelidos a abandonar la ciudad capital frente a la inminencia de un desalojo; ya sea por estar habitando una casa tomada, un asentamiento o un hotel-pensión. La obligación de “volver a la provincia” -o de habitar allí por primera vez- suele presentarse en estos casos como un regreso a condiciones de mayor pobreza. Nora, madre de cinco hijos y cartonera que habitaba en la Aldea Gay de Ciudad Universitaria, nos contaba con preocupación su abandono de la ciudad capital:

(…) “Los chicos de la facu [de la Ciudad Universitaria de la Universidad de Buenos Aires, en el barrio de Núñez] me ayudan con el merendero… Las nenas ya están adaptadas a tratar con la gente de acá. Están saliendo más educadas. Nos cuesta irnos un montón… la vida nuestra, con todo lo que rescatamos… (…) Vamos todos los días al comedor [comunitario]. Llega la noche y los chicos están re llenos, se duermen…Vamos a extrañar la buena vida, porque nunca nos falta un pedazo de pan. (…) Se va a extrañar acá. Allá en provincia hay menos… Tenés que tener sí o sí plata para comprar. Tenés que tener un trabajo seguro o no sobrevivís. (…) Acá tenés de todo: oficinas, fábricas, talleres, más los edificios… Acá la gente te ayuda más. Te ofrecen electrodomésticos o mercadería con buenas intenciones.”

Algo similar nos relataron los habitantes del asentamiento La Veredita de Villa Soldati: a pesar de vivir sin agua, ni baño; a pesar de vivir sin luz, cloacas ni gas y de padecer frío, vivir allí representó una mejora respecto de sus anteriores domicilios del Gran Buenos Aires; ya sea porque no podían pagar altos alquileres de piezas en villas, o porque la actividad del cartoneo se desarrollaba en un marco de cada vez mayor conflictividad. Pese a tratarse de un barrio relegado en la ciudad capital, allí habían logrado una serie de mejoras en la afiliación de su grupo familiar: la matriculación en comedores populares y escolares; en escuelas especiales; en estudios terciarios; en clases de apoyo escolar o de alfabetización de adultos.

Tal como lo testimonia Nora y otros tantos vecinos porteños que fueron desalojados, la mudanza a algún lejano rincón del Gran Buenos Aires difícilmente logre proveerles la misma calidad en el acceso a la educación, la salud o el trabajo que la ciudad capital; lo cual supone, en las personas de mayor vulnerabilidad, un riesgo para la supervivencia.

El temido efecto de insularización de villas ubicadas en la periferia contrasta, una vez más, con la clausura del barrio cerrado como una opción racional.3 Ahora bien, creo que no es ocioso señalar que la sensación de “encadenamiento” al lugar presenta -no obstante la diferencia de clase y de recursos para librarse de tal aislamiento- algunas afinidades en la experiencia de los habitantes de villas y barrios privados. No pretendo minimizar aquí la radicalidad de las diferencias entre ambas modalidades de hábitat, ni polarizar el análisis, ni mucho menos omitir la existencia de un panorama heterogéneo que también abarca a vastas clases medias. Simplemente quiero señalar a continuación algunas correspondencias no evidentes, a simple vista, en el universo cotidiano de aquellos ciudadanos ubicados en los dos extremos de la distribución de la riqueza de este territorio.

De un modo menos previsible que en el caso de Nora, el imaginario de la periferia que impone una pérdida también puede rastrearse en relatos de adolescentes de barrios privados que no pueden movilizarse sin la ayuda de sus padres, y cuya vida puertas adentro genera un creciente malestar. Veamos los testimonios recogidos por una periodista que entrevistó a gran cantidad de adolescentes de urbanizaciones cerradas:

“Ivana: -[mi vida en Nordelta es] muy aburrida. Estoy todo el día encerrada: me levanto tarde, desayuno, y enseguida me conecto a la computadora o veo tele. (…) No sabés, esto es tremendo. Soy una rehén de mi mamá. Ya le he planteado muchas veces que nos vayamos. (…) Yo solo espero tener la edad necesaria para irme (…)

Tiago: -A los catorce años empecé a sentir el encierro. Me ahogaba dentro de mi casa y no sabía qué hacer. (…) El plan era ir a la noche, meternos en obras en construcción y romper todo.

(sin nombre) -Digo Indio Cua [el nombre de un antiguo country club de zona Norte del Gran Buenos Aires] y se me viene[n] a la cabeza (…) esa asquerosa prisión camuflada de verde…” (Rojas, 2007, pp. 128-129, 137 y 324).

El tradicional imaginario de la periferia como un espacio malhecho que impone a sus habitantes una pérdida irremediable sigue vigente en los sectores populares compelidos a abandonar la ciudad capital frente a la inminencia de un desalojo

A tono con estos relatos, el largometraje argentino Una semana solos de Celina Murga exhibe las feroces reacciones de niños y adolescentes que permanecen encerrados en un country durante una interminable semana. Esta ficción resultó, sin embargo, moderada respecto de la realidad: una de las productoras de la película nos comentó que los jóvenes actores, casi todos ellos residentes en barrios privados, tenían en su haber historias aún más espeluznantes de destrozos y maltratos al personal que los retratados en la película.

Esta sensación de tiempo detenido que comparece tanto en las entrevistas como en el film comentados ha sido descripta también en una novela de Ballard (2005) cuya trama se desenvuelve al interior de una urbanización cerrada:

“En Pangbourne Village (…) el tiempo podía avanzar hacia delante o hacia atrás. Los residentes habían eliminado tanto el pasado como el futuro, y a pesar de todas sus actividades existían en un mundo civilizado sin acontecimientos. En cierto sentido los niños habían dado cuerda a los relojes de la vida real.”

La aparente semejanza en los destinos de los pobladores de villas y barrios privados se quiebra en mil pedazos si tenemos en cuenta el abismo existente en sus condiciones materiales de vida. Lo que para unos es un destino difícilmente reversible -la vida en la villa- es para otros una oportunidad de vivir -y cito ahora sus expresiones más difundidas- sintonizados con la naturaleza, con mayor libertad para criar a sus hijos y a resguardo de ciertas amenazas de la “ciudad abierta”. Una vida de la que se puede retornar, en caso de que las expectativas no se vean satisfechas.

Si bien ambos comparten la característica de estar “anclados”, los jóvenes de sectores populares cuentan con menos posibilidades de abandonar el lugar cuando éste cesa de ofrecerles las condiciones mínimas para garantizar su reproducción social.

Sin embargo, quizás sea importante subrayar -a contrapelo de algunas interpretaciones que ponderan casi exclusivamente la territorialización de los sectores populares- que ellos también sobreviven gracias a sus continuos desplazamientos. Nótese además la paradoja de los trayectos inversos: cartoneros bonaerenses que se desplazan al centro de la ciudad para sobrevivir a partir del acopio de mercadería (que puede ser vendida o consumida sin más); y clases acomodadas que “huyen” a la periferia para “sobrevivir” de lo que comúnmente es mencionado como el “flagelo de la inseguridad”.

En un sentido similar, aquello que para unos es un impedimento insalvable -un terreno anegadizo- resulta, para muchos emprendimientos de urbanizaciones cerradas, solo un primer obstáculo que es dejado atrás mediante faraónicas obras de relleno. Ambas situaciones confluyen, por caso, en el partido de Escobar. El barrio popular San Luis, ubicado a la orilla de un arroyo, corre el riesgo de anegación cuando el canal aliviador no se encuentra libre de obstáculos. Las urbanizaciones cerradas vecinas, en cambio, no sufren tal riesgo: sus terrenos han sido elevados para evitar posibles desbordes del canal.4

El “encadenamiento” al lugar -y las condiciones no reversibles de este- muestran su rostro más duro en un tipo particular de sufrimiento social que Auyero y Swistun (2008) bautizaron como sufrimiento ambiental. Si bien las clases acomodadas son las que generan un caudal de residuos significativo, solamente los pobres padecen la cercanía al centenar de basurales del Gran Buenos Aires, que son una fuente de subsistencia, pero también de sufrimiento ambiental a causa de la contaminación atmosférica, las inundaciones, la degradación del suelo y los acuíferos, o las enfermedades transmitidas por animales.5 Si bien existen varios rellenos sanitarios que son resistidos por los vecinos -como en Don Torcuato o González Catán-, hay otros casos en que estos han defendido históricamente su presencia, como en José León Suárez:

(…) “la gente (…) no quiere que lo cierren porque vive de eso.

-Es que lo que nosotros sacamos es buenísimo -interviene Alicia-. Telas, metales, calditos Knorr…

-Las fábricas tiran todo eso y los cirujas lo almacenan para hacer trueque o venderlo en las ferias de los domingos como en la de José C. Paz, y hasta en los puestos de Retiro.” (Entrevista a Raúl y Alicia en Dujovne Ortiz, 2010: 89).

La aparente semejanza en los destinos de los pobladores de villas y barrios privados se quiebra en mil pedazos si tenemos en cuenta el abismo existente en sus condiciones materiales de vida

Los actores más insospechados pueden aportar a los sectores populares una carta de ciudadanía maltrecha, cínica, inacabada, pero al menos un principio de ciudadanía allí donde el Estado se ausenta. El trabajo de Shammah (2009) abordó la paradoja de administradores de basurales del Gran Buenos Aires que proveían a los vecinos trabajo, alimentación y vivienda, derechos que ciertamente el Estado no les garantizaba.

Incluso existen barrios enteros construidos literalmente sobre la basura; una cárcel también situada sobre un relleno y con su agua contaminada, que causa enfermedades a los presos; y episodios ominosos como el de Diego Duarte, un joven cartonero que murió aplastado por toneladas de basura descargados por una grúa: su cuerpo jamás apareció. Conmocionada por la trama ominosa de ese asesinato, Dujovne Ortiz escribió la siguiente reflexión sobre aquel territorio: “Al cruzar el Camino del Buen Ayre las cosas se pierden, se desdibujan, la legalidad no es más que una referencia lejana, los derechos humanos quedan en suspenso”. Las condiciones de desigualdad no solo no muestran una atenuación para el paseante cómplice que se interne en el conurbano profundo, sino que allí se constatan con singular crudeza sus diversos rostros, como el breve ciclo vital: los más pobres tienen más hijos y una menor esperanza de vida.

“[En los más pobres], (…) todas las etapas del ciclo de la vida se aceleran: un corto pasaje por la escuela para luego entrar, rápidamente y con escasas calificaciones, al mundo del trabajo; una precoz maternidad o paternidad, poco tiempo entre cada hijo y una salida temprana del mundo laboral para, finalmente, morir antes.” (Kessler 2011: 3).

Los habitantes de las villas y de las urbanizaciones privadas -pese a lo distintos que ellos puedan sentirse entre sí- también coinciden en su búsqueda de resolver los conflictos o delitos puertas adentro de su hábitat, evitando recurrir a la policía. Frente a casos de violencia sexual, Auyero relata que la acción colectiva local -que puede expresarse en diversos tipos de escarmiento y hasta la expulsión- es la respuesta en la que más confían los habitantes de villas suburbanas.6 En los barrios privados, si las conductas ilegales provienen de la endogamia -como el vandalismo de algún hijo adolescente-, la pertenencia de clase será invocada para evitar la justicia ordinaria y resolver los conflictos en la intimidad, o bien en el marco de sus tribunales internos de disciplina.7 Esta significativa renuencia, por parte de los pobladores de los barrios privados, a que intervengan las fuerzas públicas en caso de delitos perpetrados por residentes o “invitados” -como ellos denominan a los amigos de sus hijos- se invierte cuando los responsables de los delitos son “externos” al barrio, o bien personal interno contratado: empleadas domésticas, custodios, pileteros. La intervención policial o judicial es justificada entonces no por la calidad de visitante del acusado, sino por la clase social a la cual adscribe.

Esta suerte de justicia paralela -a las que se suman frecuentes y en ocasiones humillantes requisas al personal- no es ajena a la visión mítica del barrio privado como un hábitat donde puede desplegarse una vida más ordenada que en la ciudad.

Ojalá que mi condición de habitante de clase media del Gran Buenos Aires haya sido una suma, y no un obstáculo, en la problematización de estas trayectorias. No hago más que recorrer, en mi vida cotidiana, este inabarcable territorio sin terminar jamás de comprenderlo. Y es que una ciudad es, para mí, un lugar que nunca nadie dejó de caminar un solo instante. Si alguna vez sucediera que ni un solo ser viviente se estuviese desplazando, la ciudad en cuestión simplemente desaparecería.

 

Bibliografía citada

Auyero, Javier y Swistun, Débora, Inflamable. Estudio del sufrimiento ambiental, Buenos Aires, Editorial Paidós, 2008.
Ballard, J.G, Furia feroz, Barcelona, Minotauro, 2005.
Calello, Tomás, “Breve caracterización histórica de la Región Metropolitana de Buenos Aires”, en: São Paulo em Perspectiva vol. 14 nº 4, octubre/diciembre 2000, San Pablo.
Dujovne Ortiz, Alicia, ¿Quién mató a Diego Duarte? Crónicas de la basura, Buenos Aires, Aguilar, 2010.
Fernández, Leonardo y Herrero, Ana Carolina, “Áreas de criticidad ambiental vinculadas a las Cuencas Metropolitanas de Buenos Aires. Oportunidades de desarrollo urbano”. Ponencia presentada en el Seminario Ciudad y Programas de Hábitat, 2008, Universidad Nacional de General Sarmiento. Inédito.
Goldwaser, Beatriz; Soria, Lidia et al., “Tan cerca… tan lejos. Urbanizaciones cerradas y barrios populares en la Región Metropolitana de Buenos Aires”. Ponencia presentada en el Seminario Ciudad y Programas de Hábitat, 2003, Universidad Nacional de General Sarmiento. Inédito.
Hiernaux, Daniel y Lindón, Alicia,  “La periferia: voz y sentido en los estudios urbanos” en: Papeles de Población n° 42, 2004, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México.
Kessler, Gabriel, “Claroscuros de la estructura social. Tendencias contrapuestas en la Argentina del siglo XXI”, en Problèmes d’Amèrique Latine n° 82, pp. 93-108, 2011.
Rodríguez, María Carla, Di Virgilio, María Mercedes et al., Políticas del hábitat, desigualdad y segregación socio-espacial en el área Metropolitana de Buenos Aires, Edición Grupo Argentina de Producción Social del Hábitat hic-al FVC-MOI-SEDECA y Área de Estudios Urbanos del IIGG/ FSOC-UBA, 2007.
Rojas, Patricia, Mundo privado. Historias de vida en countries, barrios y ciudades cerradas, Buenos Aires, Planeta/Seix Barral, 2007.
Shammah, Cinthia, “Conflicto territorial en un basural: los residuos como un recurso a disputar”, en: Grimson, Alejandro; Ferraudi Curto, María Cecilia; y Segura, Ramiro (comps.) La vida política en los barrios populares de Buenos Aires, Buenos Aires, Prometeo, 2009.

Notas

1. Tras la crisis socioeconómica de 2001, la empresa Trenes de Buenos Aires transportaba diariamente a más de mil cartoneros desde el Gran Buenos Aires hasta diferentes destinos del centro porteño. A fines de 2007, el tren blanco hizo su último recorrido. La empresa justificó la medida alegando que los cartoneros molestaban a la gente, cometían actos de vandalismo y que el servicio no cumplía con las normas seguridad para garantizar el transporte.
2. Joseph en Hiernaux y Lindón, 2004, p. 112.
3. Rodríguez y Di Virgilio, 2007, p. 65.
4. Goldwaser et al., 2008, p. 9.
5. Fernández y Herrero, 2008, p. 10.
6. “Cadenas de violencia en el conurbano”. Conferencia de Javier Auyero en la Universidad Nacional de San Martín, 7 de octubre de 2011.
7. Ante las denuncias de mal comportamiento de socios o invitados (robos, peleas, exceso de velocidad) estos tribunales internos del barrio aplican sanciones que incluyen suspensiones o incluso la prohibición de ingreso.

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Los freudianos rusos y la revolución de Octubre (a 100 años)

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Editorial Revista Topía Noviembre/2017

A fines del siglo XIX y principios del XX nos encontramos con la crisis del sujeto liberal capitalista. Un sujeto centrado en sí mismo, racional y consciente de que la revolución industrial con la producción de mercancías permitiría alcanzar la felicidad: se había iniciado un progreso que se consideraba ilimitado. Si Marx plantea la alienación del sujeto en la sociedad capitalista; Freud al descubrir un aparato psíquico sobredeterminado por lo inconsciente pone en evidencia un sujeto escindido, un sujeto pulsional que constituye el malestar que atraviesa la cultura.

El año 1917 con la Revolución de Octubre se intentaba responder a esta crisis al anunciar el inicio de una época en la búsqueda de nuevas relaciones sociales para encontrar otros caminos que permitieran construir una subjetividad emancipada: una subjetividad que hiciera comunidad. Cien años después nos encontramos con una crisis similar: la crisis del sujeto neoliberal; también con una revolución que ha fracasado y un mundo que ha sufrido profundas transformaciones. Pero también un mundo atravesado por la crisis de un sujeto que hace necesario seguir sosteniendo la esperanza de un proyecto emancipatorio social y político. En este sentido, debemos entender que la esperanza permite la búsqueda de una verdad en permanente construcción, es decir, de una verdad que articula sentidos, que posibilita la elaboración, al construir el pasado dando cuenta en el presente de la historia que la constituye para de esta forma permitir la memoria. Por ello, la esperanza es una forma de la memoria. Esta última nos recuerda nuestros logros y fracasos, nuestros límites y posibilidades, nuestros sueños y realidades, nuestros deseos y fantasías. Es que recordar no es una actividad que nos lleve solamente al recuerdo fáctico, sino al recuerdo de las razones por las cuales esos valores no forman parte de nuestra cultura. Por ello la frase de Benjamin: “La historia es objeto de construcción cuyo marco no es el tiempo homogéneo y vacío, sino un ámbito lleno de ´tiempo actual´”. En este sentido es la actualidad de nuestro tiempo lo que hace necesario recordar: este es el propósito de los textos que presentamos en el libro recientemente publicado por la editorial Topía El psicoanálisis en la revolución de octubre, Enrique Carpintero (compilador), Eduardo Grüner, Alejandro Vainer, Hernán Scorofitz, Juan Carlos Volnovich, Juan Duarte, Lev Vygotski y Alexander Luria. A continuación transcribimos dos fragmentos del texto de Enrique Carpintero “Los freudianos rusos y la revolución de Octubre”.

Cuando el cielo es tomado por asalto

En octubre de 1917 los bolcheviques toman el poder en un país devastado. Mientras Rusia participa de la Primera Guerra Mundial comienza a desarrollarse una guerra civil desatada por los partidarios de la monarquía zarista y otros opositores al partido bolchevique. A esta situación debemos sumarle el boicot de las grandes potencias y una tremenda crisis económica y social. Esto llevó a que con el fin de alimentar a la población se habían abandonado a los animales del zoológico de Moscú; Pavlov para hacer su prueba con los famosos perros tuvo que pedir una autorización especial firmada por el propio Lenin. Esta anécdota refleja cómo a pesar de las profundas privaciones que caracterizaron esos primeros años de la revolución los avances científicos e intelectuales de esa época continuaron y, aún más se multiplicaron. Es que la revolución había abierto el camino de la creatividad en todos los ámbitos al romper con la rígida censura religiosa, en especial en las manifestaciones artísticas y científicas. En este contexto el psicoanálisis en Rusia se fue afianzando a partir de nuevas experiencias, aunque se encontró atrapado entre dos perspectivas que se le oponían radicalmente. Por un lado, desde la Internacional Psicoanalítica que rechazó a las nuevas asociaciones rusas; las cuales nunca llegaron a tener un pleno reconocimiento por parte de los psicoanalistas vieneses quienes, en su mayoría eran conservadores antimarxistas que se oponían a la revolución rusa. Por otro lado, en el partido bolchevique, si bien había dirigentes que apoyaban el psicoanálisis, otros, a partir de una concepción economicista y mecanicista del marxismo, lo consideraban una práctica “burguesa y capitalista” a la cual había que oponerse. Sin embargo, el psicoanálisis no fue simplemente tolerado, ya que durante esos primeros años de la revolución trató de encontrar un espacio propio en la lucha para fundar las bases de una nueva organización de la sociedad; había la ilusión de poder encontrar “una ciencia psicológica” que junto al marxismo pudiera dar cuenta de “una nueva cultura socialista”. Aunque, ser psicoanalista y de izquierda eran dos perspectivas que en Rusia iban a ser cada vez más difícil de compatibilizar.

El psicoanálisis no fue simplemente tolerado, ya que durante esos primeros años de la revolución trató de encontrar un espacio propio en la lucha para fundar las bases de una nueva organización de la sociedad

Para dar cuenta de los cambios que se intentaban realizar en esa época para romper con el modelo de la familia patriarcal es necesario mencionar el lugar que ocupaba Alexandra Kollantai. Nació en San Petersburgo en 1872 en el marco de una familia liberal. De joven abrazó las ideas revolucionarias; para transformarse luego de la revolución en la primera mujer que participó en un gobierno y la primera en ejercer la función de representante en un gobierno extranjero. En los años ´20 pertenecía a la llamada oposición obrera del partido al cual cuestionaba por su excesivo centralismo. Su contribución principal fue aportar a la historia de la emancipación femenina y la libertad sexual. En la línea de Marx y Engels de El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Kollantai afirmaba que en la sociedad socialista la igualdad y el reconocimiento recíproco de los derechos debían constituirse en los principios de las relaciones entre hombres y mujeres. Con el nuevo gobierno revolucionario fue elegida Comisaria del Pueblo de la Asistencia Pública desde donde luchó para alcanzar la igualdad política, económica y sexual de hombres y mujeres. Es que a partir de la revolución las mujeres consiguieron el pleno derecho al voto, las leyes civiles hicieron del matrimonio una relación voluntaria, se eliminaron las diferencias entre hijos legítimos e ilegítimos, se igualaron los derechos laborales de la mujer a los del hombre y se dieron el mismo salario a las mujeres y un salario universal por maternidad. Así la Rusia de los Soviets fue el primer país del mundo donde se estableció la total libertad de divorcio y donde el aborto fue libre y gratuito. Ahora bien, una vez establecida la situación legal había que alcanzar una igualdad real y objetiva. Por ese motivo se lanzaron movilizaciones políticas entre las mujeres y en 1918 se celebró el primer Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda Rusia. Kollantai creía que en la nueva sociedad la igualdad entre ambos géneros no solo se lograría con la transformación de las bases económicas que producen las desigualdades, sino también con un cambio en las relaciones sexuales entre las personas. Sin embargo, las ideas de Kollantai no fueron plenamente aceptadas por los dirigentes del partido; finalmente con el estalinismo se volvió al papel tradicional de la mujer y a una exaltación de la familia. Kollantai fue acusada de sectarismo por Stalin y alejada del país en misiones diplomáticas a Noruega, México y Suecia.

En la Sociedad Psicoanalítica de Moscú se forma el primer Instituto de Psicoanálisis del país que fue el tercero en el mundo junto al de Viena y Berlín. Su originalidad estaba dada por ser la única institución mundial sostenida financieramente por el Estado

Aunque la concepción sobre la sexualidad que sostenía Kollantai, en muchos sentidos era ajena a la defendida por Freud, los psicoanalistas rusos aportaban al desarrollo de estas ideas que implicaba romper con prejuicios muy arraigados en la sociedad. Además, debían seguir las duras condiciones que la realidad social y económica imponían a la sociedad. Mientras tanto continuaban con la difusión del psicoanálisis. Ivan D. Ermarkov dictaba conferencias en el Instituto Psiconeurológico de Moscú y trataba de organizar un centro para niños perturbados menores de cuatro años que incluía como programa de formación un análisis para los que cuidaban de los niños. Esta problemática era una necesidad social debido a la gran cantidad de niños abandonados producto de la muerte de sus padres en la Gran Guerra o en la Guerra Civil que se estaba desarrollando. Moshe Wulff era profesor de la Universidad de Moscú. Ambos crean en 1921 la Asociación Psicoanalítica de Investigaciones sobre la Creación Artística que en el inicio tenía ocho miembros fundadores. Al año siguiente se funda la Sociedad Psicoanalítica de Moscú que se organizó en tres secciones: la primera dedicada a los problemas psicológicos de la creatividad y la literatura dirigido por Ermarkov; la segunda llevada adelante por Wulff que trabajaba en el análisis clínico y la tercera se ocupaba de la aplicación del psicoanálisis al sistema educativo dirigida por el matemático y psicoanalista Otto Schmidt esposo de Vera Schmidt.

En la medida que se afianzaba el totalitarismo estalinista, se imponía el dogmatismo de la Segunda Internacional que se situaba en la tradición anti-psicológica presente desde los inicios de la revolución

Ese mismo año en Kazan se funda una segunda sociedad psicoanalítica bajo la dirección de Alexander Romanovich Luria. En este grupo la mayoría de sus fundadores eran médicos, entre los que se encontraban Fridman y Averbuj que en 1923 iban a traducir al ruso Psicología de las masas y análisis del yo. En la Sociedad Psicoanalítica de Moscú se forma el primer Instituto de Psicoanálisis del país que fue el tercero en el mundo junto al de Viena y Berlín. Su originalidad estaba dada por ser la única institución mundial sostenida financieramente por el Estado ya que se consideraba que el psicoanálisis podía desempeñar un papel importante en la construcción del socialismo. El hecho de conformarse como Instituto implicaba que podía formar analistas y, por lo tanto debía tener la aprobación de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). A excepción de Freud casi todos los miembros de la IPA se oponían debido a la poca cantidad de médicos que formaban parte del Instituto ruso y a su oposición a los marxistas del Estado soviético. Para Ernest Jones, que lideraba la oposición, la idea de que un matemático como Otto Schmidt fuera vicepresidente le resultaba inexplicable. Finalmente, bajo la influencia de Freud, se conformó la Sociedad Psicoanalítica Panrusa que incluía a los psicoanalistas de Petrogrado, Kazan, Odessa, Kiev y Rostov. Como responsables quedaron Ermarkov, O. Schmidt y Luria. La formación teórica y técnica estaba en manos de Ermarkov, Wulff daba seminarios de medicina y psicoanálisis y Sabina Spielrein, que recién había llegado de Viena, se dedicaba al psicoanálisis de niños. Sin embargo “el problema ruso” -como lo llamaba Jones- continuaba. En 1924 en el Congreso de Psicoanálisis de Salzburgo se hizo una declaración donde se saludaba al nuevo grupo pero el Instituto Ruso quedó aislado de la IPA, pese a ser uno de los grupos más numerosos que participaron.

 

El fin del psicoanálisis en Rusia

Las polémicas cada vez se hacían más duras y políticas; en especial luego de la muerte de Lenin en enero de 1924 donde al psicoanálisis se lo asociaba con la oposición de izquierda a Stalin. Varios dirigentes de la revolución como Lunacharsky, Radek, Bujarin, Ioff y, fundamentalmente Trotski, defendían la práctica del psicoanálisis. Lenin nunca tomó posición sobre el tema; aunque conocía muy bien el debate a través de su esposa nunca se opuso al psicoanálisis. Si bien tenía una posición en relación a la sexualidad, que podíamos denominar conservadora, como lo evoca en una memoria Klara Zetkin,1 defendió la experiencia del “Hogar de niños” que dirigía Vera Schmidt. En este sentido el historiador Alexander Etkind argumenta que el apogeo de la fuerza del psicoanálisis llegó en un momento -principios del ´20- cuando Trotsky estaba ejerciendo una gran influencia y su declinación coincide con su caída política. Por ello afirma que a pesar del apoyo de Krupskaia, la esposa de Lenin, y de Radek e incluso del apoyo de Stalin al “Hogar de niños” donde estaba su hijo, el vínculo de Trotski fue políticamente su fuerza principal y, en última instancia el inconveniente.2 Creemos -como venimos sosteniendo a lo largo de este artículo- que si bien Trotsky fue un factor importante se dieron una complejidad de factores tanto para su auge como para su caída.

Luego de la muerte de Lenin y la expulsión de Trotsky comienza una “caza de brujas” desarrollada por Stalin contra toda oposición a sus ideas basadas en el “socialismo en un solo país”. Se prohíbe la libertad de asociación donde -para limitarnos al campo de la psicología- todas las corrientes psicológicas son perseguidas a excepción de la “oficial” que se basaba en una adaptación mecanicista de la psicología pavloviana. Se anula la legislación sobre el aborto y el divorcio para afianzar la familia tradicional. La homosexualidad pasa a ser considerada una “sexualidad perversa y degradada”; esto lo lleva a Máximo Gorki -claro exponente del realismo socialista- a afirmar que “en la tierra donde el proletariado gobierna con coraje y exitosamente, la homosexualidad, con sus efectos corruptos sobre los jóvenes, está considerada como un crimen social punible por la ley.”3 En este marco se desarrolla en 1930 el Congreso sobre Comportamiento Humano donde se realizan contundentes críticas a diferentes corrientes psicológicas que se las clasifica como “burguesas desviacionistas” y “capitalistas idealistas”. Allí Zalkind critica las bases del psicoanálisis y sostiene lo que había escrito el año anterior en sus “Doce mandamientos” para las relaciones de pareja donde -entre otras cuestiones- afirmaba: “El acto sexual no debe repetirse a menudo… No se debe cambiar seguido de partenaire… El amor debe ser monógamo… En el acto sexual, siempre se debe tener en cuenta la posibilidad de concebir hijos… La elección sexual debe ejercerse siguiendo criterios de clase; debe estar conforme a las finalidades de las revolucionarias y proletarias… La clase tiene el derecho a intervenir en la vida sexual de sus miembros…”4 Todo un tratado reaccionario y totalitario sobre la sexualidad.

En la actualidad han cambiado los paradigmas con los que se ha pensado la relación entre el psicoanálisis y el marxismo. Aún más esta confluencia quedó en la historia

Es evidente que en este clima social y político era imposible que pudiera desarrollarse cualquier práctica con una mínima garantía de libertad, mucho menos la del psicoanálisis; para el estalinismo el objetivo del pensamiento marxista no era la crítica sino la fe: había que tener fe en un partido al cual se debía responder desde la sumisión; caso contrario se lo declaraba enemigo de la revolución. Pero debemos reconocer que, en la medida que se afianzaba el totalitarismo estalinista, se imponía el dogmatismo de la Segunda Internacional que se situaba en la tradición anti-psicológica presente desde los inicios de la revolución. Como venimos señalando el marxismo se lo había encerrado en una concepción economista y mecanicista de la historia donde se establecía una relación directa entre la situación social, los intereses colectivos y la conciencia política. Dicho de otra manera: si se cambiaban las relaciones de producción se modificaban las relaciones del sujeto con sí mismo y con los otros. De esta forma con una interpretación voluntarista se dejaban de lado los determinantes subjetivos del sujeto para adherir a un proyecto de transformación social. Por ello los desarrollos para encontrar una relación entre psicoanálisis y marxismo se basaban en paradigmas positivistas que se transformaban en reduccionismos económicos o biológicos; como la pretendida psicología soviética de orientación pavloviana o el enfoque histórico-social.

En la actualidad han cambiado los paradigmas con los que se ha pensado la relación entre el psicoanálisis y el marxismo. Aún más esta confluencia quedó en la historia. De allí que creemos necesario rescatar la noción de límite. Pero entendiendo el límite como positividad -en el sentido spinoziano del término-, es decir como potencia. Creemos que el límite epistemológico que hay entre el psicoanálisis y el marxismo permite la fecundidad para pensar un proyecto emancipatorio.

El sujeto del inconsciente no se corresponde con el sujeto de la historia. Freud parte del sujeto y, si bien reconoce la influencia de lo social, su interrogación se dirige a cómo lo social se inscribe en la subjetividad a partir de su historia personal.

En Marx, en cambio el sujeto es social y el entramado social e histórico es el que explica la subjetividad. De esta manera la ontogénesis marxista (es decir, los procesos que sufren los seres vivos desde su fecundación hasta la vejez) no es asimilable al sujeto óntico del psicoanálisis (es decir, al ser). De allí la imposibilidad epistemológica de armonizar estos dos sistemas conceptuales que devienen en prácticas diferentes. Estamos en presencia de dos órdenes en la constitución del sujeto diferentes pero complementarios. No a partir de una hipotética conjunción sino a partir de sus límites y alcances comprensivos.5

Creemos necesario rescatar la noción de límite. Pero entendiendo el límite como positividad -en el sentido spinoziano del término-, es decir como potencia. Por ello el límite epistemológico que hay entre el psicoanálisis y el marxismo permite la fecundidad para pensar un proyecto emancipatorio

En esta perspectiva podemos decir que si para Marx la historia es la historia de la lucha de clases ésta adquiere en cada proceso histórico en el interior de la cultura una complejidad que debemos dar cuenta. Es una ilusión creer que modificar las relaciones de producción presupone automáticamente un cambio en las relaciones de los sujetos, como clásicamente se pensó desde el marxismo. Si bien este es un paso necesario no es suficiente como lo han demostrado las experiencias social totalitarias estalinistas. En ellas el pensamiento utópico escondía el sueño reaccionario del cierre completo de lo social y la creencia de una sociedad ideal basada en la imposición de una cultura organizada desde el Estado. Esta era la advertencia de Freud cuando decía: “Yo opino que mientras la virtud no sea recompensada ya sobre la Tierra, en vano se predicará la ética. Me parece también indudable que un cambio real en las relaciones de los seres humanos con la propiedad, aportará aquí más socorro que cualquier mandamiento ético; empero en los socialistas, esta intelección es enturbiada por un nuevo equívoco idealista acerca de la naturaleza humana, y así pierde valor de aplicación.”6

Dilucidar estos problemas sigue siendo un desafío para el desarrollo de un pensamiento de izquierda que permita un nuevo modo de apropiación de la realidad que posibilite el surgimiento de un proyecto de emancipación social y político.

 

Notas

1. Miller, Martín A., Freud y los bolcheviches, Nueva Visión, Bs. As. 2005.
2. Etkind, Alexander, Eros de los imposible. La historia del psicoanálisis en Rusia, editorial Baulder Cobo, Madrid 1997.
3. Miller, Martín A., Op. Cit.
4. Chemouni, Jacquy, Trotsky y el psicoanálisis, ediciones Nueva Visión, Buenos Aires 2007.
5. Para un desarrollo de esta perspectiva ver Carpintero, Enrique y Vainer, Alejandro, “Psicoanálisis y Marxismo: historia y propuestas para el siglo XXI” en Pavón-Cuéllar, David (coordinador), Capitalismo y psicología crítica en Latinoamérica: del sometimiento neocolonial a la emancipación de subjetividades emergentes, editorial Kanakil, México 2017.
6. Freud, S. (1927), El porvenir de una ilusión, Obras completas XXI, editorial Amorrortu, Buenos Aires 1976.

Sin música no hay revolución

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Fragmento del libro Más que Sonidos

La música es una parte de las luchas sociales. Desde ya, no produce revoluciones, pero es un acompañante ineludible. Las marchas y los himnos dan una fuerza que llega a derribar muros, como la conocida historia bíblica de las trompetas de Jericó. Estas siete trompetas construidas con cuernos de carneros que los sacerdotes tocaban incesantemente hicieron desplomar las murallas de dicha ciudad.

Las canciones de luchas se multiplican tanto en momentos revolucionarios como en el caso de movimientos nacionalistas y totalitarios que promueven el sometimiento.[2] La experiencia musical puede ser productora de obediencia.[3] También es parte indispensable de resistencias y revoluciones.

Durante la revolución francesa se pudieron contar más de 3000 canciones políticas que se interpretaban en las calles de París.[4] En esos momentos surgió el himno revolucionario más famoso: la Marsellesa, compuesto en pocos días en 1792 por Claude-Joseph Rouget de l’Isle. Su objetivo fue tanto dar ánimo a las tropas, como reclutar voluntarios. No se sabe cómo llegó a Marsella. Desde esa ciudad partieron 400 voluntarios hacia el norte de Francia cantándola una y otra vez. A partir de entonces se lo cantaba en distintos lugares y eventos. Hasta que la Internacional socialista, el himno de los trabajadores, adquirió fuerza a fines de siglo XIX, la Marsellesa fue la canción revolucionaria más cantada.

La Internacional tiene su historia. Su letra es del poeta francés Eugène Pottier, quien había participado de la Comuna de París. Luego escribió los Cantos Revolucionarios, entre los cuales estaban los versos de un poema llamado “La Internacional”. En 1888 fueron musicalizados en pocos días por el belga Pierre Degeyter. Fue un éxito veloz en toda Francia. Se extendió rápidamente por Europa. Lenin la oficializa en 1919 en la Tercera Internacional, y se convierte en el Himno de la Unión Soviética hasta 1943, cuando Stalin lo reemplaza por otro himno que exaltaba el nacionalismo ruso. Al día de hoy, distintos grupos socialistas, comunistas y anarquistas la siguen cantando en distintos idiomas y versiones, según su orientación dentro de la izquierda.[5]

Durante los movimientos de rebelión, la música es un punto de encuentro colectivo donde los himnos y las canciones se amalgaman en las luchas. Por ejemplo, las canciones que, al igual que los fusiles y las banderas, animaron a los soldados de la Segunda República Española enfrentados a los militares de Franco en 1936. “La creación de una voz colectiva por el canto imponía el ritmo sonoro del acto resistente… La coherencia de la resistencia pasa forzosamente por la construcción de un grupo que se deja llevar y hasta dominar por un ritmo común, por un discurso cuya armonía se vuelve a encontrar en el momento mismo del acto performativo social y musical. Cantar su resistencia, cantar su deseo de cambio, es crear su presencia social, crear una cohesión. Y es, igualmente, permitir la formación de una memoria colectiva, contenida en la melodía y la letra, que perduran más allá del acto performativo.”[6] Estas canciones, como las de tantas luchas del siglo XX siguen cantándose.

Las luchas tienen sus propias bandas sonoras, donde las canciones tienen un autor, pero terminan siendo patrimonio de los colectivos. A lo largo del mundo y en distintos idiomas. Podemos recorrer el siglo XX desde This land is your land a Get up, stand up pasando por “El pueblo unido jamás será vencido”, “A desalambrar” o “La marcha de la bronca”. Una larga lista que cada cual puede actualizar, según su historia e ideología.[7] Sus efectos en las “movilizaciones” pueden palparse. Por ejemplo, es muy conocido el discurso de Martin Luther King, “Tengo un sueño”, que cerró la manifestación del 28 de agosto de 1963. Fue el final de una marcha en Washington por el trabajo y la libertad a la que concurrieron entre 200.000 y 300.000 personas. ¿Qué pasó antes del discurso? Música, mucha música. Entre ellos, Joan Baez cantó la versión más multitudinaria de la historia de We shall overcome. Intervinieron Bob Dylan, Peter Paul and Mary, entre tantos otros. Justo antes del discurso de King, participó la cantante góspel Mahalia Jackson. Al terminar, le dijo: “Martin, háblales de tu sueño”. En ese clima producido por la música y los cuerpos, King empezó a improvisar su famoso discurso, que hubiera sido imposible sin la experiencia musical colectiva.

Esos momentos de compartir dicha emoción da potencia de ser a todos y cada cual en ese momento. En los encuentros, en las calles y en las plazas. Los cuerpos son atravesados por las músicas que potencian colectivos. Por eso, las revoluciones tienen muchas músicas, tradiciones, cancioneros y bailes.

Los cuerpos bailan y cantan al compás de los cambios.

Donde la música, como siempre, es mucho más que sonidos.

 

[1] El título está tomado de la primera frase de Vialette, Aurélie, “La armonía de las cacerolas”, en http://blogs.elpais.com/tormenta-de-ideas/2012/12/la-armon%C3%ADa-de-las...

[2] Para algunas historias sobre la función de la música durante los totalitarismos durante el siglo XX se puede consultar Fairclough, Pauline, Twentieth-Century Music and Politics, Ashgate, Farnham Surrey, ebook edition, 2013.

[3] Quignard, Pascal, El odio a la música, op. cit.

[4] Blanning, Tim, op. cit., pág. 394 y siguientes.

[6] Vialette, Aurélie, op. cit.

[7] Una historia de las canciones de protesta en el siglo XX, centrada en EE.UU. y Gran Bretaña, se encuentra en Linksey, Dorian, 33 Revoluciones por minuto: historia de la canción protesta, op. cit.

Temas: 

Un nuevo avance de la contrarreforma psiquiátrica

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Declaración de la Revista Topía sobre el conflicto actual en Salud Mental

Los que hacemos la revista Topía hemos venido denunciando desde hace muchos años los diferentes aspectos del poder médico psiquiátrico representados por diversas organizaciones: la Asociación de Médicos Municipales (AMM), la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y la Asociación Argentinas de Psiquiatras (AAP). Estas se opusieron desde un primer momento a la Ley Nacional de Salud Mental ya que sus intereses se aúnan al de las grandes empresas de medicina y los laboratorios para mantener la psiquiatrización del campo de Salud Mental. Por eso, sistemáticamente van en contra de la igualdad en los equipos interdisciplinarios y no aceptan que otro profesional del equipo de Salud Mental tenga funciones de jefatura. El proyecto para modificar la reglamentación de la Ley Nacional de Salud Mental conocido en estos días no es sino una escalada más de dicho avance. Escalada acorde con la defensa de la privatización de la Salud en desmedro de la Salud Pública.

Franco Basaglia afirmaba que las luchas políticas y teórico-técnicas de todos los sectores involucrados en conjunción con toda la comunidad (desde partidos políticos hasta sindicatos pasando por diversas asociaciones intermedias) era necesario para transformar el campo de Salud Mental. Una lucha política, que implica al conjunto de la comunidad. Una lucha teórico-técnica cuyo eje es demostrar que una forma de abordaje intersectorial e interdisciplinario en Salud Mental es más eficaz, racional y científico. La experiencia de Trieste enseña que muchos años de trabajo conjunto son necesarios para llevar adelante las transformaciones. Como venimos afirmando: “No se puede cambiar con una ley un paradigma”. Sin embargo, muchos consideraron que la Ley transformaría automáticamente el campo. La falta de conocimiento y movilización del conjunto de la población juega a favor de mantener el paradigma médico psiquiátrico. Otra cuestión no menos importante es que con el actual deterioro del sistema de Salud de nuestro país, la ley de Salud Mental es inaplicable, ya que no se puede aislar el trabajo en Salud Mental de lo que sucede en Salud. Las experiencias muestran que otra forma de trabajo en Salud y Salud Mental se logra cuando se conjugan diferentes sectores e instituciones. Las cuales deben sostenerse con políticas que planteen un sistema universalista de Salud con la participación de los profesionales y los usuarios. Por ello es necesario una vez más debatir en cada lugar de trabajo que otras formas de abordaje son necesarias, tanto como la difusión de esta problemática en el conjunto de la comunidad. La Salud Mental no es problema sólo del campo de Salud Mental. Es un problema social y político del conjunto de la sociedad.

Adherimos a la Marcha del Viernes 1 de Diciembre desde el Obelisco a las 10:00 hs convocada por la Asamblea Multisectorial en Defensa de la Ley Nacional de Salud Mental y en contra de la imposición de la C.U.S. (Cobertura Universal de Salud)

Consejo de Redacción de la Revista Topía

Enrique Carpintero, César Hazaki, Alejandro Vainer, Alfredo Caeiro, Susana Toporosi, Susana Ragatke, Carlos Barzani, Héctor Freire y Alicia Lipovetzky.

Adolescentes y Educación. Las miradas sobre jóvenes y adolescentes y sus efectos

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Instante de ver. Lo inesperado entra en escena

 

Escena 1: Centro Juvenil

Luego de un intenso debate al interior del equipo acordamos realizar un taller sobre consumo problemático. Nos preguntábamos cómo abordar el tema: ¿abstencionismo?, ¿reducción de riesgos y daños? ¿perspectiva relacional? Decidimos focalizar el taller en el momento en que el consumo se vuelve problemático, relacionándolo con la ruptura de lazos. La sorpresa fue que los adolescentes comenzaron a hablar inmediatamente sobre prácticas de autocuidado y cuidado del otro.

Escena 2: Escuela

Primer momento: reunión con el centro de estudiantes quienes manifestaron preocupación por situaciones de violencia entre los adolescentes y malestar por la falta de compromiso por parte los adultos de la institución: “miran para otro lado”, “lo ven y no hacen nada”.

Segundo momento: el equipo llega a la escuela para reunirse con los directivos y se presenta una situación de violencia entre dos alumnas en la puerta de la dirección; comenzaron a insultarse ante la mirada de un profesor allí presente que, sin embargo, no intervino. Otros alumnos también observaban. Al llegar el director, comienzan a pegarse. Finalmente se interpone el equipo directivo quienes poniendo el cuerpo, logran separarlas no sin dificultad.

Tercer momento: luego de mantener conversaciones con diferentes docentes y directivos de la institución se pone de manifiesto que las situaciones de violencia están “a la orden del día en la escuela”, y que ellos se sienten impotentes, piden “que les digamos que hacer, creen que no cuentan con las herramientas necesarias”. Se trabaja con sus dichos, se les señala los recursos con los que cuentan y los problemas de comunicación que impiden un abordaje en conjunto Acordamos un próximo encuentro con el objetivo de acompañar los avances que se hayan producido para afrontar la problemática que se hacía evidente a todas luces: la violencia. En el siguiente encuentro, para nuestro asombro nos informan que la propuesta sería trabajar sobre “consumo problemático”

 

Tiempo de comprender. Poder leer las escenas

 

Probablemente, cualquiera que trabaje con jóvenes y adolescentes en contextos educativos (formales e informales) encontrará resonancias entre su práctica cotidiana y las escenas antes relatadas. Desde el equipo interdisciplinario conformado por profesionales de dos instituciones vinculadas a la salud: hospital Provincial y Centro de Salud municipal, que interviene desde la perspectiva de APS, nos proponemos reflexionar sobre los efectos que tienen las distintas miradas sobre los jóvenes en las escenas enunciadas. Apuesta a pasar del espectáculo y el asombro, a la lectura que habilite otros modos de intervención posibles.

¿Qué herramientas construir para trabajar contra una pendiente: los efectos desubjetivantes que produce vivir en una sociedad caracterizada por la ruptura del lazo social, y el consumismo como señuelo para lograr la felicidad privada? Nuestro modo de intervención privilegiado fue el abordaje institucional y los talleres, en tanto los pensamos como un lugar de trabajo donde existe una producción grupal, dentro de un marco creativo y participativo, horizontal y democrático.

Las escenas relatadas al inicio nos confrontan con ciertos interrogantes: ¿qué efectos tienen los modos en que nosotros, como adultos o referentes, miramos a los adolescentes?¿Qué sucede cuando lo que insiste es la mirada inamovible del adulto?

La antropóloga Catherine Henri hace referencia al “efecto pigmaleón”. Sostiene que “(...) los alumnos pueden convertirse en lo que creen ser. Que el miedo a lo salvaje produce la salvajería real o supuesta; que un mal deber puede tener algo de contingente, de provisorio y que decir al alumno que es nulo por lo que ha hecho, le condena certeramente a convertirse definitivamente en eso; que un cumplido, incluso indebido, puede producir milagros(Lacadée, 2010).

Esta primera referencia nos orienta en un sentido: como son vistos y nombrados actúan. Lo interesante es que, muchas veces, los prejuicios sirven de defensa frente a lo desconocido: “frente a lo que no sabemos, presuponemos”, y así evitamos el encuentro con el otro en su diferencia absoluta.

Reflexionando sobre esto en la primera escena, cuando los adolescentes comenzaron a hablar del autocuidado y del cuidado del otro, se hizo notoria nuestra mirada, la cual presuponía que su consumo era problemático y estaría afectando sus lazos. De haber insistido en la misma, hubiéramos caído en una lectura errónea que hubiese dificultado conectarnos con ellos, sin posibilidad de visibilizar lo propio de ese grupo: que, si bien estaban familiarizados con el consumo, también lo estaban con las diferentes formas de auto cuidado y de cuidado mutuo.

Poder leer/escuchar aquellas respuestas que no son las esperadas, requiere la flexibilidad/plasticidad de ir modificándose con el otro y a la vez implica una ética de reconocimiento de la otredad, dando lugar a lo que ellos tienen para decir, reorientando, en función de esto, lo planificado para los siguientes encuentros, que en este caso fue no insistir con “lo relacional”.

En cada taller los supuestos del equipo de salud se iban modificando a raíz de que lo que emergía, ya que las actitudes y respuestas que se manifestaban, divergían de las representaciones generalizadoras sobre lo que “un grupo de adolescentes del barrio” podría llegar a pensar, hacer o sentir. Cada encuentro era capitalizado para construir un nuevo conocimiento en común sobre las prácticas y concepciones de ese grupo de chicas y chicos, dado que no dejaban de “no acomodarse” a los prejuicios e imaginarios instituidos. Se trataba de no obturar con ningún sentido propio para no prejuzgar, para que emerja lo singular/propio de cada uno y de ese grupo (Pose, 2016), pero no solo para conocerlos. Se trataba, también, de ofrecer un espacio en donde pueda aparecer lo desconocido de sí mismos para ellos: es decir, el goce.

En cuanto la segunda escena relatada, nos preguntábamos: ¿Cómo pensar y abordar aquello disruptivo que aparece en escena y que, al ser obviado, retorna convirtiéndose en acto?

Los adolescentes hacían alusión en cada encuentro a situaciones de violencia en la escuela. Insistían con que los adultos lo sabían, pero no hacían nada. Un mensaje que parecía no llegar a destinatario.

Philipe Lacadée lee las respuestas de los jóvenes que quedan del lado del acto en clave de una falencia en el discurso ambiente, discurso que sabemos, se sostiene en las coordenadas de la época. Dice: “esta fuerza siempre en movimiento encarna el fuego del goce, cuando no ha podido o sabido encontrar en el discurso ambiente un medio de ser refrenada, puntos de anclaje a los que fijar su desbordamiento, o maneras de arreglárselas mejor” (Lacadée, 2010). Entendemos que con esto se refiere no solo a cómo se los nombra y se los mira, sino a como se organizan, a partir de estas miradas, las ofertas de espacios que se les brindan. ¿Qué alternativas se les ofrece, desde los distintos efectores del estado y desde las políticas públicas para arreglárselas con la pulsión en este momento de pasaje a la vida adulta?

Sostenemos que no es lo mismo si se le da lugar o no a eso que irrumpe. Eso hará que retorne violentamente o que, al darle lugar, emerja la diferencia que complejiza y amplia las miradas sobre los sujetos y, por ende, permite otros modos de intervención.

En relación con esto, las reuniones que mantuvimos con los docentes y directivos apuntaban a hacer entrar por diferentes vías: intervenciones en acto en las reuniones, cortando algunos discursos y resaltando otros, poniendo condiciones tales como que ellos armaran el proyecto, etc, eso que estaba quedando por fuera, apuntando a una narrativa no ingenua, que incluyera la dimensión de aquello que no es educable y a que pudieran posicionarse de un modo diferente respecto de aquello que estaba aconteciendo. Surgió entonces, por parte de ellos, la idea de utilizar el proyecto de trabajo anual que concluye con una exposición de una feria de ciencia y en la que participa toda la escuela, como excusa para trabajar transversalmente el tema que los preocupaba y retornaba: la violencia. Sin embargo, dicha propuesta no tomó la fuerza necesaria para ser llevada adelante y nos sorprendieron en el siguiente encuentro, al informarnos que trabajarían sobre “consumo problemático”. La mirada de los adultos predomina e insiste no dando lugar a lo que los jóvenes estaban manifestando, repitiendo una vez más el circuito: “los adultos miran para otro lado” (...) “lo ven y no hacen nada”, perdiéndose una nueva oportunidad de que estos jóvenes se sientan mirados y escuchados. En este “ver y no mirar”; “oír y no escuchar” pareciera estar implícita la concepción de algunos docentes: “No los podemos frenar.” o “Es el entorno social en el que viven, en la villa se resuelven así las cosas” y que si no se modifica se repetirá al modo de la profecía autocumplida. Lo que nos hace suponer que el síntoma no cesará de retornar en acto.

 

Momento de concluir

 

Freud ya nos advertía sobre tres profesiones imposibles: educar, gobernar y psicoanalizar.

Al introducir lo indomeñable de la pulsión, señalaba los límites de la educación.

A partir de las dos viñetas presentadas, intentamos reflexionar sobre aquello que se puso de relieve en nuestro encuentro con los adolescentes de la escuela y del centro juvenil: que muchas veces, los adolescentes son mirados desde perspectivas que desconocen la dimensión real en juego, lo que no deja de tener efectos en sus manifestaciones obturando las posibilidades de ser escuchados y reconocidos. Ante lo cual se hace necesario encontrar nuevos modos de tramitar lo pulsional, desconocer esta dimensión puede hacernos perder la posibilidad de intervenir allí donde somos llamados. Y, finalmente, que en el encuentro con otros (desde pares a referentes), incluso en instancias artísticas, deportivas, culturales, se puede anudar algo de lo pulsional, generando efectos en el lazo social, reduciendo la tendencia a la segregación. De allí la importancia de pensar sobre los diferentes dispositivos que desde lo social se ofrece a los jóvenes.

Podemos decir que la escuela y las instituciones que trabajan con jóvenes tienen que ayudar a producir subjetividades que no solo sirvan para la aplicación de conocimiento, sino para la creación de conocimiento con sentido, sobre la base de proyectos futuros, por lo cual, se encuentran confrontadas a tener que re pensarse y re inventarse en cada acto, de forma tal que esas miradas den lugar a prácticas y dispositivos que habiliten otros modos de tramitación de lo pulsional. Una mirada flexible que  dé lugar a la singularidad de los jóvenes brindando herramientas simbólicas, en un momento de búsqueda y prisa por encontrar nuevas formas de habitar el mundo.

Desde nuestro lugar como equipo de salud, nuestras intervenciones apuntaron, cada vez, a poder complejizar las lecturas, a desnaturalizar los prejuicios, a dar lugar a aquello que no tiene nombre y que allí hay lugar para la invención de cada uno. Intentamos acompañar a los docentes y referentes en la reflexión sobre su práctica cotidiana y en la búsqueda de alternativas creativas.

También apuntamos a dar lugar a la palabra de los jóvenes, tratando de soportar que a veces las palabras faltan.

 

Para seguir pensando, unas reflexiones sobre el proyecto de “baja de imputabilidad”:

En un contexto en el que se plantea la posible baja de la edad de imputabilidad, no nos parece menor prestar atención a los efectos que tiene en los jóvenes desde una dimensión ética, social y política. La cuestión de cómo construir legalidades radica en la posibilidad de construir respeto y reconocimiento hacia el otro y en cómo se define el universo del semejante. Cada vez que se discute o reclama un proyecto de estas características, se hace luego que sucede un hecho grave que involucra a un adolescente menor de 16 años, donde el único objetivo es el castigo y suponiendo que esto va a disuadir al adolescente de realizar actos en contravención con la ley penal. Mientras por otro lado, la misma sociedad no cumple con las leyes vigentes. La ley 26061 debe garantizar condiciones básicas de vida, sin embargo, millones de niños y adolescentes no tienen cloacas, ni agua potable, ni vivienda digna, ni educación y salud de calidad, ni viven en un ambiente sano, ni tienen acceso a oportunidades, actividades que estimulen el uso creativo del tiempo libre, vacaciones, ni perspectivas de futuro. No hay funcionarios que las ejecuten, ni jueces que garanticen su cumplimiento. Un doble discurso que pone de relieve el incumplimiento de ciertas leyes, pero que invisibiliza otras que someten a condiciones de desigualdad social a los jóvenes que son objetivo de estos proyectos.

 

Referencias bibliográficas

 

Bleichmar, Silvia. Violencia social-Violencia escolar: de la puesta de límites a la construcción de legalidades. Buenos Aires: Noveduc, 2008.

Bleichmar, Silvia. La construcción del sujeto ético. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2011.

Carpintero, Enrique. “El costo de integrarnos. Los procesos actuales de subjetivación”. Revista Topía N° 66, Noviembre 2012.

CEPOC. “Diez motivos (actualizados) para no bajar la edad de punibilidad”, Septiembre 2013, Recuperado de http://cepoc-cepoc.blogspot.com.ar/2013/09/diez-motivos-actualizados-par...

Freud, Sigmund. 1914. “Sobre la psicología del colegial” Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.

Freud, Sigmund. 1937. “Análisis terminable e interminable” Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.

Lacadée, Philippe. 2010. El despertar y el exilio. Madrid: Editorial Gredos.

Lomagno, Claudia. “La propuesta de Taller en el trabajo con Jóvenes y Adultos”, Dirección Provincial de Capacitación para la Salud, Subsecretaría de Planificación para la Salud, Ministerio de Salud de la Pcia. de Bs. As, 1998.

Pose, Florencia. “De qué se trata formarse como psicóloga en el ambito público. Entre la atención primaria y la clínica”, Ateneo disciplinar, Residencia de Salud Mental: HZGA Manuel Belgrano, 2016.

La Fragata y los imanes

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Cuento

El barrio estaba a tono con lo que pasaba en toda Argentina, el secuestro de la Fragata Libertad, estaba retenida desde esa mañana del 12 de octubre de 2012,  en el puerto de Tema en Ghana, había indignado tanto a partidarios como opositores al gobierno. Televisores prendidos todo el día, mucha gente sacaba banderas argentinas por las ventanas o las colgaba en las barandas de los balcones.  Los celulares ardían con twist, memes y llamados a la resistencia. La argentinidad estaba a flor de piel. La casa de Tomás no era la excepción, pese a la poco importancia que generalmente la madre daba a las noticias políticas el caso era tan impactante que nadie podía apartarse de los canales de noticias.

La excepción era Tomás que parecía estar muy entretenido con unas piedras negras de hematites imanadas, un regalo de su tío que lo tenía apasionado desde hacía varios días. No había manera de que jugara con otra cosa. El niño con sus cuatro años tenía perfectamente delineado su futuro: quería ser mago, para eso entrenaba su mente. Estaba convencido que así lograría superpoderes y que los mismos le permitirían recorrer el planeta, se imaginaba yendo por el mundo con su frac y su bastón haciendo aparecer y desaparecer palomas, conejos, pañuelos, víboras y todo aquello que pudiera entrar en su reluciente galera. Para este objetivo es que probaba maneras distintas en que las piedras, por la fuerza de sus imanes, se atrajeran.  Las ponía a cierta distancia una de otra, hasta que la fuerza magnética las atrajera como el ojo de un huracán hacia el centro. Llegaban veloces y se apiñaban. Con cada búsqueda trataba de ocultar las fuerzas de los imanes, el objetivo era que el imaginario público se convenciera que las esferas se movían por los esfuerzos de su pensamiento. Tomás era el investigador más feliz del mundo, pero había percibido el extraño movimiento que había en su casa ese 12 de octubre.

Por eso se había establecido debajo de la mesa de la cocina, había desechado el subir a la casita que su madre le armó en el árbol del jardín. No quería dejar sola a su familia, no sabía bien el por qué pero observaba muy alterada a toda su familia. Cada uno que entraba no hacía más que exclamar: “¡Qué barbaridad!”, “¿Cómo ocurrió?”, “¿Y ahora qué va a pasar?”. Mientras la ronda de mate circulaba sin parar, no faltaba nunca el agua caliente y se cambiaba la yerba apenas ésta dejaba flotar los primeros palos en la boca del mate. Tanta preocupación se adentró en el cuerpo de Tomás, sensible como era no podía dejar de captar esas tensiones, a su manera también era un imán que capturaba preocupaciones. Guardó sus bolas mágicas en una pequeña bolsita de terciopelo con cuidado y fue hasta su pieza. Pese a ser un chico no muy ordenado, aquellas cosas que servirían a su futuro de mago eran tesoros que volvía a poner en su lugar, no quería que se perdieran.

Cuando volvió al comedor se puso al lado de su madre, sabía que debía contarle un secreto que hasta esa mañana había guardado celosamente. Así como ella le contaba cuentos a la hora de dormir que lo hacían soñar con futuros felices y una noche protegida, Telma, su madre, merecía que le compartiera un asunto que lo tenía contento. Era un secreto  que estaba compartiendo con Ludmila  su compañera de jardín de infantes. Tanto Ludmila como él se habían juramentado a guardar silencio, pero ese inquieto movimiento familiar en el que se avizoraban guerras y desgracias lo llevó a quebrantar la promesa.

-Tengo que contarte un secreto, dijo en voz baja y muy cerca del oído de Telma. La mujer se deshizo de sus preocupaciones y miró profundamente a su hijo más pequeño, si algo había aprendido era ofrecerse con calidez a las demandas de sus niños. Cálidamente y casi usando el mismo tono de cuchicheo que proponía Tomás le dijo: -Decime.

-No te enojes, te quiero decir que tengo novia.

Telma contuvo la ternura que la información le transmitía, en especial porque su hijo imaginaba que ella se iba a enojar. Con tacto preguntó: – ¿Quién es?

-Ludmila, mi compañera de jardín.

La madre trataba de ocultar su sonrisa y demostrar así la seriedad con que tomaba el tema. – ¿Desde hace cuánto que están de novios?

-Desde el día que ella fue escolta y yo abanderado.

Telma no pudo menos que relacionar la cuestión patriótica que se desplegaba alrededor del secuestro de la Fragata Libertad y este incipiente amor de niños llevando la bandera al acto escolar.  Tampoco la poca distancia entre su nombre y el del puerto donde la nave insignia de Argentina. 

Tomás sentándose sobre las rodillas de su madre y acercándose todo lo que podía a su oreja, sabía que debía continuar con su relato. –Nos dimos un piquito en la boca detrás del escenario agarrados los dos de la bandera. Hasta hoy no lo sabe nadie, es un secreto.

Telma quería comerse a besos a su hijo, reír a carcajadas por la genuina alegría que le producía este verdadero amor de jardín de infantes. En medio de los tambores de guerra, de escaseces, de problemas familiares y barriales tremendos producidos por las dificultades económicas su hijo salvaba por un ratito al mundo. Lo hacía tierno, dulce y esperanzador. No avanzó más en sus preguntas. Esperó que el niño le dijera algo más. Después de un rato de silencio Tomás preguntó – ¿Te enojaste?

-No, cuando termine este asunto de la fragata y las cosas estén más tranquilas la invitamos a Ludmila a comer la torta de dulce de leche  que te gusta tanto.

Pese a las ilusiones de Telma, el conflicto de la fragata Libertad se alargó mucho más de lo que imaginaba. Ella trató de ir relativizándolo pero su actividad laboral se lo impedía. Cocinaba en la casa de un marino de alto rango y cada vez que pasaba la mañana allí escuchaba los planes que se estaban pergeñando en secreto, el que más la inquietaba era uno que proponía mandar dos barcos de guerra y un submarino al rescate de la fragata. Lo fue construyendo por los fragmentos que escuchaba de conversaciones telefónicas, por comentarios a la hora del desayuno, por las visitas de oficiales de alto rango que iban para hablar del tema. Le parecía un asunto descabellado, pero si esos señores de tan alto rango de la marina lo pensaban llevar adelante algo de factibilidad debían tener. Telma era sensata y humilde, respetaba a las personas que habían cursado estudios superiores, pensaba que no habían estudiado en vano. Por eso cada vez se le hacía más difícil ir a la casa del marino pero necesitaba el trabajo, era un dinero imprescindible  en su economía donde la escasez era reina. Salió muy angustiada el día que varios oficiales discutieron acaloradamente sobre la actitud del capitán de la fragata. A los gritos lo acusaban de blando, de que debía haber resistido con armas. Que no debía haber permitido el abordaje.

Telma llegó a su casa pensando en Malvinas, en el futuro de su hijo, en qué iba a pasar en los próximos días. Como había hecho su madre ante situaciones de pelea entre militares argentinos en el pasado, compró aceite, fideos y arroz en cantidad. Llegó cargada a su casa y de inmediato observó que Tomás estaba raro, que no la recibía con la alegría de  siempre. Haciéndose la distraída le pidió que la ayudara a guardar las cosas. No pudo sacarle ni una palabra sobre lo que le ocurría durante todo el día pero respetó su silencio. El niño luego de colaborar volvió a jugar con sus piedras imantadas, no observó Telma que el juego había cambiado. Ahora Tomás llevaba el poder de su mente hacia el rechazo entre dos conjuntos de bolas negras. Tomás se daba cuenta que si los espectadores no se daban cuenta el rechazo de las hematites sería un acto sensacional. Piedras que no se aceptaban y animadamente tomaban caminos distintos.

Al día siguiente al llevarlo al jardín el niño le dijo que el noviazgo se había roto, que Ludmila ahora estaba con Joaquín. Que ya no le importaba el asunto. Telma supo muy bien que ese primer mal de amores era un marca que Tomás va olvidar pero que quedará en su corazón para siempre, como un árbol cuando tiene una herida en su tronco. La vida amorosa de Tomás había comenzado su desarrollo más allá de ella. Lo despidió al niño con un abrazo más fuerte que el habitual y se dirigió sin ganas a la casa del oficial de marina.

Mientras preparaba unas exquisitas cazuelas de pollo y verdura escuchó algo que le pareció increíble y al mismo tiempo aliviador. Ningún barco de la marina podía realizar esa travesía con garantías, lo mismo ocurría con el submarino. Es decir se corría el riesgo de que zozobraran. Telma pensó que esas personas poco sabían de la cantidad de jóvenes que zozobraban en su barrio por la falta de trabajo, por la droga.  Apuró su trabajo y salió de la casa alegre, liviana y casi corriendo fue a tomar el tren para su casa. Quería prepararle a Tomás su torta preferida para la hora de la merienda.

 

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La música en los negocios deja afuera a los músicos (una y otra vez)

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Las notas periodísticas reproducen algo que se está extendiendo tanto como la música: la banda de sonido permanente que nos recorre en cada uno de los locales a los cuales entramos. 

Las marcas y sus locales han avanzado. Sonorizan buscando no sólo vender más sino convertirse en el “alma del local”. Desde darle una identidad al lugar hasta invitar a quedarse y comprar más. Especialistas en el llamado “neuromárketing” venden sus servicios para tomar algo que viene siendo explorado desde hace casi un siglo: la música, siempre más que sonidos, atraviesa toda nuestra subjetividad. Y en estos tiempos se ha profundizado su uso como estimulante para vender mercancías.

¿Qué hay de nuevo?

Primero, se han multiplicado las empresas y los “curadores musicales” (curioso neologismo para quienes buscan el ambiente sonoro del espacio de ventas del capitalismo de hoy, antes eran silenciosos editores de música funcional) que venden sus servicios. Si la música inunda casi todo nuestro día, seleccionar qué aroma sonoro nos invade al entrar a cualquier lugar y estimular nuestra subjetividad y favorecer el consumo. Usan la música que más nos gusta para que nos sintamos cómodos y queramos quedarnos consumiendo. Y la elección suele recaer en la música más difundida que a “los clientes les cae muy bien” (Beatles, Rolling Stones, etc.). Música que garantice la identificación de los clientes con el lugar. Sentirse como en casa para que el consumismo nos devore sin que nos demos cuenta.

Segundo, la total ajenidad de quienes producen esa maravilla llamada música, los músicos. Las voces las tienen los dueños, los curadores y la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas, que sugiere el precio: $350 por mes por local. ¿Y los músicos? Mal, gracias. A pesar de ser los que crean la música, son el eslabón más débil de esta cadena. Supongamos que por este servicio abonen a las discográficas entre los US$ 0,001 que abona Youtube o US$ 0,006 de Spotify. Las discográficas les darán a los músicos las migajas de esos milésimos de dólar, según el contrato que hayan firmado. Nuevamente se deja fuera de juego a los propios músicos, que son los trabajadores excluidos de estas ganancias. Sin los cuales nada de esto existiría. Ganan los productores, las discográficas, los “curadores musicales”, las marcas. Y aquellos músicos (que terminan siendo casi empresarios) más difundidos que volvemos a escuchar una y otra vez para sentirnos como en casa. Quedan afuera la enorme mayoría de los músicos, que si tienen la suerte de ser elegidos para sonorizar, cobran, literalmente, algunas monedas. Nada distinto de lo que sucede con el reparto de la riqueza en nuestro mundo.

¿Qué otra evidencia necesitamos para considerar que la mayor parte de los músicos son como los trabajadores ilegales que cobran míseros centavos de dólar por su trabajo que luego se venden por todo el mundo?

 

Una profundización de estas cuestiones se encuentra en

https://www.topia.com.ar/editorial/libros/mas-que-sonidos

https://www.topia.com.ar/articulos/demoliendo-mitos-musicos-y-dinero

 

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Identidad, exilio y salud mental

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Expondré una perspectiva psicoanalítica sobre el tema que nos convoca y me mantendré estrictamente en ese terreno, porque considero que puedo opinar con buenos fundamentos sobre estas cuestiones tan polifacéticas, desde la óptica de mi oficio. Lo dicho implica reconocer que desde otros ángulos y disciplinas -filosofía, sociología, literatura, política, poesía, antropología y también desde las experiencias personales al respecto- se pueden abordar estos mismos asuntos con miradas diferentes, a veces complementarias, a veces divergentes de la razón psicoanalítica. Propongo el siguiente esquema que anticipa gráficamente algunas ideas que expondré:

La identidad es, de estas tres problemáticas, la más amplia; universal, diría. Desde ella encararé la cuestión del exilio, porque -como pueden apreciar en el diagrama- está en continuidad diferenciada respecto de la identidad; por último, el círculo más pequeño indica que lo psicopatológico puede hacerse presente en los otros dos territorios, pero ocupa tan sólo una pequeña parte de ambos.

Al ser imposible exponer extensamente estos tres asuntos en un cuarto de hora, referiré aquellos aspectos que considero más significativos. Dadas estas condiciones, mis afirmaciones pueden parecer tal vez como demasiado taxativas; seguramente serán menos argumentadas de lo que me hubiera gustado; habrá también mucha concisión. Dejo para el debate la posibilidad de introducir matices.

1) La identidad

Abordar este tema me lleva necesariamente al concepto de identificación y, desde él, al enigmático y misterioso surgimiento de lo psíquico en el recién nacido humano. Y ello es así porque la identidad es efecto de la identificación. Hago, entonces, una primera aproximación a ambas nociones: la identificación es el mecanismo que estructura nuestro psiquismo, nuestra subjetividad. Gracias a ella, se van haciendo propios, de manera inconsciente, los rasgos o atributos de quienes nos rodean. Así pues, desde los albores de la vida, comienza a estructurarse la psique en un nuevo sujeto. En la adolescencia y juventud se remodela esta estructura básica, pero el proceso continúa a lo largo de toda la vida: somos sujetos en construcción permanente.

¿Y la identidad? Ella implica sentirse y reconocerse poseedor de determinadas marcas o características singulares; cuando algunas de ellas se las asumen como compartidas con otros semejantes -que también las manifiestan y despliegan- la identidad adopta una dimensión social. Por la forma en que se constituye, es difícil -aunque necesario- diferenciar lo estrictamente personal y lo social en la identidad; la dificultad para discriminarlas se debe a que lo subjetivo nace simultáneamente con la sociabilidad. La noción de identidad en su vertiente social supone la idea de ser partícipe de un colectivo que tiene una historia y un presente, connotados generalmente como valioso, vital, potente. Se considera, también, que los atributos generadores de ese sentimiento de pertenencia a un grupo, son los que diferencian la identidad propia de las ajenas.

Es obvio que estas definiciones de identificación y de identidad no recogen todos los sentidos posibles de ambos términos, pero ponen de relieve dos aspectos fundamentales: a) la capacidad subjetivante de la identificación y b) la dimensión subjetiva de la identidad.

Dicho en otras palabras, los adultos identificamos, es decir, trasmitimos a las generaciones siguientes nuestras pautas, rasgos y características personales. Ellas fundan lo psíquico en el recién nacido y van otorgando, simultáneamente, identidad. Diferentes factores entran en juego en esa estructuración de un nuevo sujeto: formas de cuna y de mesa, caricias, cuentos contados, olores y músicas, mar y literatura, climas familiares y sociales, latitudes y altitudes. Quien identifica adquiere presencia en el nuevo sujeto de un modo minimalista: a través de rasgos o detalles muy parciales, circunscritos; quiero subrayar especialmente esto último: la pequeñez de estas marcas. En tanto estos trazos provinieron de los otros, la nueva subjetividad permanecerá ligada -en la intimidad de su estructura psíquica y en los vínculos cotidianos- a tales otros.

La identificación es el mecanismo que estructura nuestro psiquismo, nuestra subjetividad. Gracias a ella, se van haciendo propios, de manera inconsciente, los rasgos o atributos de quienes nos rodean

Si me he sabido explicar, se habrá entendido que al nacer carecemos de identidad; ésta se gana, se adquiere, a través de un complejo proceso en que el entorno familiar y social aportan trazas específicas y singulares. Gracias a las identificaciones el sujeto va adquiriendo su identidad, por pizcas. La combinación de tales migajas da forma a la identidad, a la manera de una constelación o de un caleidoscopio; es decir, por composición de partículas. Por eso, todas las identidades, incluso las bien logradas, serán siempre fluctuantes, vacilantes, inestables, móviles; es decir, todo lo contrario a la coagulación o petrificación. Esto, sin embargo, no le quita fuerza ni consistencia. La identidad es un tejido vivo que se hace, deshace y rehace de manera continua; no está hecha de una sola pieza, no es una estatua.

Una frase del tipo “todos somos iguales, todos somos distintos”, podría condensar buena parte de las ideas recién vertidas. Justamente, la alta singularidad de los rasgos posibilita que, dentro de una sociedad dada, cada sujeto pueda discriminarse de los otros, sin hacer masa. Las semejanzas y las diferencias transportadas por la identificación se replican dentro del grupo identitario.

Varias fuentes dan vida a las identidades; las principales serían cuatro:

Los factores culturales, geográficos y étnicos, que son amplios, abarcativos; es decir, determinantes efectivos para la mayoría de los miembros de una comunidad; intervienen en la formación de los ideales de cada sujeto -Ideal del yo, Yo ideal-, reflejo a su vez de los ideales comunitarios. Otorgan, asimismo, las referencias mitológicas que también dan sustento a las identidades.

Los determinantes singulares; son altamente específicos, particulares, muy relacionados con lo psíquico de quienes conformaron el entorno familiar y social más inmediato del niño/a. El psicoanálisis, como saben, presta especial atención a la dimensión inconsciente de esa trasmisión; cabría incluir en esta categoría los acontecimientos muy exclusivos y únicos -tanto afortunados como traumáticos- que a cada uno le tocó vivir.

Otros manantiales que alimentan la identidad son los valores éticos, morales, religiosos, los oficios, las ideologías, las relaciones con personas que tienen otros rasgos identitarios, los nuevos lugares de acogida, etc. Este último factor es muy importante, como veremos enseguida, en los exilios.

Un último grupo de motivaciones proviene de los niveles de cohesión que un colectivo determinado alcanza entre sus miembros; cuanto mayor sea la consistencia lograda más se refuerza dicha identidad; en este caso, desde “dentro”. También influye el “afuera”, con sus críticas o elogios. Si los integrantes de un grupo identitario son o se sienten atacados desde el “exterior”, suelen hacer piña.

Presto más atención a los aspectos que hacen al sentir una identidad que al ser identitario. Es la diferencia entre el me siento vasco, catalán, tibetano, judío, mediterráneo, gitano, gallego, español, psicoanalista, urbanita- , y soy vasco, catalán, tibetano, judío, gitano, etc. Me interesa más la dimensión subjetiva de la identidad que la aparentemente objetiva, que acaba instalando la cuestión en el campo ontológico, esencialista, sustancialista o en la determinación exclusiva por el origen geográfico.

No hay una esencia de la identidad, todas se sostienen en lo parcial y fragmentario. No existe un elemento único, último, exclusivo que sólo y por sí mismo otorgue una identidad específica; todas las identidades son combinaciones de diversos ingredientes. Cuantas más pizcas la conformen, ¡mejor!, porque dan mayor flexibilidad a La identidad y proveen prismas diferentes para el análisis e interpretación de la realidad. En otros términos: habrá menos verdades únicas.

Tampoco existe sustancia material en la identidad; ni cromosómica ni de ningún otro tipo. Que la identidad sea de naturaleza psíquica y surja por identificación la condena a fluctuaciones, a la movilidad, a la vacilación; lleva a someterla a interrogaciones permanentes: ¿qué es lo vasco, lo gallego, lo urbanita? Esa inestabilidad, compartida por todas las identidades, genera malestares; si no se las sobrelleva bien, dan pie a las certezas inamovibles, a las convicciones profundísimas, a los esencialismos respecto de lo identitario. Estaríamos delante de los puristas de la identidad; se les reconoce enseguida porque recubren las diferencias con pautas valorativas; de ellas surgirá aquello de “lo mío es superior”. Millones de seres humanos han muerto -y siguen muriendo- por ese dislate; entraríamos ya en el territorio de la psicopatología.

Por la forma en que se constituye, es difícil -aunque necesario- diferenciar lo estrictamente personal y lo social en la identidad; la dificultad para discriminarlas se debe a que lo subjetivo nace simultáneamente con la sociabilidad

En lo personal, me interesan más los enigmas que encierra una identidad que los dogmas forjados en torno a ellas. Los excesos de certidumbre, los abusos sobre lo auténtico, la anquilosan.

¿Existen determinaciones objetivas de la identidad? Las pongo en duda; las más habituales dentro de esta categoría son aquellas que se asocian al lugar de nacimiento, a la nación o a la etnia; pero éstas son también subjetivas, porque pasan obligadamente por el filtro personal: cada uno siente a su manera el haber nacido en Portugal, Argentina o Galicia; ser de raza blanca, negra o amarilla, psicoanalista o de izquierdas. Hay un real que marca, sin duda, pero ese elemento es rápidamente capturado por lo imaginario y simbólico de cada quien. En contrapartida, que alguien se adscriba o se sienta partícipe de un grupo identitario es incuestionable: nadie debería discutir la identidad que un sujeto se atribuye a sí mismo. Cuando las incertidumbres y los interrogantes que generan la propia identidad son bien procesados se crea un contexto ético de aceptación de las diferencias; en ese ambiente, el derecho y el reconocimiento a la identidad propia exige ser respetuoso de la identidad y de las prebendas del otro.

2) El exilio

Es un subcapítulo dentro de las migraciones; son aquellas que se hacen porque las circunstancias la fuerzan o porque algún poder la impone contra la voluntad del interesado. En coherencia con lo dicho hasta ahora, sostengo que habrá tanto exilios como exilados. En tanto psicoanalista me intereso más por la singularidad de cada uno de ellos.

Cuando llega a la tierra de acogida suele sentir una cierta euforia por haberse liberado de las persecuciones y padecimientos que vivía en su país. Ansía desarrollar actividades e integrarse lo antes posible. La duración de este primer momento es variable pero, indefectiblemente, la alegría acaba combinándose con los efectos del choque entre su identidad y la predominante en el nuevo lugar. Esta colisión le genera una especie de tsunami psíquico, del que puede surgir lo mejor y lo peor de sí mismo. Como todo trauma, la intensidad del mismo dependerá de la personalidad de cada exilado y del grado de elaboración que pueda hacer de esa nueva situación, que supondrá conocer y asumir las diferencias de lenguas, códigos, climas y hábitos. Lo cierto es que el exiliado emigra con su identidad y ésta se queda sin el soporte que los otros -el contexto social de origen- le prestaban. Deja de compartir la identidad con sus paisanos. Recién entonces valora en toda su magnitud la importancia de tal sostén, que habitualmente funciona de manera eficaz, aunque sin dar señales de existencia.

Calmado este primer idilio, el exilado descubre con temblor que todo es distinto a lo que le era usual, hasta las cosas más básicas, como el agua y el pan. Va calando como lluvia fina el sentirse un gran desconocido para los demás; está allí sin que nadie le haya llamado. Deambulan -en palabras de la filósofa y poeta María Zambrano- como “vencidos que no han muerto, […] supervivientes”.2 La identidad del exilado, carente de soporte, clama rescate; al perder sus raíces disminuye la savia que circula por sus venas. Se aferra a la que le queda. Si logra un punto de apoyo podrá no perderse en el paisaje o en el fondo de la historia.

Gracias a las identificaciones el sujeto va adquiriendo su identidad, por pizcas. La combinación de tales migajas da forma a la identidad, a la manera de una constelación o de un caleidoscopio

Aprovecho el poder evocador de las palabras para describir muy sucintamente momentos posibles de un exilio: alegría inicial, choque de identidades, desamparo, añoranza, “la moriña del caliu”,3 perplejidad, deambular errante, aspiración a regresar a tiempos pasados, con los consiguientes reacomodos ante ese imposible; sobredosis de esfuerzo, adaptación progresiva a lo autóctono, asimilación de fragmentos de lo nuevo; no ser de aquí ni de allá, ilusión de amalgamar lo mejor de los dos mundos; aceptación del exilio, agradecimiento al exilio por lo nuevo que pudo vivir. Estos momentos nunca se transitan a paso firme; siempre suele haber tropiezos, marchas y contramarchas, detenciones, caídas, recobramientos, reanudaciones tras las parálisis, nuevos emprendimientos.

El exilio logrado presupone la realización exitosa de un trabajo de duelo por las pérdidas sufridas. Queda siempre una cicatriz; la concibo como una línea de sutura entre el allá -el país de origen- y el aquí -la tierra de acogida-. Es imposible y quizá innecesario deshacer completamente esa partición; podría ser enriquecedora.

3) Salud mental

Entraré al campo de la llamada Salud Mental con Freud. Gracias a él sabemos que en cada uno de nosotros existe un territorio ignoto y desconocido -lo inconsciente- que nos habita y determina. De esa tierra pretendemos huir, pero lo inconsciente insiste y nos recuerda que algo de nosotros está allí, como en exilio. Por eso cada ser humano tiene algo de extranjero. El exilado amplifica, sin proponérselo, la “extranjeridad” del autóctono; la encarna. Su sola presencia agranda lo que el lugareño no puede o no quiere ver de sí mismo, porque sus rasgos se le aparecen demasiado naturales; le son sintónicos; entonces proyecta sobre el exilado no sólo lo que rechaza de sí mismo, sino y también los rasgos que aprecia en él y que le gustaría tener como propios.

Aparte de esta “sana” dialéctica, toda la variedad de síntomas psíquicos -también somatizaciones y enfermedades orgánicas- pueden hacerse presentes tras ese choque de identidades y pérdida de raíces que vive el emigrado forzoso. Su vulnerabilidad y desamparo se potencian entre sí, favoreciendo la aparición de manifestaciones sintomáticas; entre las más habituales: las desadaptaciones, las sobreadaptaciones -por ejemplo, encandilarse con lo autóctono y desvalorizar lo propio-, fobias, ansiedades, angustia ante la remoción de los rasgos identificatorios, cuestionamientos de la identidad, añoranzas, tendencia a los posicionamientos dicotómicos (lo otro, lo que perdí, es fantástico; con lo nuevo no conecto); controles obsesivos de la inseguridad derivada de estar pisando territorios desconocidos. También, colapsos narcisistas al comprobar que lo propio no era lo único ni, menos aún, lo mejor. Depresiones y a veces -pocas- desencadenamientos de cuadros psicóticos y melancolías. Como telón de fondo: revivir las pérdidas padecidas, una noche sí y otra también, en sueños pesadillas e insomnios. Cualquier elemento de la vida cotidiana les recuerda su terruño, sus familiares y amigos. Todo esto se hace más intenso si vive amenazado -los famosos papeles, la documentación-, rechazado o marginado.

Que alguien se adscriba o se sienta partícipe de un grupo identitario es incuestionable: nadie debería discutir la identidad que un sujeto se atribuye a sí mismo

En cada consulta habrá que evaluar si ese exilio singular pertenece a la categoría de experiencias de la vida, es decir, si se trata de un avatar de la existencia -que no cabe psicopatologizar-, o si ha sido, en cambio, el punto de partida de un trastorno psíquico. Conviene diferenciar estos dos grupos, y tener clara la frontera difusa entre ambos. Los del primero no necesitan medicinas ni largos tratamientos; sí, tres antídotos para sobrellevar la dura realidad: a) la elaboración de la nueva situación, que puede ser realizada con o sin ayuda psicoterapéutica; b) cierta dosis -a veces, grandes dosis- de escepticismo, que ayudan a no sentirse fácilmente decepcionado; y c) paciencia; ¡sobre todo… paciencia! Dentro del segundo grupo, es decir, aquellos que padecen un trastorno psíquico, habrá que distinguir entre cuadros clínicos a predominio reactivo -son los más benignos- y aquellos otros en los que el exilio actuó como factor desencadenante que impactó sobre una estructura psíquica traída consigo en el avión, barco o patera. La resolución de estas situaciones dependerá del equilibrio previo entre las fuerzas de Eros y de Tánatos -pulsión de vida y de muerte- en la psique del sujeto, de las experiencias por él vividas antes del exilio; y, también, de cómo solventó las crisis anteriores.

Sobrellevar bien el exilio no depende sólo del exilado; también interviene la capacidad de acogida de los nativos y de su actitud ante lo foráneo. Siempre suele haber -entre los locales- quienes viven mal las incertidumbres que la identidad supone; entonces exaltan de manera fanática las pequeñas diferencias y sobrevaloran lo supuestamente exclusivo y propio. Estos lunáticos de la identidad revelan la desesperación ante lo extranjero que les es constitutivo; refuerzan, además, las ideas sobre lo puro y despliegan actitudes xenófobas, no exentas -a veces- de agresiones físicas directas. El diagrama que mostré al comienzo muestra que la identidad también tiene sus vertientes patológicas. Pero ¡ojo!, también está el lepenismo de smoking, apto, incluso, para programas electorales.

4) Hablando de vida y de muerte

Tal vez algunos de los aquí presentes reconozcan ciertas trazas autobiográficas en lo que dije; no lo niego; confieso que a mi manera también he vivido un exilio. A los demás tampoco se les escapará por el deje de mi hablar, que yo soy hijo de Ulldecona, el último confín de Cataluña, mejor dicho… soy su hijo adoptivo. Como todo confín, Ulldecona limita con el mundo entero. Por otra parte, después de treinta años de vivir en esta ciudad diría que también me siento barcelonés y que ese rasgo forma parte de mi identidad.4 Más aún, casi me atrevería a decir que nací… en Argentina. Si lo piensan un poco, no tiene nada de extraño; al fin y al cabo, se nace y se muere varias veces en la vida.

 

Notas

1. Texto publicado en Korman, V., Trencadís. Gaudianas psicoanalíticas, NC ediciones, Barcelona, 2010. Versión ampliada de mi intervención en la mesa redonda que bajo este título tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad de Barcelona, el 6 de febrero de 2009, en el contexto de la conmemoración de los setenta años del exilio republicano. La presencia de un auditorio no estrictamente psicoanalítico ha sido el determinante fundamental del lenguaje, contenido y tono de esta ponencia.
2. Zambrano, M. (1952); Delirio y destino, Barcelona, p. 266.
3. Palabra gallega, la primera; catalana, la segunda. Reunidas vienen a significar algo así como la nostalgia de lo cálido, del rescoldo, de lo familiar acogedor.
4. En la actualidad son cuarenta años.

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Imaginario Social en Procesos Migratorios

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Cuando alguien decide migrar se expone a un cambio radical. En la toma de decisión y la posterior salida de su lugar de origen o crianza se inicia una travesía y un proceso de pasaje de intensa complejidad. El procesamiento de tales cambios se va dando en la realidad de un nuevo entorno, en el campo subjetivo, en nuevos lazos sociales y en las modificaciones de las coordenadas de tiempo y espacio.

Es insoslayable la vivencia de cierto caos en las primeras etapas, a partir de la llegada, frente a tantos estímulos nuevos a decodificar. El trabajo de elaboración entre aquello que queda atrás y lo nuevo que se impone como realidad dará cuenta de sensaciones, percepciones y vivencias intensas en los nuevos afrontamientos de aprendizaje e inclusión.

Siendo que todo el entorno es nuevo y desconocido al abordar un nuevo suelo hay cortes ineludibles en las vivencias de continuidad que requerirán un trabajo continuo de elaboración de duelos. Así como en toda situación de cambio, el modo en que se produce la migración y según como haya sido tomada la decisión -de acuerdo a motivaciones conscientes e inconscientes- irán produciéndose efectos singulares. De acuerdo a las vicisitudes específicas en las modalidades en que se habita cada tránsito interior de una orilla a la otra de la aceptación de las diferencias así como también el reconocimiento de las mismas.

La tramitación de lo nuevo, se trate del idioma, las costumbres, la gestualidad, los diseños ligados a la moda, las usanzas del lugar, todo ello irá dando forma y a la vez deformando imágenes a interiorizar. Es incesante el movimiento de asimilación y acomodación necesario para aprender y aprehender la nueva realidad. Trabajosos duelos, pueden darse a veces, junto al proceso de inserción en nuevos circuitos de comunicación e interacción.

Los vínculos afectivos de cada sujeto tramitando su migración, tanto como, los niveles de tolerancia a la frustración son elementos que tomarán parte en el proceso de elaboración de pérdidas. Siendo que, en situaciones de pasaje y específicamente en el pasaje de un territorio a otro, habrá que procesar lo que fue antes en el tiempo, en devenires que acontecieron en otras intersecciones de espacio que formaba parte de un entorno conocido. A partir de los desplazamientos geográficos, los conflictos psíquicos y relacionales previos se exponen a diferentes grados de tensión y cuestionamiento.

 

Hay un concepto que resulta particularmente interesante de interpelar en este intento de conceptualizar las intersecciones entre devenires psíquicos en movilidades geográficas. Se trata de aquello que Cornelius Castoriadis, psicoanalista y filósofo de origen turco y griego radicado en Francia, dedicó especial énfasis en tratar de definir refiriéndose a un Imaginario Social.

Cabe preguntar cómo se producen en cada sujeto migrante efectos de sentido ante los cambios de predominancias del imaginario social en los movimientos de pasaje de país a país.

Poner a trabajar esta interpelación conceptual incluye formularse algunas preguntas en torno al campo de manifestaciones subjetivas y socioculturales.

¿Qué aspectos se pondrían en juego en las situaciones de adaptación a un país nuevo donde los códigos que circulan no pertenecen al mundo de significaciones, dentro del imaginario social que cada sujeto porta como correlato de su impronta compartida en otras coordenadas?

¿En qué difiere de las modalidades significativas que atraviesan el imaginario social instituido e instituyente en el país de arribo?

¿Cómo se van instituyendo nuevas significaciones, en esa hibridación necesaria para sobrevivir al cambio en procesos migratorios de sujetos migrantes?

 

Algunos analizadores darían cuenta del atravesamiento en el campo subjetivo y en el de las organizaciones sociales, tanto como sus efectos en el imaginario social en poblaciones de migrantes.

Indagando especificidades en los procesos migratorios con especial énfasis en las incidencias psicológicas y sociales podría decirse que hay otro corte de continuidad requerido y es el que se refiere, a cada sujeto migrante, con su propio histórico social. Aconteceres en el campo del sujeto y en el interjuego de los lazos sociales que promueven articulaciones posibles de distintos imaginarios sociales de conjuntos comunitarios diferentes. Sin soslayar la herida narcisista que supone la renuncia a preservar modalidades internalizadas que no consuenan ni resuenan con las del nuevo entorno.

 

Tomando a modo de ejemplificación grupos identitarios y observando en ellos predominancias que los caracterizan y que insisten desde la lógica subjetiva y desde otras lógicas tales como la que posibilita un análisis psicosocial, la insistencia, siempre parcial, de aquello que hace que un colectivo anónimo fluya de determinada manera y no de otra.

Cornelius Castoriadis en su conceptualización en el terreno de lo histórico-social considera la noción de imaginario-social como producción de un conjunto de significaciones que se precipitan en cada situación.

Se trata de significaciones en diversos órdenes tales como, económico, familiar, comunitario o nacional, que tienen aspectos cerrados en tensión con un continuo devenir.

Significaciones inmanentes a cada sociedad que sostienen y son sostenidas por un imaginario compartido y sus expresiones diversas en la producción social de cada conjunto identitario. La creatividad en tanto movimiento que condiciona y orienta el hacer y el representar sociales, “es un río abierto del colectivo anónimo, aquello que hace que cada sociedad sea lo que es.”

Diferente del concepto de representación psíquica ampliamente desarrollado por Sigmund Freud o el Imaginario como registro desarrollado por Jacques Lacan.

Se trata de distintos planos de análisis en donde converge lo subjetivo desde lo más profundo de un sujeto singular y los efectos de sentido atravesados estos por un imaginario social compartido.

Este autor recurre a un ejemplo particularmente atractivo en relación al imaginario social para los judíos y la elección del candelabro de los siete brazos. Siendo que no alcanzaría una conceptualización funcionalista que buscara la razón de ser en la necesidad de alumbrar. Ese no se que de que sean siete y no tres, ni nueve. El mito compartido. El aspecto que no cede a ninguna explicación clausurante. Es lo que daría cuenta del imaginario social de un conjunto identitario. Ese no sé qué de los códigos internalizados y compartidos que emergen, por ejemplo, en un símbolo identificante.

En la vida de un sujeto migrante el cambio de radicación no deja de hacer mella en su imaginario social. Es más, apunta a un crucial desafío de adaptación crítica a la nueva realidad. Se trata, ni más ni menos, de un cambio de conjunto identitario. Una herida en su imaginario radical que lo fue constituyendo en el país de crianza y en las expresiones del imaginario colectivo de todo un acervo cultural. Devenires mucho más complejos que el propio acto de pasar de un país a otro.

Advienen procesos de afrontamiento continuo que incluyen significaciones sociales desconocidas para un sujeto que porta un histórico-social compartido con otros sujetos en otras coordenadas. El devenir migrante incluirá ensamblajes de nuevas codificaciones a aprender más allá de los estudios formales de idiomas y costumbres. Se impone un trabajo de incorporación, no sin rechazos, de aspectos provenientes del imaginario colectivo del país de elección en tanto persona singular estableciendo lazos sociales, procesando su migración.

Una actitud creativa tanto como devenires que fluyan a la manera de un “pensamiento nómade”. Al decir de Gilles Deleuze son aperturas, sin las cuales, el síntoma, la enfermedad o el aislamiento arrinconan la posibilidad de promover la elaboración del duelo y una adaptación activa a la realidad tal como lo formulara Pichón Rivière.

En el mundo de las expresiones culturales insiste la tensión entre lo conocido y lo pasible de conocer en tanto condiciones de posibilidad.

Ya sea, gestando nuevas modalidades subjetivas o como suele decirse en Israel, pensando por fuera de una caja. Un interjuego entre lo que está normativizado y aquellas expresiones de colectivos en construcción que apelan a sus imaginarios compartidos y a la creatividad en sus acciones. En este sentido la creatividad como reverso o conjugación con un síntoma.

En la clínica, los procesos migratorios en sociedades multiculturales, requieren un trabajo de acomodamiento mutuo, que en este caso incluye el país de proveniencia del analista y el país de proveniencia del paciente o el de sus padres. Se pondrán de manifiesto el acervo cultural explícito e implícito y el imaginario social radical e instituyente que los atraviesa en tanto analizante y analista portando imágenes de distintos confines de la tierra con manifestaciones desconocidas entre sí. El campo que los implica incluye un resto que inevitablemente quedará sin decodificar en lo que se refiere a lo que cada uno porta en su imaginario de conjunto de un “allí” otro de donde cada uno proviene.

Los psicoanalistas migrantes solemos tener recorridos diversos y en la complejidad nos singularizamos. Sin embargo, hay momentos en que, quizás, desde una fantasía de cuidar lo propio frente al extranjero, propulsaría a que, más de una vez, ciertos analizantes se retiren abruptamente de los tratamientos. Una insoportabilidad en la diferencia expresada en la lengua, el habla, la memoria social o las decodificaciones implícitas. Concomitantemente a ello, otras veces, aparece una expectativa jerarquizante en el hecho de analizarse con alguien que viene de afuera, un cierto privilegio. Así es como, en sesión, los imaginarios sociales de los países de origen y arribo devienen transferencia en el espacio compartido de un análisis y promueven eso irrepetible que produce efectos inesperados, entre otros, el de la cura.

Desde la perspectiva de lo que trae a alguien a consulta es siempre algún padecer, algo que produce dolor o sufrimiento. Esto es así y podríamos decir que reviste un carácter universal. En tanto sujeto singular que busca alivio acudiendo a un análisis donde prima la palabra. Se trata de incluir los puntos de intersección en la escucha, referidos a los imaginarios compartidos o en sus diferencias, tanto como, a las caídas de discurso en los atravesamientos de la intertextualidad.

Tanto en sus aspectos conscientes como en lo que permanece inconsciente, formará parte de lo que insistirá como repetición o lo que no puede tramitarse bien. Dolores de migrante buscando incluirse en la cultura de un país diferente o en tensión con sentimientos de rechazo llegando hasta el repudio. Darán cuenta de ello expresiones verbales y corporales, síntomas, sueños y actos fallidos que en los señalamientos e interpretaciones del lado del analista adquirirán nuevos sentidos.

Un análisis transcurrirá, en el trabajo que apunte a desentrañar el sentido de los síntomas así como también en las interfaces de los encuentros y desencuentros realizando una tarea que se propone terapéutica, compleja y proactiva.

 

Relato desde la clínica

 

Una paciente a la que llamaremos Irina llega a mi consultorio diciendo que vino a mí en busca de ayuda, que me eligió ya que vivo cerca y siente que necesita tratarse por una serie de malestares y síntomas que insisten y que la desesperan mucho. Por sus rasgos y su acento ubico que se trata de una migrante de la ex Unión Soviética. En esa primera entrevista aclara que nació, se crió y realizó sus estudios en una importante ciudad de Siberia.

Siendo que las dos vivimos en Israel y “cerca” intercambiamos algunos datos acerca de su lengua madre, la mía y el hecho que solo podíamos hablar entre las dos en hebreo.

Siguiendo con la anamnesis aclaremos que tiene cuarenta y cinco años, reside en Israel desde hace veinte años y su hebreo es muy bueno con pronunciado acento ruso. Ella dice que mi hebreo también es bueno y que no se puede evitar reconocer mi acento argentino. Nos causa cierta gracia ese no se puede disimular los orígenes de cada una.

Su respiración es agitada habla rápido como si el tiempo de la entrevista no le alcanzara, es visible su sobrepeso que contrasta con la belleza de sus rasgos faciales eslavos. Cuenta que es médica anestesista casada en segundas nupcias con un médico también siberiano y anestesista con quien comparte y se distribuyen tareas en una clínica privada en Tel Aviv. Con respecto a la elección de la profesión comenta que su madre que reside en Siberia en la misma ciudad en la cual ella nació también es médica anestesista y que la mayoría de sus amigos también lo son. Dando por hecho que eso explicaba suficientemente la elección de su profesión. Agrega que suelen encontrarse los fines de semana y entre vodka, juego de cartas entre los hombres, diálogos entre las mujeres y risas conjuntas comparten una manera particular de ejercer el humor y tener vida social.

En cuanto al motivo de consulta refiere un estado de ansiedad que no cesa salvo cuando come y su irrefrenable compulsión a la compra. También refiere dificultades vinculares con sus hijos, una adolescente y un chico en edad de jardín.

Imagino las extensas estepas nevadas de Siberia, el frio eterno de esas zonas de las cuales Irina proviene y el contraste con los cálidos paisajes de Medio Oriente. También acuden a mi recuerdo lecturas como El archipiélago de Gulag y los relatos sobre las cárceles tan temidas por disidentes rusos de todos los tiempos.

Las entrevistas siguen y en una de ellas se queja de su madre que por Skype le da consejos acerca de cómo criar a sus hijos así como, según Irina, desespera frente a relatos israelíes particulares y del entorno conflictivo de este país.

En una de mis intervenciones digo la palabra drama. Me miró como si hubiera tocado un concepto que flotaba en ella y no lo sabía y me dijo que sí que era una situación dramática la que sentía que estaba viviendo.

A la entrevista siguiente llegó y enseguida de sentarse dijo la siguiente frase: dramatish, que bien me hizo que lo dijeras ya que es eso lo que siento.

En ese segmento de diálogo descubrimos que la palabra existe en los tres idiomas tanto en ruso como también en hebreo y castellano.  Fue una sensación de gran alivio para ella saberse entendida a la letra. A la vez la palabra tenía la catectización necesaria para intentar desde allí el comienzo de un análisis.

 

Comentario

 

Lo primero que me impactó es que me hubiera elegido porque vivía cerca. A l tiempo entendí que Irina, por efecto de su migración, se había alejado de su madre, de su primer marido- padre de su hija- y de todo su entorno natural y social.  El hecho que yo en tanto su próxima analista viviera cerca, compensaba, probablemente en su imaginario, tantos desprendimientos y lejanías.

 La aclaración posterior acerca de los idiomas era una manera de saber que yo también era migrante como ella y que era necesario sostenerse en esa especificidad. En Israel la vivencia multicultural y los atravesamientos de conjuntos son una manera de vivir, aun así, explicitarlo y atender a las diferencias de la lengua y el habla constituía para esa primera entrevista, parte de los acuerdos preliminares de su análisis.

Desde lo psicosocial me resultó sumamente interesante e invocante la cuestión de los médicos siberianos de clase media, gran parte de ellos de origen judío, y sus inclinaciones por la especialidad de anestesistas. En un diálogo con Irina ella aducía que ello aseguraba trabajo y sustento. Su explicación a mí no me alcanzaba.

Durante el tiempo que transcurrió el análisis, Irina además de trabajar sus miedos añoranzas, conflictos y sus efectos sintomáticos hizo referencias a restricciones que habían vivido en su país de origen antes y después de los tiempos de la perestroika también aludió a los tiempos que corren. Lo común que sobresalía refería al alto riesgo que significaba el disentir con el poder de turno. Solía repetir que nunca se sabía si amanecerías en tu propia cama si hablabas y decías lo que pensabas y si ello no coincidía con el pensamiento oficial.

Pensé en torno a esto que sugería que había que anestesiar y anestesiarse, no sentir el miedo, la pavura, la injusticia social, las mentiras, los abusos de poder, nada que pudiera poner en peligro la vida. Vodka y anestesia insiste en este grupo oriundos de Siberia, lo que no asegura, como es sabido, la aparición de síntomas ni tampoco el sufrimiento psíquico.

Contrariamente a mis recuerdos y mi propia adscripción, la filiación de médicos  y psicólogos de clase media, muchos de ellos judíos en Buenos Aires, eligiendo el psicoanálisis y la necesidad de analizar causas y  efectos y el pensar en conjunto. Incluyo la pertenencia social que en ambos casos, brindan estos grupos.

Es necesario afinar la escucha a la cuestión de analizarse en un idioma que no es el del país de origen ni para el analista ni para el analizante. Tiene sus especificidades tales como que la aparición de un significante, en este caso la palabra drama, que convocaron asociaciones en esta consultante, el hecho que fuera común a los tres idiomas  agregó un componente más a la posibilidad de que una verdad del sujeto emerja.

Los atravesamientos de distintos colectivos se anudan en el lazo social así como también los pasajes de un idioma a otro con las pérdidas inevitables en las traducciones. A ello se suman las vivencias concretas en los distintos países en atravesamiento con imaginarios sociales de colectivos anónimos que a veces confluyen y otras se diluyen. Las vivencias de Irina y de todo migrante coinciden en la complejidad, cuyo mayor bagaje no es el de las maletas sino aquello que se porta como ser humano trashumante desde los imaginarios sociales inmersos en distintos colectivos.

 

Isabel Edenburg
Psicoanalista argentina residente en Israel
isaeden25 [at] hotmail.com

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Migrantes: el continente móvil

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Primer parte

 

1 - Introducción

Las migraciones del siglo XXI y las de finales del siglo XX comparten aspectos con migraciones anteriores: constituyen una crisis, se producen multiplicidad de pérdidas que implican la elaboración de un duelo, se disuelven las redes de sostén en el país de origen y hay que reconstruir nuevas en el país receptor, etc. Los cambios a nivel político, económico y social atraviesan los acontecimientos y afectan los procesos migratorios.

Este artículo nace de mi vivencia como migrante ilegal a fines del siglo XX y a principios del siglo XXI y del trabajo realizado como psicoterapeuta con inmigrantes en Uruguay (país de origen) y en España (país receptor).

En la primer parte de este trabajo se analizará cómo influye el desarraigo en los individuos, partiendo de la noción que somos sujetos históricos, culturales y psíquicos. Ésta reflexión se realizará a partir de aportes de Joaquín Rodríguez Nebot, del concepto de Crisis de Rene Kaës y de la noción de Vida Cotidiana de Juan Carlos Carrasco.

Posteriormente se focalizará en los primeros tiempos de migración y las ansiedades de intensidad extrema que movilizan.

Para reflexionar este primer momento de transición se recurrirá al análisis de viñetas de pacientes, párrafos de novelas y testimonios de migrantes apoyándonos en los aportes de León y Rebecca Grinberg.

En un tercer momento se analizarán situaciones en que el migrante queda “atrapado” en la crisis, en ese espacio entre ruptura y sutura.

Seguiremos de cerca el pensamiento de Angels Vives Belmonte, que utiliza el concepto de “Zona Trans”, un espacio implicado en los desórdenes mentales vinculados a la situación de migración.

Reflexionamos sobre el impacto que tiene el proceso migratorio en la pareja y el sistema familiar tomando como referencia los aportes teóricos de Carlos Sluski.

En la segunda parte del trabajo se analizarán los conceptos aportados por Joseba Achotegui, que hace hincapié en las condiciones en que se migra a fines del siglo XX y XXI. El autor sistematiza los estresores más importantes a los que están expuestos los inmigrantes; especialmente aquellos que ingresan al país receptor en forma ilegal. Vincula las condiciones actuales de migración con reacciones patológicas en sujetos sin predisposición a enfermedades mentales, concluyendo que el migrar en condiciones extremas constituye en este siglo un factor de riesgo para la salud mental

Se analizará la situación del inmigrante ilegal, que ingresa al país de acogida sin residencia ni ciudadanía. Para el análisis de situación se recurrirá a un caso clínico.

Por último daremos una mirada al retorno a casa, o a la imposibilidad del mismo en estado puro, ya que el lugar de origen también está expuesto a procesos de mutación y cambio como el migrante. Para la reflexión nos apoyaremos en los aportes teóricos de Abdelmalek Sayad, en análisis de viñetas de pacientes, párrafos de un libro y testimonios de retornados.

 

2 - Migración y crisis

Migrar conlleva una multitud de separaciones de referentes externos y constitutivos del ser humano, cultura, familia y amigos, país, lengua materna, el estatus que se tenía en el país de origen, las redes sociales y sus integrantes.

Simultáneamente se produce un encuentro con un entorno cuyos códigos son desconocidos para el sujeto que migra, y el sujeto será un desconocido en ese entorno nuevo.

La simultaneidad de estas dos situaciones configurará una crisis. La crisis según Rene Kaës (1977) es una experiencia de ruptura en la continuidad de las cosas, de sí mismo, de las relaciones con el medio circundante. Es un espacio del entre, un espacio de transición donde se juegan los avatares de lo social, lo mental, lo psíquico, que juntos tejen la singularidad de la persona.

La crisis migratoria en cuanto ruptura con el grupo que vivimos y que nos conforma, revela el acoplamiento psicosocial entre lo interpsíquico y lo intrapsíquico.

Un primer aspecto a reflexionar es que la crisis migratoria como experiencia de pérdidas será el disparador de un proceso de Duelo.

Las múltiples pérdidas ya nombradas constituyen pérdidas parciales, porque el país, la familia y amigos no se pierden, se produce una distancia témporo espacial significativa que les da el estatus de pérdida a nivel afectivo.

Los objetos externos que se pierden están interiorizados, por lo que se producirán pérdidas de partes de uno mismo cargadas de significado, lo que tendrá como consecuencia un debilitamiento del self.

La elaboración de estas pérdidas remitirá a un trabajo de duelo, que en un primer momento podrá ser pospuesto u obviado como consecuencia de la necesidad prioritaria de reacomodo en el país receptor.

Hay muchas variables que influyen en la elaboración del duelo migratorio, la personalidad de quien migra, la causa desencadenante de la migración, la posibilidad o no de programar la migración, el proceso evolutivo por el que se atraviesa, la recepción que dará el país receptor, los estresores a los que se verá expuesto el migrante en esta transición.

Un segundo aspecto a reflexionar es que no solo se produce una movilidad geográfica de sujetos, hay un desplazamiento de Identidades.

Los migrantes llevan la representación simbólica de su territorio, por lo que se puede abandonar físicamente un país, pero no se pierde la referencia simbólica del país de origen. Esta referencia simbólica funcionará como anclaje y sostén en un primer momento frente a la multiplicidad de cambios que devendrán. Rodríguez Nebot (2017)

El pasaje de un grupo a otro (de un país a otro), implicará para el sujeto una desintegración del código anterior (el del país de origen) y al mismo tiempo una imposibilidad de dominar el código del grupo receptor. (Kaës, 1977, pp. 37).

Cada grupo, cada territorio posee su propio código de significaciones que tendrá su traducción psicológica en cada individuo.

Carrasco (1981) analiza en profundidad este hecho a través del concepto de Vida cotidiana.

El autor plantea que nuestra personalidad psicológica y nuestra identidad se van conformando a través de hechos y acontecimientos vividos desde el comienzo de nuestra existencia en el grupo familiar, en las instituciones del sistema de educación formal y de la sociedad total. Carrasco (1981).

Estos hechos y acontecimientos fueron adquiridos en un tiempo y un espacio y articulados en un proceso histórico.

El concepto de Vida cotidiana es una noción que tiene dos cantos, por un lado están los hechos que el hombre vive cada día de su existencia en un espacio tiempo, el otro canto de la misma moneda es la traducción psicológica de estos hechos.

La cotidianeidad es percepción y vivencia y supone para la persona la reiteración del contacto con las mismas personas, lugares, circunstancias, etc.

El autor expresa “La cotidianeidad es un plan, un programa de funcionamiento mental del aparato psíquico” (Carrasco, 1981, pp. 119).

Constituye un modelo básico y global de nuestra existencia y se traduce en términos psicológicos a través de:

  • Representaciones que cada individuo tiene de sí mismo y su entorno
  • Por la manera que se perciben las cosas y situaciones
  • Por la manera de valorar y calificar las cosas y las relaciones que se establecen entre ellas
  • Se traduce en lo que creemos, en fantasías, ideales, tipos de sentimientos, vínculos que se establecen con las personas y las cosas.

Para la mayor parte de las personas su existencia es la vida cotidiana de la cual no resulta necesario un análisis de situación.

¿Qué puede pasar cuando se produce un corte, una ruptura con la continuidad temporal adscripta a un territorio y lo que éste representa?

El autor plantea que se producirá una movilización de las representaciones ligadas a un contexto que están internalizadas y nos constituyen, lo que implicará una reestructuración psicológica de la persona.

Kaës (1977) analiza que los grupos e instituciones establecen una doble función, la regulación externa del comportamiento y funciones de sostén interno que se realizan a través de lo que Bleger denomina encuadre.

El encuadre es el receptáculo y contenedor de las partes indiferenciadas de nuestra identidad que permite el control de las ansiedades primarias del individuo.

La importancia que cobran el medio y el encuadre se pondrán de manifiesto en las situaciones de migración por su ausencia.

En estas situaciones no hay un soporte contextual que asegure la existencia, y se pierde el apoyo del encuadre que contiene los códigos internalizados de la cultura y el grupo del país de origen. El encuadre que es invisible, se hace visible en situaciones de crisis porque emergen aquellas ansiedades primarias que estaban contenidas por éste.

Por lo tanto, la transición implicará para el migrante la elaboración de un proceso de Duelo que debilitará el self y que afectará su Identidad. La pérdida de los referentes externos que están interiorizados a través del encuadre dará lugar a la emergencia de ansiedades primarias. El psicólogo Rodríguez Nebot analiza que estos hechos que se dan simultáneamente en el tiempo objetivo son vividos por el migrante  de manera asincrónica.

En un primer momento no hay concordancia entre mente y cuerpo, el cuerpo se adelanta, pero la mente no acompaña los acontecimientos. Esta situación conlleva una desincronización que desencadenará un dolor psíquico importante, una crisis.

El cuerpo es trasplantado en una primera instancia a una nueva realidad pero la mente seguirá afianzada a los códigos del país de origen.

Esta asincronía entre cuerpo y mente coloca al migrante en un territorio existencial incierto, ya que hay una interrupción de la percepción de tiempo continuo que da continuidad existencial al individuo.

Los sentimientos de pertenencia a un territorio, el sentimiento de mismidad y el sentimiento de individuación que conforman el sentimiento de identidad de un individuo se verán alterados. Grinberg y Grinberg (1996).

Cada migración se inscribe en una historia particular, por lo que existirán múltiples maneras de transitar el proceso migratorio.

Las investigaciones realizadas por Carrasco en Holanda en la década del 80 arrojan algunos datos acerca de cómo algunos migrantes pueden vivir el desarraigo en el exilio. El autor explica que muchas veces se intentaba funcionar en el contexto del país receptor enquistando la cotidianeidad del país de origen. Este sería el caso del migrante que “nunca deshace sus maletas”, cuya experiencia de migración se focaliza en la añoranza y el retorno.

En otras situaciones sí se produce un proceso de replanteamiento de la vida cotidiana. Un ejemplo de ello se desprende de una viñeta publicada en “El País Internacional” en 2013. Un hombre nacido en España emigra a Alemania y después de volver de un viaje de visita de su país natal reflexiona:

“Desde que vivo en Alemania me siento raro también en España. Mi familia dice que me estoy alemanizando porque me molestan los gritos de la gente por las abarrotadas calles de Madrid. He dejado de preocuparme por si me roban el móvil o la cartera. No trato de colarme en el supermercado y me molesta cuando alguien lo hace.

Involuntariamente he empezado a pensar que la gente respetará las reglas. Y es que, aunque tiene inconvenientes, la cultura alemana también tiene grandes ventajas…En mitad del crudo invierno alemán suelo pensar en regresar junto al calor de mi familia pero, cuando me doy cuenta de que tendría que convivir a diario con ese podrido sistema, siempre acabo posponiendo la vuelta un par de años más.

Me temo que también yo he llegado a la fase de desintegración, que no es más que la búsqueda de la propia identidad en el país ajeno”

En este breve extracto se pone de manifiesto otra manera de transitar el desarraigo. Se puede inferir que éste hombre, después de 6 años comienza a tomar distancia de su cotidianeidad de origen, a analizarla, cuestionando costumbres, ideología, formas de pensar, hábitos del país donde nació y se crio. Estos cuestionamientos repercuten en sus sentimientos de pertenencia y mismidad. Los cambios del migrante interpelan a sus coterráneos que advierten que el hombre se está “alemanizando”, que está cambiando, que se está permeando con costumbres y hábitos de una cultura para ellos desconocida (lo que le daría al migrante el estatus de desconocido para ellos). También se infiere las implicancias a nivel de reestructuración psicológica que se manifiestan cuando refiere a “la desintegración” que lo llevará a la búsqueda de su propia identidad, a devenir otro.

El análisis o deconstrucción de la vida cotidiana permitirá desnaturalizarla, cuestionado lo que antes se asumía como norma. Este movimiento de análisis contribuye a la existencia del sujeto como un ser autónomo que pueda reformular su vida cotidiana.

La elaboración del proceso migratorio posibilitaría una remodelación de la mirada que tenemos de nosotros mismos y nuestro entorno, ayudándonos a  tomar una distancia operativa ante las naturalizaciones, cuestionando las instituciones que hemos internalizado.

Según Rodríguez Nebot (2017) el proceso migratorio que implica la elaboración de lo perdido a través de un proceso de duelo, el cuestionamiento de los códigos del país de origen y la apertura al país receptor y sus códigos,  puede ser transitado de muchas maneras:

  • Algunos migrantes se sobre adaptan rechazando la cultura de su país de origen, posicionándose en el presente como si el pasado no existiera, recurriendo a mecanismos de negación o manía, que muchas veces ocultan ansiedades depresivas.
  • Otros enquistan su cotidianeidad de origen y viven en el país receptor intentando reproducir un modelo de vida conocido. Es una conducta de defensa donde prevalecen mecanismos de negación y disociación, Hay un intento por conservar la Cotidianeidad de origen y "re-vivir", a través de ella, los datos y acontecimientos cotidianos de su lejano país. No hay apertura al nuevo país ni a sus códigos.
  • Hay migrantes “híbridos”, cuya identidad se reformula amalgamando ambas culturas, que realizan una síntesis que exige una reformulación de su cotidianeidad de origen, lo que implica un trabajo de reestructuración psíquica. Este movimiento los haría permeable a la nueva cultura, posibilitando e integrando la entrada de lo novedoso y permitiéndoles crear un proyecto de vida en el país receptor apuntalado en su deseo.

 

2.1 - Los primeros tiempos.

Como se dijo anteriormente al migrar se produce una experiencia masiva de pérdidas conjuntamente al encuentro con un entorno cuyos códigos son desconocidos para el migrante. La conmoción de esta experiencia asociada a la pérdida del encuadre externo e interno movilizará intensas ansiedades según Grinberg y Grinberg (1996).

Las múltiples pérdidas darán lugar a la emergencia de ansiedades depresivas. Esto remitirá a un trabajo de duelo que muchas veces adquiere características patológicas.

Frente a las exigencias de un nuevo medio que puede resultar abrumador -conseguir vivienda, trabajo, colegio para los niños, documentación, establecer redes vinculares, aprender un nuevo idioma, nuevos códigos de comportamiento-, pueden aparecer ansiedades paranoides.

La ansiedad confusional puede surgir a raíz del choque cultural. Otra forma de vivir la cotidianeidad interpela a la vida cotidiana originaria. Se superponen y mezclan los lugares, las personas, los recuerdos, las vivencias, las percepciones del mundo, las formas de vincularse.

El inmigrante tiene que renunciar al menos temporariamente a parte de su individualidad para poder integrarse al país receptor. (Grinberg y Grinberg, 1996, pp. 93)

Un sueño tenido al poco tiempo de migrar muestra la emergencia de las ansiedades depresivas y persecutorias.

La joven cuenta:

Mandaba pedir mi ordenador a Uruguay. Muy ilusionada porque el disco duro de allá tenía muchísima capacidad y me había costado mucho sacrificio armar todo el ordenador; por un lado había conseguido el disco duro, por otro lado la batería” “Me avisaban que se había perdido en el camino los españoles lo decían con desdén, con impunidad. Yo les gritaba, no podía creer tanta injusticia

La soñante trasmite el sentimiento de desamparo frente a la pérdida de objetos externos, que la remitirán a la pérdida de partes de un self armado con mucho esfuerzo en el país de origen. La referencia a la pérdida del “ordenador” también podría aludir a la pérdida del orden interno, al encuadre que le daba el contexto conocido del país de origen.

La capacidad del disco duro quizá refiera a todo el universo simbólico que la soñante trae consigo desde su país de origen. También nos remite al miedo a la pérdida de la memoria de los orígenes, a la pérdida de sí misma y a la perdida de energía libidinal (batería) que ocurre en este proceso.

Aparece una percepción del ambiente nuevo y sus habitantes como hostil, que arrebata parte de su individualidad.

Ansiedades depresivas y persecutorias se conjugan en este sueño.

Las ansiedades confusionales aparecen en los primeros tiempos y muchas veces se prolongan manifestándose en sueños.

Este párrafo de la novela “La ignorancia” de Milán Kundera (2000) da cuenta de ello:

Ya en sus primeras semanas de emigrada, Irena tenía sueños extraños: se encuentra en un avión que cambia de dirección y aterriza en un aeropuerto desconocido; unos hombres de uniforme y armados la esperan al final de la pasarela….en otra ocasión, se pasea por una pequeña ciudad de Francia cuando ve un curiosos grupo de mujeres, cada una con una jarra de cerveza en la cabeza, corren hacia ella, la interpelan en checo ríen con malintencionada cordialidad” (Kundera, 2000, pp. 19)

Aparecen escenarios de los dos países (Praga y Francia), se conjugan; se confunden y mezclan personas, situaciones, percepciones. En este sueño en particular se observan sentimientos hostiles respecto a su país de origen, que confunden a la soñante, ya que la percepción que tenía Irena durante el día del país en que nació estaba idealizada en esos primeros tiempos y en el sueño aparecen sentimientos hostiles respecto a éste.

Sueño pesadilla que la interpela y la confunde.

Se ha observado que estos sueños donde se mezclan personas, afectos, lugares y sucesos son compartidos por casi todas las personas que migran.

Estas ansiedades podrían dar lugar a patologías dependiendo de la personalidad previa de quien migra y de las condiciones de recepción del país de acogida. Hay personas que tienen estructuras con un amplio contenido de simbolización que podrán manejar mejor el impacto, pero si el registro simbólico no está debidamente instalado se puede producir una desorganización a nivel psíquico importante. Una personalidad lábil sumada a un contexto poco contenedor o expulsivo es terreno fértil para que las ansiedades depresivas, confusionales y paranoides pueden configurar verdaderos delirios, coartando el proceso elaborativo, convirtiendo la migración en una situación traumática.

 

2.2 - Situaciones traumáticas

La primer etapa de esta transición es la más propensa a enfermedades, ya que existe la posibilidad que el migrante se instale en la transición, quedando ni adentro (país de origen) ni afuera (país de acogida), en un no lugar.

Fanny Skolnik refiere que algunas situaciones (como la migración) son de una “entidad desintegradora del psiquismo de tal magnitud que dan lugar a marcas traumáticas inelaborables, aun en sujetos cuya historia previa haría suponer que disponen de mayores recursos para impedir que estos traumas invadan el psiquismo masivamente.” (Revista CPU N° 100, pp. 3).

Se refiere a que algunos impactos de lo social en el individuo, determinan efectos demoledores en la subjetivación generando vivencias desestructurantes. En este caso no estaríamos hablando de crisis, sino de situaciones traumáticas.

Un ejemplo de esto es el llamado “Caso de los niños apáticos de Suecia”. La apatía es también llamada síndrome de renuncia o de estar abatido.

Aproximadamente en 2003-2004 llegaron 424 menores a Suecia en calidad de refugiados, con sus familias o solos desde la ex Unión Soviética y de Los Balcanes y quedaron a la espera de asilo político. Esas esperas podían durar años, y al tiempo los niños comenzaron a manifestar una sintomatología particular: incomunicación (mirada vacía u ojos cerrados), pérdida de la capacidad motriz y de la capacidad de alimentarse.

Se mantenían vivos con sondas y en estado casi vegetativo. Fue un tema muy debatido durante el 2005 (Hellgren, 2008, pp.105-131)

Algunos planteaban que era un síndrome de simulación impulsado por los padres para que se le otorgara asilo. Esto fue muy criticado por otros, que como prueba presentaban estudios que comprobaban cambios físicos en estos niños.

Estos niños quedaban en un limbo administrativo -ni dentro ni fuera-

Este es un ejemplo donde se produce este atrapamiento en la transición, donde el migrante queda instalado en un no lugar, en un espacio entre el pasado y el futuro, entre el país de origen y el nuevo.

Es posible que estos niños, que ya venían huyendo de situaciones extremas en sus países tuvieran cierta propensión a padecer una crisis y el ambiente no contenedor y expulsivo del país receptor oficiara de desencadenante para que se configurara un trauma que imposibilitó la inscripción de lo vivenciado en algo psíquico, desplazando en el cuerpo la vivencia de desestructuración interna.

La migración, que es un proceso de transición muchas veces no puede elaborarse, y el migrante queda atrapado en el proceso como ocurrió con estos niños.

Angels Vives define este atrapamiento en un no lugar como “Zona Trans”, un espacio entre: el pasado y el futuro, el país de origen y el de acogida, lo que se ha perdido y lo novedoso.

Es un estar ni dentro ni fuera, ni dormido ni despierto. Es un estado de la mente donde no es posible la integración de uno mismo, por lo tanto no es posible la identidad.

La autora intenta trasmitir el estado de la mente de quien queda atrapado en la transición:

“Tiene una cualidad sensorial especial. El umbral perceptivo está modificado, de manera que las percepciones sensoriales están amplificadas y algo distorsionadas. Un espacio, un «no lugar» que sería aproximadamente «ni dentro ni fuera», «ni dormido ni despierto”.

Las cosas en este espacio suceden de una manera particular. La percepción del tiempo está alterada, es otra. El recuerdo de estos momentos va a tener un carácter onírico, o mejor dicho de pesadilla” (Vives, 2008, pp. 42)

El acontecimiento ocurrido en Suecia es un ejemplo de cómo éstos niños quedaron atrapados en lo que la autora define como “Zona Trans”.

Este estado de la mente puede sentirse también en los primeros tiempos de migración. Un estado de desorganización psíquica a la que no hay sentido que atribuirle mientras acontece dado su nivel de intensidad.

En la película “El hombre de acero” de 2013 se narra la historia de un inmigrante ilegal que vive en USA con identidad falsa conocido como Superman. La película relata desde el nacimiento de Superman en Krypton hasta su niñez y adolescencia en Arkansas. En los primeros momentos de la película este alien llamado Clarck por sus padres adoptivos está en el colegio y en un momento irrumpen sensaciones que lo descolocan; su umbral perceptivo se amplía, muchos estímulos externos lo avasallan simultáneamente y se amplifican: empieza a ver a través de las personas, ve sus músculos, sus huesos, sus órganos como con rayos X. Lo escucha todo a su alrededor, hasta lo más imperceptible. Los estímulos lo aterrorizan y no puede controlarlos.

Es un estado caótico parecido a la locura, el niño se asusta, no entiende lo que está pasando, los demás le devuelven una mirada de extrañeza, no tiene control de lo que está sintiendo.

El niño sale corriendo del aula y se encierra en un baño hasta que la maestra llama a su madre quien logra calmarlo abrazándolo. Clark le dice a su madre que el mundo es muy grande, y su madre le enseña a "hacerlo pequeño" concentrándose en pensar que está solo en una isla desierta. Clark sale y la abraza, preguntándole qué es lo que pasa. El niño se tranquiliza.

Esta sobre estimulación es muy parecida a la que puede sentir un migrante en sus primeros momentos de llegada: su umbral perceptivo se ve amplificado, se siente avasallado ante una realidad totalmente diferente y desconocida y aparecen sentimientos de soledad extrema al no tener la posibilidad de un otro con quien identificarse. Así como este alien (extranjero), el migrante necesita a un otro que ejerza las funciones de maternaje, que lo sostenga y oficie de continente en estos primeros momentos como sucede en ésta escena de la película.

Alguien, persona o grupo, en el medio nuevo que se haga cargo y neutralice las ansiedades frente a lo nuevo y desconocido (Grinberg y Grinberg, 1996, pp. 81).

Un otro externo que especularice, una figura de seguridad, de sostén y tranquilidad. El otro nos permite adquirir cierta identidad, ser a través de una actividad. En la actividad nos da un sentimiento de potencia. Bleichmar, Hugo (2017).

Es en esta primer etapa de la transición donde es posible quedar atrapado en este no lugar, lo que constituiría una crisis traumática para quien o quienes la/s protagonizan y donde sería de gran ayuda la intervención para encontrar un espacio de salida de la “Zona Trans”.

Se enfatizó en los primeros tiempos de la migración porque es terreno fértil para que sucedan situaciones traumáticas, aunque pueden darse en otros momentos del tránsito. Si bien, la forma más efectiva de intervención sería la prevención, se señala este momento como el de más vulnerabilidad, donde una intervención sería imperiosa.

 

3 - Afección al grupo familiar

La migración, en tanto fenómeno social configura un problema colectivo, no solo afecta al sujeto individual, también al grupo familiar o de pertenencia.

Respecto a la pareja Sluski (1998) reflexiona que al faltar la red de sostén conformada por personas que ocupaban diferentes roles, se produce una sobrecarga en ambos conyugues, ya que muchas funciones de la red quedan vacías y cada miembro de la pareja espera que el otro las cumpla.

El autor percibe una tendencia a esperar que el conyugue se convierta en una fuente de apoyo emocional en un momento que no dispone de recursos para oficiar de soporte. En el país de origen esas funciones posiblemente hayan sido satisfechas por otros componentes de la red, amigos o familiares, y las habilidades necesarias para cumplir esa función no habían sido desarrolladas de manera eficaz dentro de la pareja. La necesidad insatisfecha puede ser sentida por el otro miembro de la pareja como incompetencia,  traición o abandono.

El otro, igualmente necesitado, experimenta no solo su propia cuota de necesidades insatisfechas, sobrecarga y abandono, sino también las quejas agregadas de su conyugue y las desavenencias. El resultado es un círculo vicioso dentro de la relación.

Según este autor:

“La re locación está estrechamente asociada a un aumento en la frecuencia de perturbaciones psicosomáticas e interpersonales” (Sluzki, 1998, pp. 93).

“El estrés personal y los conflictos familiares son un subproducto casi inevitable de la migración y la migración de retorno, así como el aumento en la frecuencia de perturbaciones somáticas e interpersonales.” (Sluzki, 1998, pp. 93).

Tanto en la migración originaria como en la de retorno se producen separaciones entre los integrantes (algunos parten y otros quedan en el país de origen), y es muy difícil sostener los roles parentales a distancia cuando los hijos quedan distribuidos en distintos lugares geográficos.1

Respecto al funcionamiento familiar pueden ocurrir diferentes situaciones:

En el caso de las familias que migran en dos tiempos, se provocará una brecha témporo espacial donde se dificultará el encuentro entre padres e hijos. Muchas veces viaja uno de los padres,- como pasa habitualmente en las migraciones de Latinoamérica a Europa y EEUU- y dejan sus hijos a cargo de familiares.

La reagrupación familiar es un tipo de residencia que se puede otorgar a los familiares directos padres, hijos o esposo/a de una persona que reside de forma legal y siempre que el familiar a reagrupar esté fuera del país.

Es un proceso que lleva mucho tiempo, de forma que cuando padres e hijos se encuentran ya han pasado años sin verse y el reconocimiento se dificulta.

Para los hijos esto conlleva una doble separación: la separación originaria de sus padres y posteriormente, cuando pueden reunirse con sus padres se produce la separación del país de origen y de los familiares con los que quedaron a cargo con quienes han establecido un vínculo significativo.

Esta situación les implicará la elaboración de varios duelos.

Los niños tuvieron que elaborar en un primer momento la separación de uno o ambos padres y posteriormente la separación con las figuras de apego del país de origen y el traslado al nuevo país: El re-encuentro con los padres después de mucho tiempo implicará un trabajo de elaboración tras la separación.

El vínculo con los padres biológicos durante el tiempo de ausencia ha sido parcial, fantasmático, virtual, construido a través de Skype, teléfono y otros medios de comunicación. Las tecnologías actuales promueven el contacto con quienes están lejos, pero falta la dimensión espacial de los sujetos para que se dé la formalización real del vínculo. Esto producirá en un el momento del encuentro una ausencia de conocimiento por ambas partes y un trabajo de elaboración para procesar lo acontecido en el tiempo que estuvieron separados.

Otra situación viven los niños y adolescentes que viajan con sus padres.

Al migrar los niños pierden una fuente importante de seguridad al producirse una separación del grupo de amigos y compañeros de clase con quienes compartieron sus estadios de desarrollo y con los que han establecido vínculos de confianza mutua.

Los adolescentes pasan por una crisis vital donde están desarrollando los duelos por el cuerpo perdido, por los padres de la infancia y por la identidad infantil. Pueden culpar a sus padres por ser arrancados de sus vidas sin ser consultados. En estos casos es recomendable crear una estrategia común para recrear el grupo de pares de los adolescentes en el lugar de destino y hacerlos partícipes de la planificación de la migración.

En los adolescentes se potencia la crisis vital que atraviesan con la crisis migratoria, y muchas veces los jóvenes son el receptáculo propicio para hacerse cargo de los problemas de los demás.

Estas situaciones de pérdida se dan mientras los padres resultan menos accesibles como fuente de apoyo, ya que, como sus hijos también están elaborando el proceso de duelo e inserción. (Sluski, 1998)

Tanto en la migración originaria como en la de retorno los hijos pequeños no están implicados en la decisión, y pueden producirse desencuentros con la decisión de sus padres. Este es el caso de R, un adolescente de 19 años retornado hace 4 años de un país de Europa donde vivió 10 años  y cuyos padres se separan al llegar dice:

Cada vez me gusta menos este país y la verdad me tiene harto….yo no decidí nada, siempre me joden decisiones que no son mías…mis amigos están bien allá, viven en sus casas”. “Si hubiera seguido viviendo ahí mi madre tendría un buen trabajo…estoy enojado con decisiones que no puedo tomar yo…quiero vivir bien….yo me iría, capaz que ya me acostumbré estar de lado a lado”

R se presenta angustiado desde la separación de sus padres al retornar, decisión tomada por una de las partes de la pareja. La decisión del retorno no fue programada, como tampoco lo fue la migración original y él no intervino en la decisión de ninguna de las dos migraciones. Los padres con tendencia a pasar al acto sin elaboración previa no ofician de referentes aseguradores para R. El joven manifiesta su confusión y angustia frente a la falta de sostén durante el proceso. La crisis evolutiva (adolescencia) se potencia con la crisis migratoria.

La frustración de estos padres al contrastar la realidad con las expectativas generó conflictos intrafamiliares. Como en este caso, la decisión de retornar puede ser nuevamente cuestionada y en muchos casos no todos los integrantes de la familia están de acuerdo ni tuvieron el poder de decisión.

Fuera del país natal la familia funciona como sostén de sus miembros, como referente de pertenencia y al regresar se produce un reacomodo en los roles. Para los niños (como en el caso de R), que han pasado la mayor parte de su vida en el país de acogida, el retorno no es tal, porque no sienten al país de origen de sus padres como propio.

Esta situación produce conflictos entre padres e hijos, ya que, a diferencia de sus padres los niños han vivido la mayor parte de su vida en el país receptor. Esto a menudo produce una confrontación entre ambas partes: los hijos adoptan como suya la lengua del país receptor y muchas veces se convierten en maestros de sus padres.

Se produce un replanteamiento de los roles que distorsiona la dinámica familiar.

Otro conflicto aparece cuando divergen las expectativas entre padres e hijos. Muchas veces el proyecto de futuro de los padres es volver a su país de origen y los hijos sienten al país receptor como suyo.

Otra situación se plantea en aquellos niños que nacieron en el país de acogida, son ciudadanos de dichos países, nunca migraron y son denominados  “Segunda generación de inmigrantes”.

Se construye una clasificación que equipara a los hijos de inmigrantes con sus padres, y los opone a los “autóctonos”.

Se observa que mientras las primeras generaciones siguen manteniendo muchos aspectos culturales que los relacionan con su país de origen, las segundas y terceras generaciones ya no viven la cultura de sus padres. Los padres han dejado de ser el modelo a seguir y se produce una crisis generacional que se ve agravada al no encontrar referentes sobre cómo combinar la cultura de sus padres con la cultura en la que se encuentran.

El estigma de “migrante” persiste en el significado que se le atribuye a “Segunda generación de”. Los apellidos, la etnia dan cuenta de un origen y aunque sean ciudadanos, nacidos y criados en el país receptor se los opone a los autóctonos y sus derechos se ven disminuidos respecto a éstos.

Que los hijos de inmigrantes sigan siendo identificados como “hijos de” nos lleva a plantearnos porque las sociedades tienen necesidad de destacar su origen inmigrante.

En Francia, en la llamada “Revueltas urbanas” de 2005, hijos y nietos de migrantes, con ciudadanía francesa que vivían en la periferia de Paris iniciaron una quema de cientos de vehículos. Los padres o abuelos de los jóvenes eran nacidos en países colonizados por Francia. (Vasallo, Sara, 2005).

Posiblemente los jóvenes reaccionaban con una violencia que se ejerció sobre sus ancestros y en la actualidad sobre ellos.

Según Sluzki (2017), si las reglas de afiliación no se adquieren en la primera generación, la segunda generación lo hace de manera más violenta. En el ejemplo anterior confluyen temas de identidad cultural, racismo, la historia de estos jóvenes y sus ancestros colonizados que posiblemente emerja en un rencor sin palabras. Un ejemplo que pone de manifiesto que el duelo migratorio es transgeneracional y quizá estos jóvenes sean los portavoces del duelo no realizado por las generaciones anteriores y de la violencia ejercida sobre sus ancestros y actualmente sobre ellos.

 

 

Segunda parte

 

4-Migraciones en el siglo XXI. Efectos del contexto actual. Síndrome de Ulises

 

“No se puede explicar a otra persona lo que significa ir corriendo hacia la oscuridad, con la muerte y la humillación detrás de ti

(Mankell Henning, 2010, pp. 314)

 

En el siglo XXI cuáles son las características del contexto que recepciona a la gente que emigra. Los países de acogida ¿ofician de continente favoreciendo la inserción de los inmigrantes, o ponen trabas para el ingreso y la relocación?

Por otra parte es fundamental considerar si la migración (que incluye la elaboración de un duelo migratorio) lo realizará una persona con capacidad de elaboración o propensa a enfermedades psíquicas o físicas, pero igual de importante es conocer el contexto actual mundial, cuál es la percepción que se tiene de los inmigrantes en los países de acogida, y si las condiciones que ofrecen estos países favorecen o no la integración del inmigrante.

Joseba Achotegui, ha sistematizado las características de las migraciones en este siglo, conceptualizando aquellos estresores extremos que afectan a la salud mental del inmigrante. Achotegui, es un psiquiatra vasco que está trabajado con migrantes desde los 80 y reparó que en esta época histórica hay grandes diferencias respecto a la elaboración del duelo. Observó que los inmigrantes de principios del siglo XXI presentan una sintomatología particular que no veía en décadas pasadas. Asoció que estos cambios se daban simultáneamente al cambio en el contexto mundial.

Los estresores a los que se ven expuestos los migrantes en esta época son muy intensos y tienen repercusiones en la salud de las personas.

El autor conceptualizó el Síndrome de Ulises como la respuesta de sujetos sanos y sin predisposición a algún trastorno mental sometidos a situaciones de estrés extrema. Esta respuesta no es una enfermedad mental sino un cuadro reactivo al estrés dice Achotegui, quien conceptualizó algunos fenómenos que se dan en este siglo que ofician de estresores, que son los que definen el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple, llamado también “Síndrome de Ulises”. En este trabajo se enfatizará en aquellos estresores extremos que son los que constituyen un factor de riesgo para la salud mental.

Los estresores extremos que analiza Achotegui son:

 

La soledad. La separación forzada de la familia.

Muchas  personas emigran solas dejan familias enteras atrás y se ven imposibilitadas de traerlas ya sea por causas económicas o problemas administrativos que traban la reunificación familiar La soledad y la separación con la familia puede llevar un tiempo considerable. El autor afirma que, en los países donde sí existe la posibilidad de reunificación familiar (como en algunos países de la Unión Europea), se pide un “certificado de idoneidad” que consiste en tener cierto nivel económico y una vivienda adecuada; requisitos muy difíciles de conseguir si se trabaja en condiciones de clandestinidad o aun teniendo la residencia. Esto genera que las familias tarden años en reagruparse y una vez reagrupados por ley no se les permite trabajar, careciendo de perspectivas de futuro.

 

El fracaso del proyecto migratorio.

Este estresor remite al sentimiento de fracaso que sienten muchos migrantes que no acceden a las oportunidades para salir adelante en el país receptor. Al no poder acceso a “los papeles” se entra en un circuito donde se les dificultará el ingreso al mercado laborar y si lo hacen lo conseguirán por fuera del sistema, aceptando cualquier trabajo y condición que le proponga el empleador al punto de verse expuestos a condiciones de explotación. Hay migrantes regularizados que encuentran muchas trabas para encontrar empleos y se ven obligados a realizar trabajos en sectores totalmente ajenos a su profesión.

 

La lucha por la supervivencia

Al tema de la dificultad de ingreso al mercado laboral se suma la dificultad para acceder a una vivienda digna. Muchas personas refieren “me sintieron el acento y no me aceptan aunque tenga el dinero”. Se producen hacinamientos de familias enteras en viviendas precarias.

 

El miedo, la indefensión.

Refiere al miedo a la deportación o las amenazas por parte de las mafias que lucran monetariamente y extorsionan incluso a las familias que quedaron en el país de origen. El miedo muchas veces comienza en el propio viaje, hay personas cuyo viaje ha durado 4 años, recorriendo toda África hasta llegar a Ceuta para cruzar a España en patera, o los mexicanos al cruzar el muro que separa sus país de Estados Unidos, muriendo muchos de ellos en el intento.

 

Estos estresores se hallan incrementados por una serie de factores que los potencian como la multiplicidad (a más estresores mayor riesgo), la cronicidad ya que estos estresores límite pueden afectar al inmigrante durante meses o años. (Achotegui, 2015, pp.134).

Las reacciones a los estresores extremos dará lugar según Achotegui a una amplia sintomatología: en el área de la ansiedad (tensión, insomnio, pensamientos recurrentes e intrusivos, irritabilidad); en el área depresiva (tristeza y llanto); de la somatización, (fatiga, molestias osteoarticulares, cefalea, migraña) y síntomas del área confusional que pueden ser erróneamente diagnosticados como trastornos psicóticos. (Achotegui, 2015, pp.135). A través de esta sintomatología se expresaría la imposibilidad de elaboración psíquica al estar sometido a estrés por tiempo continuo.

Achotegui explica también que hay una tendencia a patologizar desde las Instituciones de Salud sin tener en cuenta que los síntomas que presentan algunos migrantes están ligados a las circunstancias que le afectan tras migrar.

El autor crea una escala para diferenciar en una primera evaluación la intensidad de los factores de riego del inmigrante desde la perspectiva de la salud mental, con la intención de estructurar mejor la intervención asistencial. (Achotegui, 2009, pp.12).

Insertos en la sociedad del rendimiento como refiere Bauman (2016); los hombres se ven condenados a buscar soluciones individuales a problemas generados por la sociedad, abandonados a su suerte, con sus propios recursos particulares que, como en estos casos, serán terriblemente insuficientes, desbordando los recursos internos de cualquier individuo.

 

5 - Vivir de forma ilegal

“Yo no existo…Somos sombras que nos mantenemos apartadas de la luz….Tal vez un día podamos salir a la luz y ya no tengamos que escondernos detrás del escenario”

(Mankell Henning, 2010, pp. 371)

 

El categorizar de “ilegal” al inmigrante actúa como potenciador de la vulnerabilidad porque no hay un contexto que lo sostenga y lo habilite, no hay ley que oficie de tercero.

El emigrante sin papeles tiene que afrontar la desorganización de su psiquis, la ausencia de un espacio para volverse a estructurar y la falta de un otro que lo legitime como sujeto.

A continuación extraigo un trozo del material de un caso clínico porque creo da cuenta del efecto que produce en la persona el estar "ilegal". Se trata de A, una mujer de 33 años, emigrante económica que hacía más de tres años vivía en un país de Europa y aún no había conseguido la residencia, podía salir del país pero se le impedía entrar. Extraigo esta viñeta de una sesión:

“No quepo en mí, no me da el cuerpo...tengo la espalda dura, tengo insomnio, me duele la cabeza…tengo muchas ganas de hacer cosas y no puedo, quiero empezar a estudiar, me inscribí en un gimnasio”.

Emocionalmente se siente

un cero a la izquierda, no sos persona, no sos nadie, sos de los sin papeles” “Esto me afecta hasta la alimentación...estoy apretando un montón los dientes al dormir, cuando me levanto me duele mucho la cabeza y el cuello, se ve que duermo con mucha tensión”

Su auto percepción ha cambiado: “me siento un cero a la izquierda, soy una sin papeles, soy nadie”. A tiene una buena capacidad de elaboración y se ven claramente los efectos que tienen en ella un entorno no estructurante. Es en esta categoría de migración que aparece el mayor ataque a la identidad, sugerido por el ser y sentirse "nadie" que manifiesta A.

“Algo que cambió para mi desde que vine es el estado de alerta con los policías pero más con los hombres de traje que entran rápido al metro, como los inspectores del bus, una vez dejé de subirme porque no sabía que solo pedían el ticket, pensé que eran de inmigración, luego estuve casi 3 meses sólo yendo a los sitios caminando o en bicicleta. Me cambio muchísimo la concepción del tiempo. No tomo mate fuera de casa para que no me identifiquen con XXX (país de origen). La caída del pelo fue terrible, pensé que me quedaría calva y eso me daba pánico, se me manchó un montón la piel desde que estoy aquí”

Al no acceder a la residencia se entra en círculos de clandestinidad, ya que el trabajo que se conseguirá –si se consigue-, será en condiciones por fuera de lo legal, sin derechos, que colocará a la persona en una situación de extrema vulnerabilidad.

En mi país trabajaba en una universidad, yo tomaba decisiones, ahora cuido a un señor mayor con problemas de alcoholismo, tiene mal carácter y te insulta por todo” “si pudiera elegir trabajaría en otra cosa, en la parte social. Tengo muchas ganas de hacer cosas y no puedo: estudiar, aprender un idioma, hago gimnasia, el club es un soporte es un sitio donde te sentís igual”

“extraño mucho...tenés fases, hay momentos claves: el domingo y por la noche, dar abrazos. Esos días es más fuerte lo que sentís. No te caben las emociones en el cuerpo, se te desborda. Hablo con todos los de la familia una vez por semana” “mi madre es mayor y no puedo verla, no tengo recursos para traerla. He ayudado con dinero a toda mi familia”… “no tengo papeles, estoy ansiosa, me paso persiguiendo con que me llegue la carta de expulsión, lo vivo con muchos nervios, hasta hoy, quiero pedir arraigo porque ya hace 3 años que estoy. No me hacen contrato para tener el permiso de residencia, si no cambia la ley no sé qué va a pasar, es agotador

Pensemos por un momento en tres años de nuestra vida sin documentación en un país extranjero que te obliga a trabajar en condiciones precarias, al margen de la ley y donde los derechos laborales o sociales son inexistentes, sabiendo que existe la posibilidad de ser deportado o encerrado en un CIE (Centro de Internamiento para Extranjeros). Viviendo de ésta forma se reducirán las posibilidades de contacto con los nativos del país de acogida, por lo tanto las posibilidades de aprender el idioma y la de crear redes de contención.

El riesgo de ser deportado predispone a vivir con miedo como muestra la paciente A. Las funciones yoicas se van debilitando, y la situación de alerta continua lo predispone a patologías. A presenta una sintomatología que se mantiene en el tiempo (caída del pelo, contracturas, cefaleas, tensión, agotamiento, etc.).

La paciente manifiesta su deseo de estudiar, de hacer cosas y cuenta las condiciones de precariedad en las que trabaja. La referencia a la necesidad de sostén se trasmite en ésta viñeta al hacer referencia a su madre y la imposibilidad de verla y al referirse al club como soporte donde puede sentirse igual a los otros.

Hay una mirada hacia el inmigrante ilegal que lo criminaliza, siendo el perfecto chivo expiatorio de una sociedad que se ve interpelada en su falta de estabilidad por la sola presencia de la vulnerabilidad que encierra la situación del inmigrante ilegal.

El extranjero causa inquietud, por ser justamente eso: extranjero dice Bauman (2016), a diferencia de las personas con las que se interactúa a diario y de quienes creemos saber que esperar, son estos recién llegados quienes tienen la intención de erradicar un estilo de vida que nos resulta tan consoladoramente familiar. (Bauman, 2016, pp. 15)

La figura del migrante y sobre todo el inmigrante ilegal denuncian e interpelan la ilusión de seguridad de quienes viven en un sistema aparentemente seguro, pero donde existe la real posibilidad de perderlo todo en cualquier momento (trabajo, casa, etc.).

“Los migrantes son los mensajeros que transportan las malas nuevas desde otro lado del mundo hasta nuestra puerta” (Bauman, 2016 pp. 21).

El autor expresa “estos nómadas, que no lo son por elección propia….nos recuerdan de manera irritante, exasperante y hasta horripilante la incurable vulnerabilidad de nuestra propia posición y la fragilidad endémica de ese bienestar que tanto nos costó alcanzar”. (Bauman, 2016 pp. 21).

Es posible que los migrantes sean los receptores de proyecciones de distintas clases de fantasías: son los que quita el trabajo a los nativos, usurpan los lugares en los servicios de salud, sus hijos ocupan el lugar en la escuela a los autóctonos, etc. Posiblemente sean depositarios de aquellas partes rechazadas de los autóctonos, que desplazan sus partes más odiadas hacia el más vulnerable.

Castoriadis (1990) reflexiona que el odio del otro sería la otra cara de un odio inconsciente de sí mismo a través de desplazamientos psíquicos mediante los cuales el “sujeto puede guardar el afecto cambiando de objeto”. (Castoriadis, 1990, pp.32)

 

6 - Reflexiones sobre el retorno

“Hay, para justificar la vuelta, un discurso lúcido y razonable; hay también, en la intimidad, la escansión de lo indecible: vuelvo porque volviendo creo volver a ser quien era, aun si ese que yo era me es extranjero, perdido para siempre”

Viñar, Marcelo

 

Retornar: Devolver, Volver a torcer algo, Hacer que algo retroceda o vuelva atrás, Volver al lugar o a la situación en que se estuvo. (2014).

La migración según Chambers (1994) supone una "forma de ser discontinuo", aunque muchas veces esa ruptura no sea voluntaria.El migrante rompe con su lugar de origen.

Sayad (1998) explica que la idea del retorno está implícita en la denominación y en la idea misma de la emigración y la inmigración. El inmigrante deja de serlo cuando ya no lo denominan así, cuando él mismo ya no se denomina así.

Y la misma denominación hace desaparecer la cuestión del retorno inscripto en la condición del inmigrante.

El autor coloca al retorno en el terreno de las fantasías que cautivan la mente, ya que implica una imposibilidad. El migrante lo asume en su imaginación como una vuelta al tiempo anterior a la inmigración, como una forma de poner fin a la nostalgia. Una nostalgia cuyo remedio no es el retorno, pues una vez conseguido el migrante se da cuenta que no se puede volver al  tiempo de partida, volver a ser tal como era en el momento de la partida. En el tiempo que se ha vivido fuera del país de origen se ha producido tantos cambios en el migrante como en el país del que un día partió.

La persona que vuelve ya no será la misma y es posible que cristalice una visión de país del momento en que se produjo la partida y espere reencontrar el paisaje estático que un día dejó. Por esto es habitual que al retornar se produzcan choques entre el país imaginado y el que realmente es.

Al retornar algunos migrantes tienen la ilusión de recuperar todo lo perdido, aun sabiendo que esto no es posible. Se espera encontrar personas, paisajes, objetos, en el mismo estado que cuando se partió. Poco a poco el migrante comprueba que “el país imaginado” y él han cambiado. Puede llegar a sentirse un extraño en su país natal.

J, recién retornado a Uruguay después de vivir más de 25 años en otro país cuenta en su primera sesión:

Esto es un basural, maltratan a los animales, no sé porque la gente tiene que ser cruel. El país cambió. Yo soñaba con una cosa que vi en la televisión…el futbol”… “Me siento como un agujero negro”

J se había encariñado con su país de acogida.

El choque cultural inverso se manifiesta en su primera sesión, le asombran situaciones, hechos que no formaban parte de la vida cotidiana en su país receptor y confronta al Uruguay que imaginó a través de los medios de comunicación -que quizá el percibía como un país glorioso asociado al fútbol-, con lo que ve al retornar. Uruguay se le presenta como un nuevo país para él.

J está angustiado. Es posible que proyecte sus aspectos más vulnerables y primarios en “el maltrato que se les da a los animales”. Aparecen ansiedades depresivas al expresar que se siente como un agujero negro. Un "agujero negro" es una región del espacio–tiempo de la cual ni siquiera la luz puede escapar debido a la enorme intensidad de su gravedad. Es posible que su impacto a nivel afectivo fuera de tal fuerza e intensidad que consumiera toda su energía en estos primeros tiempos. Dentro de un agujero negro la percepción del espacio y del tiempo son diferentes.

J, en otra sesión:

“Choqué en el auto, no vi a la persona, me vino una laguna mental…tengo estrés, me olvido de las cosas, voy a hacer algo y digo ¿a qué vine? Soy muy ordenado, siempre me hago un plan, pero me distraigo. Pierdo objetos personales constantemente, se me pierden los lentes. Acá tengo la mente en tantas cosas!”

En esta sesión aparece el sentimiento de pérdida de control de sí mismo (pierde el control de su auto), sentimientos de vulnerabilidad, así como la emergencia de ansiedades confusionales y depresivas que se manifiestan a través de sus lagunas mentales y de la pérdida de objetos, de partes de su self. También revela el esfuerzo psíquico que le implica la reinserción. Su pregunta ¿a qué vine? puede referir a un replanteamiento de su decisión de retornar.

En el tiempo que el migrante vivió en otro país todos han cambiado y sufrido los impactos de la separación y se producen de ambas partes sentimientos ambivalentes; reproches por el abandono y sentimientos de alegría por el re encuentro.

Surgen nuevos conflictos emocionales entre los que retornan y los que permanecieron en el país de origen.

En la novela “La Ignorancia” Milan Kundera (2000) relata la impresión de Josef, que estuvo 20 años en el exilio. Al volver encuentra su reloj de en la muñeca de su hermano que se lo había apropiado, lo que le produjo malestar.

“Tuvo la impresión de reencontrar el mundo como podía hacerlo un muerto, que al cabo de 20 años saliera de su tumba: toca tierra con el tímido paso de quien ha perdido la costumbre de caminar; apenas reconoce el mundo donde vivió, pero se topa constantemente con los restos de su vida: ve su pantalón, su corbata en los cuerpos de los supervivientes, quienes, con toda naturalidad se lo han repartido, lo ve todo y no reivindica nada: los muertos suelen ser tímidos” (Kundera, 2000, pp.73)

El retorno le significa un duelo en el que siente perder todas sus pertenencias, aspectos valorados de su self. Trasmite el sentimiento de haber muerto para los otros. Restos de su identidad se encuentra en objetos cargados de significado que pertenecían al Josef de hace 20 años y están repartidos entre “los supervivientes”, hecho que lo carga de impotencia, rabia y angustia. Hay una vivencia de estar muerto para los demás y de no tener derecho a reclamar nada. Su reloj, ahora en la muñeca de su hermano quizá lo remita a aquel otro Josef de hace 20 años y lo confronte con el paso de los años, con la imposibilidad del retorno en el tiempo, con la ausencia.

El retornado se enfrenta a que las redes sociales que una vez lo sostuvieron se han modificado o perdido, y hay que reactivar vínculos y crear otros para reinsertarse en el país. Hay temas a resolver que tienen cierta urgencia: conseguir empleo, vivienda, etc. El rearmado de nuevos vínculos se dificulta por una distancia temporal y vivencial.

La exposición a otras culturas distancian al que se quedó del que se fue, distancia que puede oficiar de obstáculo para que se realice un reconocimiento, un reencuentro por ambas partes. Este desencuentro mutuo afectará a nivel afectivo y también en el momento de resolver cuestiones prácticas como conseguir un empleo, vivienda, etc.

M, mujer de 49 años, desempleada cuenta:

“En el año 2001 luego de terminar mi carrera decidí cumplir mi sueño de conocer el mundo y emigré a Europa. En mi caso tuve la oportunidad de cursar una Maestría y trabajar en distintas empresas, lo cual implicó residir más de 10 años en el viejo continente. Al principio la experiencia fue muy positiva, vivir de cerca la diversidad cultural, la multirracialidad, el desafío de “encajar” en un mundo tan parecido y a la vez tan distinto, tener a mano la oportunidad de viajar y “conocer mundo” se constituyó en una increíble fuente de vivencias.

Sin embargo, como diría una amiga, llega un momento donde las fronteras se vuelven difusas y nos convertimos en “trasplantados”, y surge lo de pensar que ya no somos ni de acá ni de allá.

Rescato lo enorme que es conocer gente en otros sitios que nos acoge, nos guía y nos da una mano, en esas ocasiones pueden surgir los amigos más leales, fieles y compañeros, mucho más que en casa…

También descubrir las fortalezas y debilidades, el espíritu de lucha, el buscar vías para concretar los sueños y en ese camino se construye una identidad paralela, la M de Europa y la M de Montevideo…

Y en ese transitar de trabajo, estudio, viajes y vivencias, las crisis-cambios aparecen y los mecanismos psíquicos y sociales desencadenan la idea del retorno…”

“En el año 2013 luego de perder el trabajo, decidí volver a Uruguay, relatar lo que se siente es difícil pero primó lo de “en casa siempre vamos a estar bien”; Error! No es exactamente así, otra vez adaptación al medio, reconocer y hacer propios los olores, los sabores, otra vez armar el puzle de afectos, lugares, trabajo, etc. Me viene a la mente la anécdota más triste de todas, cuando me presento para un cargo y me dicen “ustedes los extranjeros”, muy fuerte!”

“Entonces un día compro el pasaje de regreso, nuevamente Europa! Aunque el llanto estuvo presente en el aeropuerto del país que me ha acogido por más de 10 años fue un alivio, el esfuerzo vale la pena! Y valió la pena, trabajo inmediato, las calles conocidas, la sensación de seguridad al caminar…los amigos queridos, los códigos son conocidos…”

“La crisis golpea y en el 2016 por motivos familiares cruzo por enésima vez el Atlántico, en este momento luchando a brazo partido por encontrar y sentir por fin que este es mi lugar en el mundo, qué difícil!

Los amigos te preguntan cuándo te vas, te preguntan si tu madre se muere ¿te vas? En las entrevistas de trabajo ¿por qué volviste, qué haces acá? Hace 5 meses que busco trabajo!

Vos la europea, este cargo no es para vos, estás sobre calificada….esa ropa ¿es de otro país?”

M cuenta sus idas y vueltas, como se ha enriquecido viviendo en otro país. También habla de dos retornos que se desencadenaron por la crisis Europea y por motivos familiares. Sus retornos se apuntalaron en la fantasía de vuelta a casa como lugar de pertenencia por excelencia. Expresa sentimientos de frustración y desconcierto frente al choque cultural inverso. Las reacciones de sus coterráneos las describe como de rechazo frente a la alteridad a la que M los confronta reaccionando con distancia. Siente falta de reconocimiento y desconfianza cuando busca un trabajo.

Sayad analiza: “No es el emigrante quien ha pasado del otro lado de la barrera? ¿No es el que se pasó al campo contrario de los ricos, los pudientes?” (Sayad, 1998, pp.26).

Estigmatización que Kundera denomina como “el gran traidor”, el que se pervirtió en contacto con el extranjero. M expresa que se “construye una identidad paralela, la M de Europa y la M de Montevideo”. Los retornados son los hombres del entredós, entre dos lugares, entre dos tiempos, entre dos sociedades, entre dos modos de pensar, entre dos culturas explica Sayad (1998).

La migración de retorno resulta tan difícilmente elaborable como la emigración primitiva, con alta vulnerabilidad personal y familiar.

Analizando la definición de retorno puesta al principio “volver a la situación en que se estuvo” nos encontramos con una gran incongruencia, jamás se puede volver a la situación a la que se estuvo; ni ser el que se era, aunque esta sea la fantasía inconsciente de muchos migrantes.

 

Liliana Gómez Téliz
Psicóloga, Psicoanalista
Licenciada en Psicología UDELAR (Uruguay) Título homologado en Valencia, España
Especialización en Psicoterapia Focal Psicodinámica (Uruguay)
Posgrado en Salud Mental con inmigrantes, refugiados y minorías (Barcelona, España).

Fotografía: Jesus Ruiz Nestosa (asociada al exilio de Roa Bastos)
 
 

Bibliografía:

Achotegui, Joseba (2009) "Emigrar en el siglo XXI: estrés y duelo migratorio en el mundo de hoy", Ediciones El mundo de la mente.

Achotegui, Joseba (2009), “Como evaluar el estrés y el duelo migratorio”, Ediciones El mundo de la mente.

Achotegui, Joseba (2015), “Intervención psicológica y psicosocial con inmigrantes, minorías y excluidos sociales”, Ediciones El mundo de la mente

Bauman, Zygmunt (2016) “Extraños llamando a la puerta”, Editorial PAIDOS Estado y Sociedad. Bleichmar, Hugo (2017), “Jornadas de Psicoterapia Contemporánea”, Uruguay, 2017.

Carrasco, Juan Carlos, (2010) Psicología, “Conocimiento y Sociedad 1, 113 – 144” Trabajos originales ISSN: 1688-7026 (Material escrito en Roterdam en 1981).

Castoriadis, Cornelius (1990) "El Mundo fragmentado", Editorial Nordan Comunidad

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Género, Salud Mental y Derechos Humanos

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Existen coincidencias en términos temporales, entre el enfoque de Derechos Humanos y el de Género en relación a la Salud Mental en Argentina. Ambos ubican su desarrollo con la vuelta de la democracia en nuestro país. El primero, a partir del trabajo de los equipos de Salud Mental de los organismos de Derechos Humanos con víctimas de la dictadura y sus familias. El segundo, por un lado llegó con el regreso de muchas exiliadas que se habían formado en los Estudios de la Mujer o se habían incorporado a las luchas feministas en otros países y se juntó con una corriente de “insiliadas” que en grupos privados, pequeños y muchas veces clandestinos estudiaban y traducían escritos feministas, entre los cual cabe destacar el CEM (Centro de Estudios de la Mujer). Mujeres que en conjunto realizaron sus aportes para el crecimiento de este campo de estudios. Algunas de las cuales conformaron ONGs que comenzaron con la atención de mujeres víctimas de lo que hoy denominamos como violencia de género entre las cual es importante destacar a: Lugar de Mujer y a la Fundación Alicia Moreau de Justo.

El sujeto subyacente del marco de los Derechos Humanos es el sujeto universal, que desde los estudios de género se lo identifica como un particular que ha logrado construir hegemonía: varón, adulto, blanco, propietario y heterosexual. Para un posible encuentro, es necesario tensar la relación en la universalidad de un derecho y el derecho simultaneo a ser diferente...Que en este caso sería el derecho universal a ser diferente.

Estas dos experiencias a lo largo de estos más de 30 años han ido mayoritariamente por caminos paralelos. Por un lado se pueden ubicar los organismos de Derechos Humanos y las áreas de Salud Mental y también las cátedras de Derechos Humanos y Salud Mental en diversas Facultades de Psicología y por otro, quienes ya empezaban a trabajar en Argentina Salud Mental y género. Éste último campo en nuestro país, a diferencia de lo que acontece en otros países de la región, tiene una larga historia ya que muchas psicólogas venían trabajando en los Estudios de la Mujer desde la dictadura y, luego, con la vuelta a la democracia lo continuaron haciendo en lo público. Un espacio fundamental fue el CEM, tal como se refirió, en el cual estuvieron muchas de las pioneras en el campo: Gloria Bonder, Mabel Burin, Eva Giberti, Irene Meler, Ana Fernández, Clara Coria, entre otras destacadas colegas. En la Universidad de Buenos Aires se dictó un primer seminario en el año 1985 en la Facultad de Psicología que se consolidó como cátedra de Estudios de la Mujer en el año 1987 a cargo de Ana María Fernández. Luego cambió su nombre a Introducción a los Estudios de Género en el año 2000. En el año 2014 me hice cargo de la misma y en la actualidad ya con 30 años de trayectoria tiene 210 estudiantes por cuatrimestre y se dicta dos veces al año.

Probablemente, parte de la trayectoria de “vidas paralelas” entre ambas corrientes y enfoques en el país estén dadas porque el sujeto subyacente del marco de los Derechos Humanos es el sujeto universal, que desde los estudios de género se lo identifica como un particular que ha logrado construir hegemonía: varón, adulto, blanco, propietario y heterosexual. Para un posible encuentro, es necesario tensar la relación en la universalidad de un derecho y el derecho simultaneo a ser diferente.[1] Tenemos que poder tensar este aspecto de los derechos universales para poder pensar la temática que nos proponen los estudios de género, en relación a la diferencia y a la diversidad. Si desde el paradigma aún vigente en el campo de los Derechos Humanos se postula que “las personas, tienen una serie de derechos, independientemente de cualquier condición, género, clase, raza, diagnóstico.[2] Para que entre a este paradigma el enfoque de Género hay que establecer algunos puentes que permitan incluir a las diferencias desigualadas no de modo independiente de su condición, sino a partir de su condición. Que en este caso sería el derecho universal a ser diferente. Reconocimiento que es punto de partida para instaurar un necesario dialogo.

Un segundo desencuentro que ha abonado a las “vidas paralelas”, que recientemente se está comenzando a saldar, es que llevó muchos años “decir lo indecible” respecto de los abusos sexuales que fueron parte sistemática del plan de tortura de la última dictadura militar en nuestro país. Recién ahora se puede empezar a decir en voz alta porque recién ahora se puede alojar, escuchar y pensar. Esto también está sucediendo a nivel internacional, se están comenzando a visibilizar las violaciones y ataques sexuales como crímenes de guerra. En este sentido, se sabe que sucedió lo mismo en la guerra de los Balcanes, en Guatemala, en el conflicto entre las FARC, los paramilitares y el gobierno colombiano así como con las esclavas sexuales que los japoneses tomaban en los países conquistados durante la segunda guerra mundial. En todas estas situaciones de conflictos armados y de violación a los derechos humanos, el cuerpo de las mujeres es utilizado como motín de guerra, como territorio de lucha entre “bandos” y como modo de humillación a los varones que han sido derrotados. Y esto se está comenzando a decir con todas las letras luego de muchos años. Por lo cual se ve la importancia de que los dos corpus, las dos tradiciones con larga data en nuestro contexto, trabajen en conjunto y articuladas.

Un tercer desencuentro, en la línea de lo “indecible”, fue no haber podido pensar desde el principio la politicidad y la producción de subjetividad de la madritud de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. En tanto, hay una especificidad de género en el rol que cumplieron estas mujeres durante y luego de la dictadura militar, en el sentido de producción de subjetividades políticas generizadas.

Los caminos paralelos recorridos por el enfoque de Derechos Humanos y el de Género, pueden encontrarse en una agenda común compartida a partir de tres ejes: a) la ampliación de derechos, b) el monitoreo, accesibilidad o vulneración de los mismos y, por último, c) su exigibilidad.

Señalados los puntos de desencuentro, señalo que los caminos paralelos recorridos por el enfoque de Derechos Humanos y el de Género, pueden encontrarse en una agenda común compartida a partir de tres ejes: a) la ampliación de derechos, b) el monitoreo, accesibilidad o vulneración de los mismos y, por último, c) su exigibilidad. Con la ayuda del marco de la nueva generación de derechos.

En este sentido, resulta interesante recordar cómo en los 90 el feminismo comenzó fuertemente a traducir en términos de Derechos Humanos las exigencias de las mujeres. Para dar un ejemplo, en el año 2007 en la provincia de Santa Fe, una mujer llamada María Acevedo que tenía cáncer en la mandíbula, pidió acceder a un aborto enmarcado en una de las tres causales de aborto legal en el país[3] para hacer quimioterapia y se lo negaron, como consecuencia murieron ella y el bebé poco tiempo después del parto, dejando a 2 hijos pequeños nacidos con anterioridad, huérfanos de madre. Ese caso lo tomó la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el reclamo del movimiento de mujeres frente a la vulneración de derechos. Actualmente, uno de los médicos y el director del hospital están siendo procesados. Ejemplo que muestra cómo la inclusión de los derechos de género en el marco del derecho internacional de los tratados de derechos humanos ha sido de una maravillosa estrategia. Permitiendo que lo que no se pueda garantizar a nivel nacional, se pueda apelar en las cortes internacionales.

Avanzando en estos encuentros, veremos cuáles son los puntos en común en el campo de la Salud Mental. En este terreno, tanto quienes vienen del campo de los estudios de género como del de los Derechos Humanos, hay algunas herramientas que nos unen, centralmente la credibilidad y alojamiento hospitalario a quienes nos comparten sus experiencias ligadas al horror. Quienes trabajamos en el campo de la salud mental con perspectiva de género, escuchamos el horror de las víctimas de violencia de género, tanto en términos físicos como en términos psicológicos. Y las herramientas que han acuñado colegas en el campo de los Derechos Humanos y la salud mental, nos sirven todo el tiempo al actuar como testigos del sufrimiento validando y cobijando ese trabajo necesario de hacer con víctimas de violencia.

Herramientas que permiten no confundir que es el del orden de la psicopatología, tanto de quien padece el horror, como de quien lo ejerce, con lo que es del orden del impacto psíquico y traumático de la vulneración de derechos que genera sufrimiento psíquico y eventual psicopatología. Y, desde esta distinción, debe ser trabajado en el campo clínico en salud mental desde esa perspectiva y con todas las herramientas que ya están probadas en el trabajo clínico con víctimas en el campo de los Derechos Humanos.

Desde esta propuesta, teniendo como marco común la salud mental, tanto el paradigma de los Derechos Humanos como el de los estudios de Género, pueden compartir las herramientas conceptuales y prácticas que le den credibilidad a los relatos del horror, al respeto por los valores y para acompañar en tanto testigos de quienes testimonian en la clínica su sufrimiento, validando y cobijando. Ubicando en este terreno a las víctimas de violencia de género desde una concepción de la misma como vulneración de derechos de las mujeres y de la población LGTBI.

Volviendo a la agenda común y en concordancia con lo dicho anteriormente, en relación a la exigibilidad, es necesario una convocatoria para visibilizar los derechos logrados y valorar las experiencias que cuestionan el patriarcado como único horizonte posible.

Si hacemos un análisis de coyuntura de la agenda de género en el campo de la gestión de políticas públicas en la última década se evidencia cuanto se ha avanzado al incluirse en el marco de los Derechos Humanos. Pero si se hace un análisis de los últimos dos años se observa un retroceso dado por el vaciamiento y desfondamiento de programas que aunque continúan están desvitalizados como los relativos a la salud sexual y reproductiva, la violencia de género y la Educación Sexual Integral.

Es en las coyunturas regresivas, donde resulta más evidente que la consagración de derechos depende siempre de la correlación de fuerzas que la hace posible, por lo tanto se puede ir para atrás si esa correlación de fuerzas cambia, aun cuando dichos derechos en términos legales, sean progresivos.

Un paso adelante muy significativo con respecto al derecho al aborto se produjo a partir del “Fallo FAL” de la Corte Suprema en 2010 y la implementación de la guía de abortos no punibles. Concomitantemente, se pudo observar en estos años una progresiva legitimación de las prácticas de lo que hoy se conoce como ILE (Interrupción legal del embarazo) que es el aborto legal actual por tres causales: Riesgo de vida de la gestante, riesgo de la salud de la gestante y embarazo producto de una violación. Pero fruto de la tensión con los sectores que no reconocen este derecho, hubo un episodio muy controversial que fue el procesamiento en 2017 de una médica generalista con condena en suspenso en la provincia de Chubut. El fallo le suspendió la matrícula por un año por haber garantizado el derecho a interrumpir un embarazo a una joven de 17 años, que luego murió, pero no por esa causa. Se evidencia que este fallo tiene un efecto de intimidación y disciplinamiento a esta médica y a todos/as los/as médicos/as. Para que aquellos/as que estén dispuestos/as a garantizar las ILE teman y sepan que los sectores conservadores están dispuestos a judicializarlos/as.

Siguiendo el debate de médicas generalistas formadas para garantizar derechos se reiteraba la dificultad para entender cómo se podía sancionar a “alguien que estaba haciendo las cosas bien”. Si alguien se plantea esto es porque es una persona que ha sido subjetivada con perspectiva materia de derechos y no entiende cómo se sanciona a alguien que otorgue derechos. Y esas subjetividades son efecto de este largo período de ampliación progresiva de derechos en la agenda de género. Quienes tenemos más historia, sabemos que nuevamente dejamos de estar en un ciclo de ampliación de derechos y de nuevo estamos teniendo que defenderlos, otra vez comienza un período de resistencia para no perder lo logrado, en vez de aspirar a lograr más de manera progresiva tal como lo plantea la plataforma de derechos humanos.

Es en las coyunturas regresivas, donde resulta más evidente que la consagración de derechos depende siempre de la correlación de fuerzas que la hace posible, por lo tanto se puede ir para atrás si esa correlación de fuerzas cambia, aun cuando dichos derechos en términos legales, sean progresivos. Desde esta constatación se entiende mejor la perplejidad y la dificultad de comprensión de la punición de una acción correcta en términos de derechos, como el caso de la médica que anteriormente relatamos.

En las intervenciones desde salud mental en los casos de violencia de género cuando la entendemos como vulneración de derechos y el impacto psíquico que genera esa vulneración, resulta clave incorporar lo aprendido acerca de lo padecido en términos de efecto en la salud mental del terrorismo de estado y del sometimiento a situaciones de tortura. Son diferentes los contextos y los actores, dado que la violencia de género sucede fundamentalmente en el marco de relaciones afectivas y familiares y su vulnerabilidad está ligada a las asimetrías de género que ingresan al psiquismo en el proceso de subjetivación que comienza en la temprana infancia al ser socializadas como “sujetas en menos” por ser mujeres. Mientras que el terrorismo de estado se da en el marco de la suspensión de los derechos ciudadanos que permite un estado de excepción hacia aquellos a quienes se ha definido como “peligrosos” para ese orden.

En el trabajo con mujeres víctimas de violencia de género. No podemos convocarlas a responsabilizarse de “su síntoma”, sin pensar que no gozan en los hechos de libertad y ciudadanía, aún cuando sí lo estén desde el punto de vista legal.

En ambos casos, la víctima recibe un alto impacto subjetivo (y también físico) por la vulneración, el victimario obra como disciplinador de un orden social que golpea, mata y/o violenta simbólicamente. No es un acto que suceda por la “psicopatología previa” de uno/a u otro/a, como se anticipó líneas arriba. Y las víctimas de ambos terrores presentan problemas psicológicos o tienen sufrimiento psíquico por un padecimiento ligado a la vulneración de derechos como efecto traumático. Para el caso de la violencia de género, los victimarios, no deben ser pensados en el campo de lo psicopatológico a priori, sino como bien nos enseñó Eva Giberti, son hijos sanos del patriarcado. Y como también nos explica Rita Segato, son seres altamente morales ¿De qué moralidad? De la moralidad del patriarcado, y vienen a sancionar los tipos de femineidades que se salen del orden establecido.

Me ha sido de gran utilidad teórica y práctica un artículo del Centro Ulloa publicado en Página 12 acerca de la situación de tortura y la “responsabilidad” de las víctimas frente a hechos que los/as avergüenzan. En tanto el torturado/a está obligado a presenciar o a realizar hechos aberrantes reñidos con su ética, en este sentido, no se puede hablar de responsabilidad subjetiva sin gozar de libertad y ciudadanía. Estos aprendizajes sirven para el trabajo con mujeres víctimas de violencia de género. No podemos convocarlas a responsabilizarse de “su síntoma”, sin pensar que no gozan en los hechos de libertad y ciudadanía, aún cuando sí lo estén desde el punto de vista legal. Esto último difiere con las víctimas del terrorismo de estado dado que su situación legal era de estado de excepción.

En esta línea, hay que tener cuidado con el enfoque en salud mental en violencia de género cuando se trabaja desde una línea de responsabilización de las mujeres. La pregunta sobre la responsabilidad subjetiva en la situación de víctima (“¿Y vos qué tenés que ver con lo que te ha pasado?” ), lleva como supuesto una “ilusión de paridad” que no es tal. Presupone una idea de que las mujeres gozan en la sociedad actual de ciudadanía plena, lo cual es cierto en el orden jurídico, pero no en las prácticas sociales. Si tomamos esa posición terapéutica con una víctima de violencia de género, no estamos entiendo nada de lo que pasa ahí. Es importante evidenciar que las víctimas de violencia de género son privadas de libertad, reducidas a servidumbre, les han cortado los lazos sociales y laborales, pero no “a punta de pistola” sino mediante la subordinación cotidiana y la pérdida de la libertad vía la violencia simbólica, que las considera “ciudadanas de segunda categoría”. En ese sentido, para trabajar en el campo de la salud mental con las víctimas de violencia de género, primero hay que restituir ciudadanía, dignidad y autonomía para luego ver qué se puede hacer desde ese lugar, entendiendo que, en esos contratos, no hay libertad para pensar la responsabilidad. La responsabilidad subjetiva será un estatus a adquirir como logro de la intervención terapéutica interdisciplinaria.

Por otra parte, dado que estamos hablando de impacto de la violencia en la subjetividad en “tiempos de paz”, es importante que nos preguntemos como contribuir a la construcción colectiva de un mundo simbólico que valore las experiencias que cuestionan el orden patriarcal como única forma de vida válida y deseable.

En ese sentido, es de suma importancia preguntarse qué tipo de varones estamos produciendo y subjetivando. Pareciera que más allá de una ilusión de igualdad, producimos varones con más prerrogativas privilegios e “impunidades de género”. Autoras como Rita Segato ubican aquí el concepto de “deshumanización” y “desamorosidad”, Judith Butler el de “vidas precarias”, Silvia Bleichmar el de “semejante de baja intensidad” todo lo cual tiene una línea de continuidad que en su vértice más atroz están los femicidios, que son asesinatos de mujeres por razones de desigualación entre los géneros.

Se plantea la pregunta de si los varones también son “víctimas” del patriarcado. Desde mi visión, no son víctimas, sino que sufren los costos por la hegemonía, los costos del poder y de no poder hacer todo lo que quieren, esto genera costos en su vida, concretamente tienen siete años menos de expectativa de vida[4], con peores perfiles de salud. En los varones se juega la valoración, tanto la propia como la social en acciones que se les juega en contra en términos de autocuidado, vida y salud. Lo mismo que los mata, los hace matar a mujeres, niñas y otros varones es por lo que son socialmente valorados. Lo cual les produce una encerrona trágica que se llama masculinidad hegemónica, que les da muchos privilegios, pero también les hace daño. Pero la paradoja es que para estar mejor, deben soltar privilegios. Lo cual como se sabe, es una tarea difícil y que exige un compromiso personal y colectivo con esta acción.

Hay otro tema que se articula de manera muy especial con el campo de los derechos humanos, los estudios de género y el campo de la salud mental en nuestro país. El mismo tiene que ver con la Ley de Identidad de Género[5] que tenemos. La misma es de avanzada, mucho más que las que existen en otros países, ya que es una ley que permite dar una nueva identidad de acuerdo a la identidad de género autopercibida. En otros países, esto se da vía el diagnóstico psiquiátrico o psicológico de “disforia de género”, hay un tribunal médico/psicológico que decide, que hace un diagnóstico. Luego, hay que someterse a una operación de reasignación de sexo para finalmente hacer un cambio de identidad. Nuestra ley reconoce que alguien que no se percibe de igual manera a la que se la llama, pueda cambiar su identidad. Una lectura posible del hecho de que Argentina tenga una ley como esa, es que está ligada al derecho a la identidad y no a un problema de salud mental, está ligada a la trayectoria en derechos humanos de nuestro país, fundamentalmente en lo que respecta a derecho a la identidad mediante la restitución de los/as nietos/as. Mi valoración es que esta experiencia histórica ha dejado huellas en nuestro imaginario social que van más allá de la experiencia concreta.

La Ley de Identidad de Género es importante que se visibilice como uno de los capitales simbólicos que tenemos como sociedad. Este tema lo he cotejado y discutido con profesionales de otros países. Por ejemplo, una colega brasilera que trabaja atendiendo población trans en Brasil[6], nos contaba en una conferencia que dio en la Facultad de Psicología que atiende personas que la vienen a convencer a los/as profesionales de salud mental de que son “suficientemente trans” como para que se les haga un diagnóstico para que las puedan operar y tener su identidad. En Argentina, las personas que nos vienen a ver a quienes trabajamos en Salud Mental es para que las acompañemos, no para convencernos y simular lo que tienen que aprender para ser lo “suficientemente trans” como para que las diagnostiquemos. Eso es una divisoria de aguas absoluta, muy clara, que muestra que la relación entre psicoanálisis y transexualidad esta en relación con el marco de derechos vigente en cada sociedad lo cual incluye tanto las prácticas como el marco legal, no es la transexualidad como entidad en sí y como portada por “espiritualismo deseante” ahistórico sino que el marco de derechos y la historia está corporalizada[7], esta aferrada en el cuerpo y en la legalidad y tiene que ver con los procesos históricos y políticos de cada país.[8]

Compartiré un ejemplo maravilloso del valor de alivio del malestar psíquico sobrante por medio de la nominación. Como el encuentro con una nueva palabra acercada a alguien que no la conocía, en este caso “mujer trans”, puede aparecer como una manera para nominar un existenciario que era inenteligible hasta el momento, incluso para lx sujetx en cuestión. Un colega me contó una anécdota interesante en relación a las nuevas formas de nominar. Se presentó a su consulta, en la provincia de Tucumán, una adolescente con rasgos varoniles, en el despliegue de la charla, él le preguntó:“¿Vos qué sos lesbiana o varón trans?”, a lo que la/el adolescente respondió con alivio “Eso último”, pudiendo ponerle un significante que no sabía previamente que existía a su vivencia.

Es interesante también identificar al movimiento Ni Una Menos en su dimensión de política de la subjetividad y de los cuerpos. El mismo surgió de un grupo de periodistas desde una “conciencia de género”[9] desde un feminismo “espontáneo”[10] y “plebeyo”[11] frente al horror y la indignación por los femicidios. Y ha despertado y asombrado a muchos en tanto acontecimiento, incluso a quienes veníamos trabajando estas temáticas desde hace muchos años. Ni Una Menos fue la respuesta de un grupo de periodistas -algunas feministas, otras no- frente a la consternación al oír los relatos de los/as familiares de las víctimas de femicidios y como un modo de afrontar la indignación. No nos preguntaron absolutamente nada a las especialistas ni nos invitaron “ni nos pidieron permiso”, fuimos marchando con nuestras remeritas y nuestros palitos como cualquier otro detrás de las recién llegadas como vanguardia porque entendimos que ahí había algo muy importante. Se puede interpretar que este movimiento ha tenido un gran impacto en el imaginario social, aumentando la “conciencia de género” de muchas personas, ya que ha permitido llegar a gente a la que nunca se le había podido llegar. Por ejemplo, comenzaron a plantearse y a reconocerse como víctimas de violencia de género muchas mujeres que vivían malestares desde hace diez, veinte o treinta años y nunca le habían puesto ese nombre a su vivencia dolorosa: violencia de género. De esta manera incorporan a su decir palabras que les permiten articulan el dolor y le ponen nombre. Y a su vez, lo individual se torna colectivo. Se dan cuenta de que no les pasa solo a ellas, les pasa a muchas, por ser como ellas: mujeres en el patriarcado. Nombran lo que no tenía nombre. Otra vez, decir lo indecible y su maravilloso valor sanador.

Así como el colectivo nombrado anteriormente, se presentan en la actualidad de nuestro país la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y las Socorristas en Red, ante una necesidad de cuidado y de precarización de la vida. La Campaña y las Socorristas son mujeres que no esperaron que las leyes vayan adelante sino que van adelante de las leyes, corriendo el borde de lo legal y haciendo legítimo lo que todavía es ilegal. Ambas experiencias incorporan como valor el cuidado de sí y de otrxs.De esta manera, acompañan a las mujeres en situación de aborto y permiten ampliar las prácticas de abortos seguros hasta que exista la ley que merecemos tener. Nuevamente, nos encontramos con prácticas de politicidad femeninas que pueden armar una genealogía con “Las Madres de la Plaza”, en el sentido de salir a la calle y hacer lo que hay que hacer, cuando el Estado no hace lo que debe hacer.

Es preciso señalar que la crisis actual aumentó el gasto para los cuidados y disminuyó el gasto disponible para el cambio de rol de las mujeres respecto al cuidado, puesto que “no es para varones”. Se puede ver cómo se articulan género, derechos humanos y salud mental al analizar la actual crisis desde una concepción amplia de la lógica del cuidado. Uno de los problemas que se presenta en nuestra sociedad es que sólo las mujeres estamos subjetivadas en la lógica del cuidado. A los varones no se les enseña a cuidarse de sí mismos y de otros. Con el alargamiento de la expectativa de vida, se va a necesitar en buena parte de nuestras vidas ser cuidados y cada vez hay menos gente que cuida con la salida de las mujeres al mercado laboral y el no ingreso de los varones al área de los cuidados. De esta manera, se puede identificar la intensificación de la crisis del sistema de cuidados en relación a la crisis económica actual.

En relación con lo señalado anteriormente, se presenta una dificultad para conciliar el trabajo y la vida familiar que se profundizará tras la reforma laboral que se pretende implementar, dado que las mujeres hasta el día de hoy dedicamos tres horas diarias más de trabajo doméstico que los varones del mismo grupo social. A esto hay que sumarle la doble e incluso triple jornada laboral que recae sobre las mujeres. Un breve ejemplo de esta situación: me invitaron a hablar en un jardín de infantes de un colegio de la Ciudad de Buenos Aires, sobre temas de género en la infancia. Parte de lo que me decían es que muchos niños no controlan esfínteres, no comen con nadie y duermen muy mal. Y que ellas, las docentes, muchas veces hablando con los padres respecto de estos problemas, encuentran como respuesta que los mismos trabajan mucho para poder pagar ese colegio, la prepaga y para poder vivir como tenían que vivir. Lo que yo les dije es que probablemente esos chicos no controlan esfínteres, tienen problemas alimentarios y problemas para dormir porque los padres están trabajando para darles una educación que suponen que es lo mejor que les pueden dar. Pero, en realidad, esos niños estarían mejor en otro colegio en el que no paguen, con padres más presentes que no necesiten trabajar tantas horas para pagar la pertenencia a la clase.

Para finalizar, es preciso remarcar que si vamos hacia una reforma laboral que va a empeorar las condiciones de trabajo, al mismo tiempo que no existen instituciones que permitan la conciliación trabajo-familia (no hay lactarios en los lugares de trabajo, no existe la posibilidad por las distancias de que las mujeres que amamanten estén cerca de los bebés, no hay guarderías, no existen licencias significativas para los varones por paternidad, las mujeres sólo tienen tres meses, entre otros problemas), tendremos niños que no controlen esfínteres, tendremos niños que no comen con sus padres, tendremos niños que comen comida chatarra, tendremos muchos otros problemas que tienen que ver con la crisis de la necesidad de cuidados, la dificultad de darlos y la idea de tener que estar en el mercado para pagar servicios con poca disponibilidad para generar los cuidados subjetivos.

Dicho todo esto, llego hasta aquí, agradezco la oportunidad de compartir pensamiento en la excusa de la inclusión de la perspectiva de género en esta importante y muy respetada trayectoria del trabajo de los organismos de derechos humanos en el campo de la salud mental en nuestro país.

Débora Tajer
Doctora en Psicología (UBA), Profesora Adjunta a cargo Cátedra Introducción a los Estudios de Género Facultad de Psicología UBA.
Trabaja como Psicoanalista, Sanitarista, Docente e Investigadora
dtajer [at] psi.uba.ar

 

Notas

 

[1]En palabras de Boaventura Santos citando a Paulo Freire en el Forum Social Mundial de Porto Alegre en febrero del 2002  “O dereito de sermos diferentes quando a igualdade inferioriça e o direito a sermos iguais quando as diferencias nos descaracterizam”. El derecho a ser diferentes cuando la igualdad nos inferiorza y el derecho a ser iguales cuando las diferencias nos descaracterizan.(traducción mía)

[2] Convocatoria de las Jornadas de Salud Mental y Derechos Humanos “Decir lo indecible” realizada por el Colegio de Psicólogos de Córdoba y la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA) los días 25 y 26 de agosto de 2017 en la Universidad Nacional de Córdoba en la cual se decidió incluir la temática de Género como uno de los ejes principales y en la cual se presentó una primera versión este  escrito.

[3] Riesgo de vida de la gestante

[4] Cuestión que he investigado para mi tesis doctoral y publicado como libro Heridos corazones. Vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres, Paidos 2009. Y que he desarrollado en términos clínicos en “¿Qué quiere un hombre?”, Imago Agenda, Nº 202, Mayo - Julio 2017 - ISSN 1515-3398, pág. 42-44, Letra Viva Libros, Buenos Aires.

[5] Ley 26.743 sancionada en el 2012.

[6] Patricia Porchat de la Universidad de San Pablo.

[7] Ver Butler J. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo, Paidos, 2002.

[8] Ver mi texto Tajer D “Algunas consideraciones éticas y clínicas sobre las infancias trans”. En libro Psicoanálisis y Género. Escritos sobre el amor, el trabajo, la sexualidad y la violencia Meler I (comp.) Paidos, 2017, 277-294.

[9] Siguiendo a Themma Kaplan

[10] En términos de Emilce Dio Bleichmar

[11] En términos de Néstor Perlongher

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